PAMPLONA- El primer reportaje de los tres que integran la serie Clandestino parte de una pregunta que se hizo el periodista navarro David Beriain: ¿Ha terminado la guerra de Vietnam? La versión oficial da una fecha de finalización de uno de los conflictos que a los americanos menos les gusta recordar: 30 de abril de 1975. En la película documental, El ejercito perdido de la CIA, Beriain y su equipo demostrarán que todavía hay personas que siguen muriendo por esta guerra.

Vuelve otra vez por rutas clandestinas para mostrar unas realidades diferentes. ¿La clandestinidad es el camino que más le gusta?

-Es el espíritu de nuestros reportajes desde que empezamos. Tratamos de cruzar una línea al otro lado de la realidad y ver cómo son las personas que se encuentran lejos de nuestras experiencias.

¿Qué veremos a partir del día 24?

-El año pasado tuvimos Amazonas clandestino, una serie que narraba los conflictos y la lucha por el control de los recursos en el pulmón del mundo. Mantenemos el concepto de clandestino y lo inauguramos con un episodio especial, una película documental, El ejército perdido de la CIA. Parte de una pregunta: ¿Y si te dijésemos que la guerra del Vietnam no ha terminado?

Nos parecería increíble, es un capítulo cerrado, ¿o no?

-Pues todavía hay gente que lucha y que muere en esa guerra.

Supongo que los documentos que verifiquen lo que ustedes dicen serán difíciles de obtener.

-Nos hemos embarcado en un proceso por encontrar los restos de un ejército clandestino que montó la CIA para luchar contra el comunismo en la guerra de Vietnam.

¿Quién formaba parte de ese ejército? ¿Norteamericanos?

-Una minoría étnica, los Hmong. Cuando los comunistas tomaron el poder la consideraron el brazo armado del imperialismo y la persiguieron hasta prácticamente el exterminio. Nosotros hemos conseguido acercarnos a la gente que queda todavía luchando.

¿Periodismo de alto riesgo?

-Casi todo lo que hacemos tiene un componente riesgo pero nosotros preferimos decir que lo verdaderamente arriesgado en este ejercicio de periodismo que hacemos es sentarse a escuchar y a entender a esas personas con las que tenemos tan poco que ver. Defendemos el escuchar a las personas que viven en lugares que están llenos de armas y de gente que hace cosas ilegales. La adrenalina te la da una conversación.

¿Es posible hablar y conversar con asesinos peligrosos?

-Desde luego, se puede conversar con todo el mundo. Hay que atreverse a hacerlo, uno está para hablar y no para juzgar a nadie.

Supongo que habrá tentaciones de juzgar.

-No debes hacerlo, estás ahí para hacer preguntas y escuchar respuestas? Para nosotros este es nuestro trabajo, hacer juicios es otra cosa y si hay que hacerlos, los tienen que hacer otros; somos periodistas y el ejercicio que hemos hecho en Clandestino, incluido el de Amazonas, ha sido muy interesante.

¿No desconfían del periodista?

-Muchas veces. Una gran parte de nuestro trabajo es el desminado. Algunos no han tenido relación con la prensa y por las actividades que pueden realizar desconfían de todo el mundo; otros han tenido malas experiencias con los periodistas y no quieren saber nada con nosotros. Intentamos ganarnos su confianza para poder hacer los reportajes.

¿Cómo se siente cuando vuelve de ese lado, a veces oscuro, a una realidad más cotidiana?

-Siento dos cosas: el privilegio de haber podido ser testigo de estas historias que contamos y la responsabilidad de transmitir bien la historia a pesar de las limitaciones que pueda tener el talento de uno. Afortunadamente, el equipo que me acompaña en este camino es espectacular.

¿Qué más viajes clandestinos van a poder hacer con ustedes los espectadores de Discovery MAX?

-Después de El ejército perdido de la CIA, se emitirá uno sobre la caza furtiva del rinoceronte. Los cuernos del rinoceronte tienen en algunas culturas propiedades curativas casi mágicas. Su caza está llevando a este animal a niveles de exterminio. Para protegerlos, algunos guardabosques están matando al furtivo. Este reportaje lo hemos hecho entre Sudáfrica y Mozambique.

¿Dónde han realizado el tercero?

-En Perú, sobre los ladrones de tumbas, los huaqueros, y sobre el saqueo del patrimonio arqueológico peruano. Es un problema en este país y nosotros queremos mostrar la realidad que hemos vivido.

¿Cree que existe una mayor demanda de reporterismo en televisión?

-La televisión oscila mucho entre géneros. Quizá por el mundo en el que vivimos hoy en día, y por lo que ha pasado en los últimos años, nos interesa más la realidad y hay demanda de este tipo de trabajos. Creo que es muy positivo y debemos aprovechar cada oportunidad que tengamos para mostrar a la gente que el mundo es un lugar fascinante y que queremos contarlo.

Fascinante pero dramático, al menos si vemos los reportajes que últimamente se emiten por televisión, ¿no?

-Los que hacemos reportajes queremos contar lo que pasa, las realidades que existen, si nos dan la oportunidad, lo contaremos de la mejor manera, contaremos muchas historias y además todo será real.

¿Es difícil vivir de este tipo de periodismo?

-Lo ha sido durante mucho tiempo, sobre todo cuando empezamos, pero ahora mismo no lo es tanto porque contamos con el apoyo de Discovery que ha hecho una apuesta total por nosotros y nos da medios para hacer una superproducción documental. Se pueden hacer muchas cosas desde aquí, nosotros lo hacemos y nuestros reportajes se emiten en muchos países del mundo. Amazonas clandestino ha estado considerado uno de los tres mejores programas de actualidad de mundo.

¿No se cansa de viajar?

No. El viaje como concepto de trabajo no me agota, me puedo cansar físicamente, pero no de viajar. Cuando acabamos los rodajes descansamos un poco pero yo noto las ganas de salir corriendo que tenemos de nuevo todos. De momento, no me quejo, es que no puedo, es la vida que he elegido y tengo el privilegio de poder vivir de ella y ser testigo de muchas realidades que no las viviría de igual forma si solo fuera espectador.

¿Cómo lleva la rutina urbana?

-Uy, hay ocasiones, en las que el infierno no tiene tanta forma de tercer mundo como de realidad urbana. Hay personas que estamos muy mal configuradas para una rutina, en la oficina. Me gustaría ser bueno en las dos cosas, pero no es así.