BRUSELAS - Este galardón que otorgan la Asociación de Periodistas Europeos, la Representación en España de la Comisión Europea y la Oficina en España del Parlamento Europeo ha recaído en Álvaro López de Goikoetxea (Vitoria-Gasteiz, 1960), que trabaja en la capital belga desde 2008, año hasta el que fue director del Centro Territorial de TVE en el País Vasco.
‘Traducir’ la información comunitaria, que tiene un lenguaje propio, ¿es muy difícil?
-Esto es un galimatías de siglas y nombres y como uno mismo no entienda las cosas, difícilmente las podrá transmitir. Un ejemplo: el Consejo Europeo es como nos referimos a la reunión de los jefes de Gobierno de la UE, pero existe el Consejo de Europa que está en Estrasburgo y ni siquiera es una institución comunitaria. La diferencia de denominación es mínima. Si no se ofrece la información muy trillada, es posible que los espectadores no entiendan nada.
Tras siete años, ¿usted ya ha conseguido comprender todo?
-Me ha dado tiempo a situarme en una época de gran vorágine, pero los temas son inabarcables. Por lo menos he conseguido no perderme en toda esta nomenclatura en un momento en que se ha vivido a velocidad de vértigo. Llegué en 2008, justo al comienzo de la crisis, y aquí he vivido lo más duro: primero la crisis mundial, después la del euro y en medio de todo Grecia.
Y le preocupaba no tener presencia en los ‘Telediarios’...
-Yo creo que antes Bruselas tenía menos peso, la UE había entrado en un momento de depresión a raíz de la no aprobación de la Constitución europea, rechazada en Francia y Holanda. La información comunitaria se había quedado estancada, pero la crisis de las subprime y de Lehman Brothers llegó hasta aquí, la UE cada vez tiene más cosas que decir y Bruselas se convierte en una gran capital política de referencia.
¿Llegaremos a ver la idea de Europa que tuvieron Schuman, Adenauer y Monnet?
-En cierta medida ya lo estamos viendo, pero lo de una Europa igualitaria es más complejo, sobre todo en un momento como el actual. Pero sigue habiendo candidatos a entrar, así que algún atractivo debe de tener este club. En todo caso, en los próximos años parece difícil que se puedan adherir más socios. Juncker ya anunció en su toma de posesión que impulsar nuevas ampliaciones no está entre sus prioridades. Pero insisto: que haya lista de espera para ingresar tanto en la UE como en la propia eurozona es un síntoma de que desde el exterior se ven más atractivos que problemas. Seguramente fuera hace más frío que dentro.
Pero por primera vez también hay candidatos a salir, no sólo a entrar.
-Se habla mucho de la posibilidad de salida de Grecia de la eurozona, que implicaría también la salida de la UE, pero que eso no nos despiste. No creo que a Grecia le convenga salir ni que la eurozona vaya a permitirlo. Se amenaza con esa posibilidad desde Atenas y desde Berlín, pero porque estamos en plena negociación de lo que seguramente va a ser el tercer plan de rescate a Grecia. Cada uno pone encima de la mesa todo lo que puede.
Y más descontentos dentro...
-El país que tiene planteado un referéndum de salida de la UE es el Reino Unido para 2017. Lo prometió Cameron si ganaba las próximas elecciones y eso sí que puede ser un gran problema.
Y otros países no quieren entrar de ninguna manera...
-Es cierto, pero nada comparable con lo del Reino Unido. Islandia acaba de retirar su candidatura, Noruega tiene medios más que suficientes para vivir estupendamente y lo ve todo con mucha distancia y lo mismo ocurre con Suiza. Son países muy pequeños que tienen particularidades muy grandes. Sin embargo, en los Balcanes, quienes hace 25 años participaban en una cruenta guerra civil ahora quieren entrar en la Unión. Y muchas exrepúblicas soviéticas.
Cuando fue a Bruselas, ¿pensó que era un destino aburrido?
-Los centros de poder nunca me han parecido aburridos. Se pueden decidir muchas cosas y hay mucha gente presionando en distintas direcciones, lo que hace que sean apasionantes. Nunca diría que Washington o Bruselas son aburridos. Por cierto, ambas ciudades son las que tienen mayor número de lobbystas por metro cuadrado. Donde hay tantos lobbys puede haber presión, pero no aburrimiento.
¿Ha conocido muchos ‘lobbystas’?
-En el edificio de la corresponsalía creo que los únicos que no somos lobbystas somos nosotros. El estatus de lobbysta, que en España está muy mal visto, está perfectamente definido en Bruselas, en la UE y en EEUU.
¿Habrá un futuro en el que la UE se comporte como un solo actor en el escenario internacional o no se superará el Estado-nación?
-La UE nació tras dos guerras durísimas que tuvieron su origen en los intereses nacionales, en unos nacionalismos exacerbados en Alemania, en el Reino Unido, en Francia... que dejaron a la comunidad mundial devastada. La UE pretende superar aquellas rivalidades nacionales y tratar de unir las energías de quienes hasta entonces las habían gastado en pelear entre ellos. Es un gran logro.