L A sucesión del S-Max depara una grata sorpresa. Ford, cuya férrea disciplina creativa corre el riesgo de proponer el mismo concepto de coche en varias tallas, se ha sacado de la manga un producto mestizo que aglutina cualidades de los monovolumen y de las berlinas. El esbelto sucesor del modelo estrenado en 2007 concilia la espaciosidad y el sentido práctico de los primeros con el dinamismo y los más avanzados recursos técnicos a disposición de las otras. Este automóvil ‘dos en uno’ que ahora sale a la venta (desde 31.900 euros) oferta mecánicas diésel y gasolina de 120 a 240 caballos, así como dos prósperas puestas en escena.

La firma americana atiende con esta creación las plegarias de un sector de clientela muy concreto. Lo integran quienes anhelaban un automóvil con todas las comodidades y todos los adelantos, capaz de transportar una familia con abundancia de miembros (ofrece hasta siete plazas) o de bártulos y adornado con una elegante silueta. El S-Max contemporáneo atesora esas cualidades y las adorna con un impecable comportamiento dinámico. Reacciona con una mezcla de aplomo y vivacidad, casi deportividad, insólita en un tipo vehículo del que se espera un tacto más mullido y un talante más sosegado.

Emula casi todas las virtudes mostradas por el Mondeo moderno. Con la berlina estelar comparte bastidor, puesta en escena, mecánicas y dotaciones, algunas de las cuales resultan absolutamente innovadoras en la categoría. Del señorial turismo hereda también la nueva imagen del clan, que incluye un semblante tan característico y extendido que ya resulta difícil identificar de qué Ford se trata.

Pero si por algo destaca el S-Max es por su excelente aprovechamiento del espacio interior. La nueva hechura, que confiere al modelo una apariencia más estilizada que antes, aumenta levemente longitud (4,80 metros) y anchura (1,89 m.), pero respeta la altura (1,65 m.) y mantiene una generosa separación entre ejes (2,85 m.). Gracias a la dicha holgura logra disponer una amplia y versátil cabina, con siete plazas repartidas en tres líneas de asientos. El habitáculo ofrece hasta 32 configuraciones diferentes e incorpora un cómodo sistema eléctrico de abatida de asientos.

Las excelentes butacas delanteras resultan mucho más adecuadas para los ocupantes corpulentos que las tres individuales de la fila intermedia. Esos asientos se pueden desplazar longitudinalmente para que ganen confort sus inquilinos o los de la tercera línea, en la que solamente van cómodos los más pequeños; su uso reduce el maletero a 285 litros. Renunciar a esas dos plazas posteriores plegables comporta un ahorro de 750 euros en la compra, además de liberar un hueco de carga de 700 litros bajo la cortina. El S-Max admite, asimismo, una opción de distribución interior únicamente con los dos asientos delanteros, que brinda una bodega de piso plano con 2.200 litros preparada para trasladar grandes bultos. El portón posterior cuenta con la opción de apertura automática al detectar la presencia de quien se acerca con las manos ocupadas.

La tarifa oficial del modelo, sin contabilizar posibles descuentos, comienza desde los 31.900 euros. Es el importe que reclaman las versiones TDCi de 120 CV y EcoBoost de 160 ataviadas con la terminación inicial Trend. Culmina la gama el gasóleo de 180 CV con cuatro ruedas motrices, transmisión PowerShift y acabado Titanium, que sale por 43.000 euros; son mil más de los que exige el TDCi Bi-turbo (210 CV), que está 2.500 euros por encima del gasolina con 240 caballos.