Bilbao - En toda la vorágine surgida a raíz del éxito de Ocho apellidos vascos, él ha quedado a la sombra y ha sido Borja Cobeaga quien más ha dado la cara, pero Diego San José es el cincuenta por ciento de la parte creativa de esta historia y de la secuela que están preparando y que comenzará a grabarse en abril. De momento, su título, aunque no es definitivo, es Nueve apellidos vascos (también se había barajado Ocho apellidos catalanes). San José lo tiene claro, Sin vaya semanita, espacio de Euskal Telebista en el que estuvo dos temporadas, la película protagonizada por Clara Lago, Dani Rovira, Karra Elejalde y Carmen Machi no hubiera existido. Ahora, se encuentra promocionando el libro que ha escrito junto a Cobeaga: Venirse arriba.

¿Apostó en algún momento por el éxito tan rotundo de la historia que creó junto a Borja Cobeaga?

?-Te lo respondo de una manera muy creíble: si yo hubiera previsto el éxito, el contrato que habría firmado en ese momento hubiera sido el de porcentaje de taquilla. Nadie lo pensó. Hubiera resultado arrogante pensar: Esta película va a ser la más taquillera de la historia. Nuestro objetivo era hacer que funcionase, pero no mucho más.

¿Qué se entiende por funcionar?

-Que haga tres o cuatro millones de euros; cómo íbamos a pensar en sesenta. Lo que ha conseguido Ocho apellidos vascos es de esas cosas que pasan de vez en cuando. Es una pérdida de tiempo intentar saber por qué ha tenido este éxito.

¿Cree que hay expectación para la segunda parte?

-La gente la espera, y más que una presión es un placer hacer esta segunda parte, está resultando una experiencia muy chula. Lo habitual es que cuando tú haces un proyecto, tengas dudas porque no sabes lo que va a pasar. En este caso, con la secuela tenemos la certeza de que el fin de semana del estreno se va a ver. Otra cosa es que luego funcione o no, pero al principio sí.

Usted estuvo, también con Cobeaga, en ‘Vaya semanita’. Los espectadores encuentran paralelismos entre el programa y la película.

-Por supuesto, estoy totalmente de acuerdo. Nunca hubiera existido Ocho apellidos vascos sin Vaya semanita. Imposible. La película es mucho más blanquita en lo político. Cuando hacíamos Vaya semanita nos dirigíamos a un público que sabíamos que toleraba hacer lecturas cómicas de problemas. Ha quedado muy claro el sentido del humor de los vascos. Hay que tener en cuenta que es un programa que ha durado diez años.

Sin embargo, siempre se ha dicho que hacia determinadas cosas los vascos no muestran gran sentido del humor.

-No es cierto. Vaya semanita, en todas sus temporadas, las que estuvimos nosotros y las que no, ha demostrado objetivamente que el vasco tolera hacer un paréntesis, leer cosas que sabe que son graves desde el humor.

¿Por qué la película es más ‘blanca’?

-Cuando te lanzas a un público que no está tan acostumbrado a esas lecturas, es más complicado. En Vaya semanita la política se desgranaba desde una forma más frontal y en Ocho apellidos vascos la dejamos más blanquita. Lo que está claro es que sin Vaya semanita nadie se hubiera atrevido a hacer una comedia romántica donde de repente sale una Herriko Taberna como marco de una historia de amor; eso hubiera sido impensable hace diez años, cuando nació el programa de televisión.

¿Puede elegir entre el programa de televisión o la película?

-Estoy satisfecho de la película, pero en mi currículo, el haber estado en el arranque de Vaya semanita eclipsa cualquier taquillazo.

¿Siguió viendo cómo evolucionaba ‘Vaya semanita’ después de abandonar el programa?

-Sí. Durante los ocho años restantes se mantuvo el espíritu con el que nació el programa. Para mí es un orgullo haber estado dos años en un espacio que ha tenido un desarrollo de diez. No entiendo por qué no existe el programa, por qué se pierde esa marca. Desde fuera de Euskadi se admira mucho este programa, por eso es una pena que no esté. Yo lo echo de menos.

Hablemos de ‘Aupa, Josu’, un proyecto suyo para ETB.

-De las últimas cosas que he hecho es de lo que más orgulloso estoy. No se ha visto, se estrenará el año que viene y tengo muchas ganas de que la gente lo pueda ver.

¿Se estrena un piloto o una serie?

-Un piloto. Está pensado como serie, pero este primer episodio funcionará de manera autoconclusiva. Queremos que la gente lo disfrute como si fuera una historia con principio y final; si luego se hace una serie, genial.

¿Qué tiene que ver ‘Aupa, Josu’ con ‘Vaya semanita’?

-Es un paso adelante, más descarnado y para mí hay una diferencia: cuando haces sketches hay risas enlatadas, en Aupa Josu, aunque el contenido es cómico, no hay ese condimento. Es comedia contada en serio.

¿Qué actores protagonizan esta historia?

-Están Gorka Otxoa y Santi Ugalde, pero el protagonista es Carlos Areces. Es un actor con una comicidad espectacular y probamos a ver si podía hacer de consejero vasco. Nos quedamos fascinados, le ves la pinta y parece que lleva veinte años en lehendakaritza, increíble. Tengo ganas de que se vea porque pocas veces está uno tan contento de un curro como aquí.

Difícil hacer ficción en televisión, ¿no?

-Las cosas están muy complicadas en general. En la tele, el que escribe, el guionista, tiene casi todo el poder, y en el cine menos. Aunque mis curros están siendo en cine, yo todavía me siento guionista de televisión, es donde empecé y echo de menos la tele.

Ahora también escribe novelas. ¿Se considera escritor?

-De guiones sí, de novela no lo sé. Lo que hemos hecho en Venirse arriba es recoger una idea que tuvimos Borja y yo hace siete años, que nos gustaba mucho y nos hacía gracia.

Dan la vuelta a la situación: el padre que va a vivir a casa del hijo.

-Siempre contamos que con la crisis los hijos vuelven a casa de los padres, pero ¿qué pasa si lo que ocurre es al revés? Es al padre a quien la crisis le deja fuera del mercado laboral y se tiene que ir a tu casa, que encima estás de Erasmus en Amsterdam.