SAN FRANCISCO. En la actualidad, YouTube cuenta con más de 1.000 millones de usuarios mensuales que suben más de 300 horas de vídeo por minuto a una plataforma que, solo en publicidad en EEUU, se estima que en 2014 ingresó por encima de 1.130 millones de dólares.
Como muchas otras empresas de Silicon Valley (la famosa zona de San Francisco en la que tienen sede numerosas firmas tecnológicas), YouTube se forjó en el garaje de una casa -la de Hurley- y con la intención de solucionar un problema que irritaba a sus impulsores.
Después de una cena, los cofundadores, que se conocían por trabajar en la compañía de pagos PayPal, se frustraron al ver lo difícil que les resultaba compartir unos vídeos que habían grabado.
Echaron mano entonces de sus ahorros y en enero de 2005 acordaron diseñar el famoso portal, cuyo dominio registraron en febrero.
No subirían el primer vídeo (una testimonial visita de Karim a un zoo, "Me at the Zoo") hasta el mes de abril, aunque solo sería para consumo interno.
En diciembre de aquel año, se produciría el lanzamiento oficial después de meses de pruebas en abierto y haber acumulado ya una media de más de 8 millones de vídeos vistos por día.
Para julio de 2006 esa cifra superaba los 100 millones y, ya en octubre, Google compraba YouTube por 1.650 millones de dólares.
Chen y Hurley anunciaron la operación con un vídeo improvisado en la calle que publicaron el mismo día 9 de octubre de 2006, en el que se confirmó la venta que les convertía en multimillonarios empleados de Google durante unos años.
Google heredó los problemas de piratería que ya arrastraba YouTube, pero bajo su control llegaron las demandas más sonadas.
En marzo de 2007, el gigante mediático Viacom, dueño de Paramount Pictures, las cadenas MTV y BET, y los canales Comedy Central y Nickelodeon, llevaba a Google a los tribunales y le pedía una indemnización de 1.000 millones de dólares por uso ilegítimo de sus contenidos en YouTube.
Para entonces, según le contó Viacom al juez, YouTube había distribuido 160.000 vídeos de su propiedad subidos por los internautas que habían sido visto 1.500 millones de veces.
El pleito se prolongó hasta marzo de 2014, cuando ambas partes acordaron dejar a un lado sus diferencias y colaborar.
Esa política de pactos fue la perseguida por Google, que terminó por desarrollar herramientas y servicios para acomodar en YouTube el mayor número de vídeos musicales y películas (incluido el pago por visionado) en la plataforma.
Paralelamente bajo el mando de Google, YouTube se abrió al mercado publicitario a principios de 2007 con la idea de compartir los ingresos con los dueños de los contenidos, lo que profesionalizó las producciones y permitió el nacimiento de los "youtubers", usuarios populares en YouTube que han hecho de sus vídeos una forma de vida.
En 2014, el canal DisneyCollectorBR ingresó 4,9 millones de dólares, según la consultora OpenSlate, por sus vídeos caseros de juguetes de Disney, algunos de los cuales han sido vistos más de 200 millones de veces.
Durante la última década, YouTube ha pasado de ser una plataforma de vídeos domésticos, bromas, niños y mascotas a una poderosa herramienta de comunicación y promoción.
Justin Bieber comenzó su carrera haciendo versiones de canciones famosas en YouTube y el surcoreano Psy fue catapultado a la fama mundial gracias a su vídeo "Gangnam Style", el más popular de la historia de la plataforma con más de 2.200 millones de reproducciones.
Aunque YouTube es un sitio de entretenimiento, ha jugado un papel en campañas políticas (ayudó a crear el fenómeno "Yes We Can" que llevó a Barack Obama a la presidencia de EEUU), y ha sido un espacio de libertad de expresión que contribuyó a la "primavera árabe".
El portal también ha sido una fuente de conflictos.
En 2012, un vídeo de YouTube sobre una producción que se burlaba de Mahoma originó una oleada de violencia en los países islámicos que dejó un muerto y decenas de heridos.
Si bien YouTube sigue siendo líder de su mercado, Facebook, AOL o Blinx han crecido con fuerza como plataformas de visionado en los últimos años, mientras que servicios de series y películas bajo suscripción como Netflix se han convertido en una amenaza al compartir el mismo objetivo: entretener a los internautas.