E L Kadjar protagoniza la primera incursión de Renault en el ámbito de los SUV modernos. El recién llegado parece tener asegurado el éxito, puesto que reinterpreta la fórmula magistral del Qashqai, actual líder de la categoría. Una talla por encima del Captur y una generación por delante del coreano Koleos, la nueva estrella del rombo aterriza resuelta a desafiar la supremacía de su pariente de Nissan. Para ello maneja una puesta en escena más elocuente y esmerada, articula una gama motriz similar - gasolina de 130 CV y diésel de 110 y 130- y despliega un competitivo listado de precios (de 19.850 a 28.800 euros).
La nueva creación del rombo adopta estampa de todocamino, aptitud de multiusos y vocación de superventas. Demasiados términos compuestos para definir un automóvil que, simple y llanamente, da en la diana ofreciendo lo que quiere el gran público. Y eso no es otra cosa que un coche familiar competente y bien pertrechado, con una línea actual y sugestiva. De propina, Renault añade una notable capacidad de superar pruebas a las que difícilmente será sometido. Porque el Kadjar es un turismo con querencia urbana facultado para cambiar el asfalto por la media montaña.
Entra por los ojos gracias a un diseño resultón cuyos trazos sinuosos ayudan a disimular la relativa corpulencia. Su carrocería de cinco puertas alcanza 4,45 metros de largo, 1,3 de ancho y 1,60 de alto. Los 2,64 metros de distancia entre ejes soportan una cabina con cinco confortables plazas -no hay ni se espera versión de siete- y un hueco posterior de carga de 472 litros con compartimentos ajustables.
El Kadjar deja 20 centímetros de altura libre al suelo, lo que facilita el tránsito por tramos sin pavimentar. Para discurrir mejor por ellos, el constructor francés platea versiones equipadas con un sencillo y eficaz sistema ‘inteligente’ de cuatro ruedas motrices. Una ruleta junto al selector de marchas da a elegir tres posibles modalidades de avance: tracción delantera ‘2WD’, función ‘Auto’ (desvía energía a las ruedas traseras si lo sugiere cualquier pérdida de adherencia) y ‘Lock’ (actúa a menos de 40 km/h equilibrando el reparto de par entre los ejes para salvar zonas difíciles). El Renault también propone en algunas variantes con tracción delantera del modelo (las X-Mod) el Extended Grip, un control de tracción electrónico que mejora la efectividad en tramos delicados; se asocia a neumáticos de agarre especial M+S (para barro y nieve).
El fino estilo campero del envoltorio penetra a bordo creando un habitáculo moderno y acogedor. Buenos materiales y mejores ajustes dan la medida de una concepción que pone cada cosa en su sitio. El conductor recibe todas las facilidades para cumplir y disfrutar de su cometido: dominio visual del entorno, asiento anatómicamente perfecto, volante achatado por debajo para ganar operatividad, excelente pantalla táctil para controlar las constantes vitales del vehículo (dispone de sistema multimedia R-Link 2.0), etc.
Como siempre, la impresión depende mucho del acabado que se adquiera, pero es positiva incluso en el menos dotado de los cuatro. La alternativa mejor pertrechada se puede rematar con complementos como tapicería de piel, techo acristalado, asistencia automática al aparcamiento, iluminación LED, vigilancia del ángulo ciego, cámara de visión trasera, radar de proximidad o sistema de frenada automática.
Renault despliega una ofensiva comercial que arranca desde 19.850 euros, precio de la versión gasolina 1.2 TCe de 130 CV con la terminación sencilla. La nómina culmina en los 28.800 que exige la 1.6 dCi de igual potencia, con tracción 4x4 y la puesta en escena más exquisita. Un gasóleo de 110 caballos con definición intermedia y tracción delantera sale por 23.100 euros.