No hay personaje que se le resista en el género de la comedia. Sabe mimetizarse muy bien con todos los papeles que le ofrecen. También encaja bien con casi todos sus compañeros, y responde a sus rifirrafes con Marijaia, la cabra de Nekane Amaya. Pero la actriz comenta muerta de risa que se puso seria y le dijo “cuatro cosillas a la cara” y ahora la cabra y ella son “muy buena amigas”. Aunque le gustaría poner un poco de drama a su vida profesional, está feliz de poder hacer reír al personal. Poner la nota de humor es su oficio y en el lleva ya diez años.
Vaya galería de personajes que ha interpretado usted.
-La verdad es que ya no soy bipolar, soy tripolar, cuatripolar?
Hablemos de Ziortza.
-Estoy encantada. Mi personaje y el de Maribel Salas, la Nekane Amaya, mi madre, me fascinan. Dan mucho juego las dos gitanas abertzales, nos lo pasamos pipa, aunque los rodajes son durísimos y luego están las collejas de mi madre.
¿Siempre papeles muy abertzales?
-Bueno, eso en ¡Vaya semanita! y su spin off de Nekane Amaya, pero en Klikowsky hacía de pepera. Me ha tocado de todo. ¡Vaya semanita! tiene de bueno que no nos casamos con nadie, un día somos muy aber-tzales todos y otro muy fachas, hay para todos.
¿Le resulta difícil interpretar a Ziortza?
-Lo que más me ha costado en esta última temporada es que tiene partes muy sentidas, y mezclarlas con el acento de gitana es difícil.
¿Gitana moderna?
-Moderna, moderna? He llegado al matrimonio casi entera.
¿Casi?
-Ja, ja, ja? Casi porque hemos mantenido las tradiciones. Hemos trabajado con muchos gitanos en los mercadillos y en las ferias, y nos hemos contagiado de muchas cosas.
¿Y qué dicen ellos?
-Están encantados con las parodias que hacemos, aunque nos dicen: ¿Por qué no nos metéis a nosotros en la serie si lo vamos a hacer mejor que vosotras? Así que parece que no lo hacemos del todo perfecto.
Una de sus pasiones personales es ir de mercadillo en mercadillo.
-A cada viaje que voy, lo primero que miro es qué mercados hay, ya sea de alimentos o de ropa. Me gusta mucho ver muebles de segunda mano y repararlos después.
¿Se ha encontrado alguna Ziortza en su deambular por los mercadillos que visita?
-Muchísimas. Es más, hay veces que apunto en el móvil las frases que dicen, como “Vayas, donde vayas, no vayas sin bragas”.
Un buen consejo.
Ja, ja, ja? Poesía pura y dura.
Siempre va vestida igual, ¿no hay presupuesto?
-Jo, es verdad. No me hables del vestuario. Tenemos un mercadillo y llevo todas las temporadas la misma ropa. Siempre les digo, ¿no puedo coger algo y cambiarme de look? Anda que no van hoy en día modernas las gitanas vestidas con cosas muy actuales.
Una gitana de mercadillo que se casa con un banquero con dinero.
-Ziortza, a pesar de lo disparatada que parece, es una tía con mucha inocencia. Es un juego que yo hago con mis personajes, darles ese toque de inocencia que contrarresta lo extremo que tienen. Imagínate a la choni poligonera de Gym Tony, tienes que darle un poco de ternura.
A su futura suegra televisiva no se la ve muy contenta.
-Ya me dirás tú, con el status que tiene, es neurocirujana, y le cae la Zior-tza, soy la antinuera. Ahí está la comedia, en el contrapunto, el contraste es lo que funciona siempre. Ante alguien con un status elevado tenemos que ir las chabacanas, la Ziortza y la Nekane Amaya, a poner el punto exacto.
Tengo una curiosidad, ¿qué tal es trabajar con una cabra?
-Al principio, pedía por favor que el plano fuera individual, su plano a medio metro del mío; pero claro, el componente de la cabra es un punto a favor. Solo tuve que decirle dos cosas a la cabra a la cara.
¿Habla con la cabra? ¿Qué le dice?
-Claro, le dije que por favor no me clavara el cuerno y que no me pisara, ahora Marijaia y yo somos como las mejores amigas.
No se imaginaba usted que se iba a hacer amiga de una cabra.
-Es una profesión en la que haces extrañas amistades. Siempre se ha dicho que los rodajes con animales y niños son dificilísimos y es verdad, doy fe. La cabra en el momento menos pensado se puede poner a hacer sus necesidades en medio del plano o a intentar comerse mi ropa.
Vamos, que no sigue el guión.
-Ja, ja, ja? A veces no, otras veces me tira en medio del plano, tiene una fuerza brutal, casi sales rodando. Nos hemos echado muchas risas a cuenta de la cabra. También haciendo de choni me tocó grabar con vacas, con ellas lo pasé fatal también. Qué grandes son, ¡madre mía!
Así que si sale mal lo de actriz, lo mismo puede ser granjera que montar un mercadillo o una peluquería.
-Ahí estoy yo, cogiendo oficios a lo loco. No sé por qué oficio decirme, lo mismo al final pongo un puesto de tangas.
Si tuviera que cortar el pelo a alguien a la manera de Goretti, otro de sus personajes de ‘¡Vaya semanita!’, ¿por quién se decantaría?
-La manera de Miriam no sería la manera de Goretti, pero cogiendo los gustos de una y de otra, quizá haría un cambio radical a mucha gente, pero también de personalidad.
En ‘Gym Tony’ era usted la poligonera, Vanesa.
-He estado dos años y pico en parrilla y he tenido unos compañeros de lujo. Esta serie me ha permitido meterme en otro circuito y estoy encantada; de hecho, me he ido a vivir a Madrid. La profesión me ha mandado quedarme aquí.
De todos los personajes que he interpretado, ¿con cuál se queda?
-Quizá, con el primero, el de Dolores en Mi querido Klikowsky. Estuve tres años, fue mi primer contacto con la televisión, fue un aprendizaje. Yo era una esponja que aprendía de todos los actores que estaban allí. Fue un momento muy dulce.
Siempre trabaja en comedias.
-El 98% de la veces sí. Te ven en un género y ahí te quedas. Tengo que decir que me gusta mucho poder hacer reír, pero necesito un poco de drama en mi vida. Tengo inquietudes por hacer otras cosas.
¿Teatro, cine o televisión?
-Cada medio te da lo suyo, ahora estoy en el Teatro Lara en Madrid con Burundanga, y me fascina el ejercicio de renovación que hay que hacer todos los días. Tienes que adaptarte a la situación de ese día, a tus compañeros, al público, aunque no hay que olvidar que la comodidad que aporta la tele es importante.