No seré yo quien se meta con la serie Cuéntame. Y menos al llegar a aparecer con éxito durante 300 noches. Algunas de ellas memorables y otras no tanto. Lo que peor hace esta serie es meterse en los jardines políticos y hay unos cuantos capítulos en los que se ha metido y se les ha visto el plumero (el triunfo socialista de 1982 pasó reducido a un par de planos de esas imágenes que de vez en cuando sacan del archivo de TVE y eso por no hablar del tema vasco). El éxito de estos 300 capítulos le viene por haber hecho una transición a la inversa. Durante un tiempo esta serie se lo pasó copiando situaciones que ya habían sido hechas antes y que ahora podemos ver en la 2 con Paco Martínez Soria, Alfredo Landa y compañía. Ésa manera de narrar que inicialmente parecía ya anticuada, fue también la que le sirvió de enganche con el público de más edad. Ver los primeros temporadas es como pasarse por Cine de Barrio. Esto a unos les gusta y a otros no. Por eso el éxito de Cuéntame cómo pasó no termina nunca de ser rotundo. Podría haberlo sido pero cada nueva temporada se le contraprograma y se tiene que reinventar para no ser devorada por la programación que se le perdona la vida desde hace varios años. Y quien parece dispuesto a liquidar su éxito rutilante en TVE, es Bertín Osborne que ha sacado pecho y lo mismo insulta a quien le critica que amenaza con hacer las maletas y cambiarse de su casa a la de la competencia. Hay algo de casual en este éxito de TVE con Bertín Osborne. El momento en el que se ha producido y que ha rentabilizado esa especie de casa común que TVE viene trabajando desde hace décadas y que se nutre de sus propios archivos que, en muchos casos y épocas, son los únicos. Hay personajes que se han trabajado para que formen parte ineludible de nuestro imaginario colectivo y, a juzgar por el éxito de Cuéntame y del programa de Bertín, es posible que lo hayan conseguido.
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