BILBAO. Mazda mete por los ojos de familias exigentes, dinámicas y acomodadas su renovada propuesta de berlina. Esta segunda entrega descubre un Mazda6 que evoluciona buscando el ascenso de categoría. Exhibe una estampa mucho más sugestiva, interiores más convincentes que cautivadores y tarifa ligeramente superior a las de sus rivales directos. Compensa ese desembolso extra incorporando más equipamiento y algunas soluciones técnicas innovadoras. Se vende ya, entre 27.180 y 39.170 euros, con formato sedán estilizado y con un envase familiar más escueto, ambos por idéntico precio; pueden ir animados por mecánicas gasolina, de 145 y 192 CV, y turbodiésel de 150 y 175 caballos.
El progreso de la tecnología permite afirmar hoy, con un margen de error mínimo, que ya no existen los automóviles malos. Los hay, eso sí, más o menos atractivos en función de la moda y de los gustos de cada cual. Por eso la estética se ha convertido en uno de los factores determinantes a la hora de decidir la compra. No obstante, hay coches que triunfan a pesar de no encajar en el canon de belleza vigente y otros que lo consiguen precisamente porque su estampa refuerza las cualidades latentes. La nueva remesa del Mazda6 pertenece a este segundo grupo.
La firma japonesa siempre suele acertar aportando a las recetas de sus modelos generosas dosis de diseño y de pasión por la conducción. El recién llegado redobla sus esfuerzos en ambos aspectos. Los estilistas de la casa se han lucido al esculpir el envoltorio de esta edición, que adquiere así cierto empaque Premium (sus perfiles curvilíneos evocan la fisonomía de Infiniti). Se puede decir también que la creatividad de los diseñadores se ha diluido antes de acometer la remodelación interior. La cabina no asume riesgos, por lo que resulta tan convincente y pulcra como desangelada.
Mazda ha reconsiderado la oferta del modelo, para plantear a partir de ahora solo dos carrocerías al dejar fuera la alternativa de cinco puertas. Propone una brillante ejecución de tres cuerpos que se estiliza al crecer y perder peso (100 kg). Este sedán es ocho centímetros más largo que el familiar, circunstancia absolutamente insólita; mide 4,86 de largo, seis centímetros más que el Wagon, que además tiene ocho centímetros menos de distancia entre ejes. El maletero cede algo de volumen respecto al modelo homónimo anterior y admite 489 litros (522 en el familiar).
El fabricante afirma que el Mazda6 ha ganado habitabilidad, especialmente anchura y espacio para las piernas. Lo cierto es que estas proporciones lo habilitan para desempeñar las misiones propias de un coche de clase y talla medias.
Su abanico motriz queda delimitado por mecánicas gasolina de 145 y 192 CV, entre las cuales se inscriben las diésel de 150 y 175 caballos. Cualquiera de estos cuatro propulsores, cada uno en su medida, confiere al modelo una respuesta ágil y entusiasta. El Mazda6 sigue el rumbo de su antecesor y demuestra impecables cualidades dinámicas, comportándose con chispa, aplomo y precisión tanto en vías abiertas como en tramos más sinuosos. Es uno de esos coches que permiten viajar de manera plácida y austera en compañía, pero también liberar adrenalina cuando la carretera se enrosca y no hay posibles damnificados a bordo.