Jaguar sube como la espuma. La combinación de diseño, deportividad y tecnología que caracteriza a su gama contemporánea está permitiendo a la marca inglesa congeniar como nunca con la clientela más exigente. Esa sintonía ha propiciado recuperar niveles de venta insólitos. Jaguar, que multiplicó por dos sus entregas en el mercado español el ejercicio pasado, no levanta el pie del acelerador y espera cerrar esta temporada con cerca de 4.000 matriculaciones. El éxito se explica en buena medida por la aceptación que está obteniendo entre el público el primer candidato SUV en la historia de la casa, un F-Pace destinado a aportar casi la mitad de esos pedidos.

Es, por tanto, el principal argumento comercial de la aristocrática firma de origen británico, hoy bajo tutela financiera india (pertenece al grupo Tata). Esta creación aterriza con fuerza en una de las parcelas del mercado más concurridas, tanto por los fabricantes como por el público. Jaguar se ha tomado con calma concretar su incorporación al segmento de los crossover o SUV de calidad. No lo ha hecho hasta contar con un proyecto bien definido, un producto redondo y con visos de triunfar. Coloca en su punto de mira la talla media-alta de la categoría, donde compiten modelos entre cuatro y cinco metros. El F-Pace alcanza 4,73 de largo, 1,94 de ancho y 1,56 de alto, distanciando en 2,87 metros sus ejes. Es un automóvil espacioso, pero no peca de corpulento. Su fornido pero esbelto envase de cinco puertas destaca por su habitabilidad: acomoda a bordo a cinco adultos, que pueden viajar acompañados de abundante equipaje gracias a su voluminoso maletero (650 litros).

Por sus características -hechura, motorizaciones, dotaciones y tarifa-, el debutante se enfrenta a una abundante y cualificada competencia: Audi Q5, BMW X3 y X4, Infiniti QX50, Jeep Cherokee, Lexus NX, MB GLC, Porsche Macan y Volvo XC60. Como todos sus rivales, el aspirante inglés pone más énfasis en la estética que en las facultades trepadoras. No pretende ser un todoterreno genuino, por más que se desenvuelva con relativa soltura fuera de la carretera. Lo consigue gracias a la elevación de su plataforma y a la disponibilidad de un sistema de tracción integral inteligente.

Su agilidad viene dada por el trabajo de cuatro propulsores bien conocidos, dos diésel y dos de gasolina. Abre la gama un gasóleo de cuatro cilindros, cuyos 180 caballos empujan con tesón el liviano peso del F-Pace (el empleo de aluminio permite bajar de 1.700 kilos). Su mayor virtud es la eficiencia: oficialmente, se conforma con 4,9 litros y emite 129 g/km de CO2. A esa cualidad hay que sumar un precio de partida atrayente: desde 45.000 euros, con acabado básico y tracción trasera. El repertorio se completa con otras solventes propuestas V6 de tres litros, una diésel (300 CV) y dos de gasolina (340 y 380 CV).

El F-Pace propone media docena de definiciones, una de ellas para el lanzamiento. Todas disfrutan de unas dotaciones comunes generosas, acordes a la entidad del modelo. Cuenta con una pantalla táctil de tipo tablet de 10,2 pulgadas y ofrece la posibilidad de establecer conexión de hasta ocho dispositivos a través del punto Wi-Fi embarcado. Asimismo incorpora, por primera vez en un producto de la compañía, el sistema de frenado autónomo de emergencia con detección de peatones, que acompaña con otros sistemas de seguridad activa.