Caprichos en clave de sol
El astro rey es el gran aliado y, al tiempo, el mayor enemigo de los descapotables. Estos fascinantes y minoritarios automóviles objeto de deseo no terminan de cuajar pese a su creciente versatilidad
Los deportivos descapotables son el sueño recurrente de sucesivas generaciones de apasionados del automóvil. Cada vez que el horizonte se despeja y asciende el termómetro, los cabrio invaden calles y carreteras despertando a su paso admiración y, por qué no reconocerlo, algunas dosis de envidia. Lo cierto es que hay pocas sensaciones al volante tan placenteras como las que depara los convertibles, coches que permiten ponerse el cielo por montera e irse a paseo con viento fresco.
Con todo, pese a esa visión idílica tan extendida, apenas se venden coches descapotables. Sus matriculaciones han caído en los últimos tiempos -ya se sabe que la crisis induce a ir a lo práctico- y hoy apenas suponen un 0,5% del total. Y eso que las propuestas contemporáneas han conseguido minimizar los inconvenientes de los modelos clásicos. Eso sí, los convertibles continúan pagando un importante tributo a la imagen en forma de limitaciones de uso. No, la verdad es que no son muy prácticos; tampoco se acercan al aforo o la capacidad de los turismos equiparables. Quizá ahí radique precisamente buena parte de su encanto, en su condición de capricho en clave de sol.
Aunque eso del sol también es relativo. Como saben perfectamente quienes son o han sido usuarios de un cabrio, esos primeros rayos que invitan a retirar la capota se convierten en una maldición en cuanto sacuden con un poco de rigor. Así, un semáforo rojo en Sevilla se vuelve una estación de penitencia en pleno agosto. No, definitivamente, los descapotables no son para el verano, al menos para el de algunos sitios. Buena prueba de ello es que sus adeptos proliferan más en el norte que en el sur, en Reino Unido y Alemania más en a la orilla del Mediterráneo, en sitios donde el estío dura tres tardes.
El limitado tirón comercial que los convertibles alcanzan por estos pagos explica la ralentización de los nuevos lanzamientos. Marcas como Renault, Ford, Peugeot o Volkswagen, que tanto han contribuido a popularizar estas siluetas abiertas, aún no han renovado sus propuestas salientes. También es verdad que en este segmento del mercado las modas no tienen la misma fecha de caducidad, vamos que son mucho menos efímeras. Por eso, un convertible de una o dos generaciones atrás continúa manteniendo grandes dosis de interés y glamur.
“Los descapotables son caros”. Ese es otro de los sambenitos populares que lastran su reputación. Es evidente que cuestan más que las variantes comparables con carrocería cerrada, sobreprecio que responde a sus mayores costes de producción y a los elementos técnicos suplementarios que incorporan (refuerzos de chasis y carrocería, motores eléctricos para accionas el sistema de cobertura, etc.). A pesar de ello, existen propuestas de casi todos los tamaños, creaciones que además se adaptan a casi todas las economías.