madrid- Nacho Guerreros lleva veintidós años viviendo en Madrid, pero reconoce que siempre vuelve a casa, Calahorra, su pueblo, por Navidad y por las fiestas de agosto. Agradece que la gente le reconozca por la calle porque es para ella para quien trabaja. Es un optimista convencido, por lo que en la porra que ha hecho con sus compañeros de serie, él apuesta el lunes por un arranque de esta octava temporada a lo grande y con un 24% de audiencia.
Ocho años como Coque, un personaje muy singular.
-Y tanto. Es singular y lo siguiente. Lo del tiempo es curioso porque nos ha pasado al revés que en otras series. Unas van decayendo con el tiempo y nosotros vamos subiendo.
Una imagen muy especial la suya, ¿se reconoce?
-Ja, ja, ja... Claro, pero solo mientras soy Coque. Había que hacer un personaje extremo y esta imagen es muy identificable?
Todos los personajes son muy extremos, ¿no?
-Por supuesto. En mi caso, en Aquí no hay quien viva llevaba la cabeza rapada. Le dije a la directora que tenía que haber un cambio y propuse una cresta y bigote, a ella le pareció muy bien y hasta hoy.
En la calle, sin la caracterización de Coque, irreconocible, ¿o no?
-Afortunadamente, me conoce todo el mundo?
¿Le gusta la fama?
-No es fama, pero cuando vas por la calle te dicen unas cosas muy bonitas y eso me gusta. Normalmente, la cresta no la llevo en mi vida normal. Ojo, es mi pelo, no es peluca. Pero es imposible pasar desapercibido.
Y usted contento.
-Bueno, esto es lo que me da de comer y es muy bueno para mi trabajo. Estoy muy satisfecho de que la gente me reconozca.
¿Qué tiene Nacho de Coque?
-Me encantaría tener más cosas, esa ingenuidad, esa inocencia y vivir en ese mundo tan especial?
¿En Montepinar?
-Ja, ja, ja.. Desgraciadamente, vivo en un mundo real, que existe y en el que tenemos todos muchísimos problemas. Por eso a veces le envidio y digo: ¡Qué felicidad tiene en su mundo de fumeta! Es un hombre que, aunque no cobra a final de mes?
Le parecerá poco y ¿le envidia usted?
-Pero el hombre es feliz, sencillo, simple; nosotros estamos en un mundo en el que desgraciadamente no hay más que ver las noticias y leer los periódicos para no ser tan felices. Resumiendo, él vive en su mundo de fumeta y sin cobrar a final de mes y nosotros infectados?
¿Por las noticias sobre el ébola?
-Por el ébola y por muchas cosas más desde hace mucho tiempo. Estamos infectados por unos gobernantes que campan a sus anchas y ése es el problema. El ébola no es el problema, el problema es quién manda.
¿Profeta en su tierra?
-En Calahorra y en La Rioja me siento muy querido, llevo mi tierra muy en el corazón, pero también llevo muy dentro al País Vasco porque viví tres años en una ciudad que adoro, Vitoria. Siempre me han tratado de maravilla. Tengo muchos amigos en Bilbao, una ciudad donde me siento a gusto y feliz.
Volviendo a la serie, ¿va a mantener la relación de dependencia con Recio, el personaje de Jordi Sánchez?
-Claro, es una dependencia que no puedo romper. Aunque ha encontrado el amor con Nines otra vez y va a vivir con ella y no en la caravana, él siempre va de jefe y, en cierta manera, le obliga a cometer a mi personaje todas las locuras que Recio tiene en la cabeza. Son como un Sancho Panza y un Quijote. El trío de los personajes de Jordi Sánchez, José Luis Gil y el mío funciona perfectamente y va a seguir, me encanta trabajar con ellos.
La que se avecina comienza a emitirse en 2007, el año en el que oficialmente se declara la crisis.
-Además, comenzamos sin saber qué iba a pasar, no teníamos ni idea sobre el futuro que le esperaba. Ser actor es un oficio muy duro, desde fuera se puede ver con cierto glamour. En esta profesión trabajar es un regalo: estás trabajando en una serie de éxito, perdura en el tiempo y que pase lo que nunca ha pasado, que temporada a temporada se incremente la audiencia en porcentajes altos. Tengo que dar las gracias a la gente que nos ve, a los guionistas, a todo el mundo.
¿Hay algún cuerdo en esa serie?
-En la vida real no hay nadie cuerdo porque sino, no estarían pasando estás cosas que pasan. La comunidad de vecinos es un reflejo de lo que está pasando en la realidad, y en la realidad hay muy poca cuerda.
¿Viviría usted en una comunidad de ese tipo?
-Me preguntaban el otro día: ¿Qué prefieres una patada testicular o vivir en Montepinar?
¿Qué contestó?
-Que prefiero una patada testicular, en Montepinar hay muchos problemas: hay explosiones, hay persecuciones, no se duerme? Yo prefiero vivir en una comunidad más tranquila, sin ruidos. No, no, Montepinar es mejor verlo desde el televisor.
¿Le cuesta mucho ponerse esa cresta?
-Media hora, es mucho secador y mucha laca. La verdad, tengo unas peluqueras estupendas que me la hacen de maravillas.
¿Ha probado a salir con la cresta por la calle?
-Ja, ja, ja? Sí, es una pasada. El jueves salí con ella de la presentación de la serie; impresionante, sin palabras.
¿Por qué decide ser actor?
-Por pura vocación y cabezonería, creo que desde que nací. Con la adolescencia se te olvida un poco, en la familia lo ven raro; pero yo me empeñé y aquí estoy, hasta que dure y el cuerpo aguante.
Al final lo entendió la familia, ¿no?
-Muy al final, al principio no, como es normal; yo tampoco entendería a mi hijo si me dijera que quiere se astronauta, le diría que está loco. ¿Han hecho alguna porra sobre la audiencia del lunes?
-La hacemos siempre, nos reímos mucho.
¿Su apuesta es??
-Un 24%. ¿Qué te parece?
Que es usted un hombre positivo.
-Eso siempre, deséame suerte?