BILBAO. La tibia acogida deparada por el mercado a la primera generación del Note no ha arredrado a Nissan, que ahora retoma el proyecto para darle la vuelta como a un calcetín. El monoespacio compacto de la entrega anterior resurge transformado y con nuevos bríos, dispuesto a erigirse en la alternativa práctica a los utilitarios más populares. Sale a la venta en octubre con una estampa sensiblemente revisada, contenidos tecnológicos de primer orden y precios al alcance de cualquier bolsillo (entre 10.900 y 16.400 euros).

La metamorfosis no impide reconocer en la entrega inminente los genes de la generación precedente. El Note que viene conserva su esencia monovolumen por más que estilice su silueta. Gracias a ello puede ofertar una de las cabinas más desahogadas de su estamento. El envoltorio de cinco accesos ocupa más o menos lo mismo: mide 4,10 metros de largo, 1,69 de ancho y 1,59 de alto. Puede cobijar en su seno a cuatro adultos corpulentos con notable amplitud.

Incorpora banqueta del asiento trasero deslizante, lo que permite elegir entre hacer sitio a las piernas o a las maletas; en función de esa decisión, el portaequipajes, que monta bandeja con tres niveles de anclaje, oscila entre 295 y 2.012 litros (siempre que se renuncie a las plazas posteriores).

La figura del modelo experimenta una evidente sofisticación, progreso que cala menos intensamente dentro. El Note exhibe un diseño interior sencillo y funcional que solo cobra un poco de suntuosidad en los acabados más ambiciosos, los que transmiten mayor sensación de calidad. La labor de los ingenieros no suele ser tan evidente como la de los estilistas, pero casi siempre es tan decisiva o más. El nuevo Nissan constituye un perfecto ejemplo práctico.

Esos técnicos han puesto a dieta a esta segunda edición, sustentada sobre la misma plataforma que el reciente Micra. Además han construido un coche bastante más consistente y fiable. Su contribución más elocuente y aplaudida consiste en afinar los motores para espaciar las visitas al surtidor. El Note va a debutar animado por dos pequeñas motorizaciones, una tricilíndrica de gasolina 1,2 litros con 80 caballos y otra dCi de litro y medio con 90.

Las dos mecánicas se asocian a un sistema de detención y arranque automático en las paradas, gracias a lo cual atenúan el gasto de combustible y la contaminación. La primera reclama oficialmente un promedio mínimo de 4,7 litros, mientras que la de gasóleo se conforma con 3,6 a los cien; las emisiones de CO2 son igualmente contenidas (102 y 92, g/km respectivamente). En una fase posterior, a comienzos de año, estará disponible una variante sobrealimentada del propulsor de gasolina, que suministra 98 CV; podrá sustituir la caja manual de cinco marchas de serie por un cambio automático de variación continua.