BILBAO. El presidente entrante confiesa que accede al cargo por un sentido del deber semejante al que compromete a asumir "la representación de tu comunidad de vecinos" y a petición del mandatario saliente. "Miguel llevaba muchos años, me propuso que continuase… y aquí estamos".

Al nuevo portavoz de los distribuidores de automóviles de Bizkaia se le nota reacio a conjugar la primera persona del singular. Es algo consustancial al carácter de este profesional de 56 años que abandonó prematuramente los estudios de ingeniería para enrolarse en la empresa familiar, Coauto, vinculada a Citroën desde hace cincuenta años. La suya es una de las cerca de ochenta sociedades integradas en la agrupación de concesionarios. "Nos llevamos bien. Cada uno aporta sus ideas y con todas intentamos llevar a cabo una labor de interlocución con la Administración".

Asume esta responsabilidad en el peor escenario imaginable, con las matriculaciones bajo mínimos y con algunos colegas echando definitivamente la persiana.

Lo ideal es poder dar buenas noticias, pero las llamadas que recibes de compañeros… No tenemos claro dónde va a acabar la crisis. Va a ser cruel, no va a perdonar a nadie. Aguantamos sin respirar a ver a dónde vamos, pero estamos llegando al límite. Llevamos cinco años esperando el final del túnel. Ahora se habla del segundo semestre de 2014, con lo que vamos a tener que conocer nuestro lado más humilde.

Pero ustedes no arrojan la toalla.

No. De todas formas, este es un negocio bonito y vocacional, hay que llevarlo en la sangre. Generamos satisfacción en el cliente, que te lo transmite cuando está contento. El coche es una fuente de alegría para una familia. Además, contribuimos a salvar vidas con el aumento de la seguridad.

Los distribuidores soportan grandes instalaciones impuestas por las marcas, altos costes y mínimos márgenes comerciales ¿Qué porvenir tiene el modelo de negocio del concesionario tradicional?

No a este negocio, a todos, hay que darles una vuelta. Hay que estabilizar la situación. Saber cuál es el punto donde tocar fondo. Llevamos demasiados años cayendo. Ningún concesionario de ninguna marca está consiguiendo resultados que permitan sostener su actividad. No somos diferentes a cualquier otro tipo de negocio, ni la industria, ni la hostelería, ni los medios de comunicación. Las estructuras que tenemos son para vender y reparar tres veces más. Replegarse no siempre es sencillo. La parte humana es la más dura. Hemos cerrado puntos de venta, con el coste humano correspondiente. Retroceder siempre es difícil.

¿Cómo valora el representante de los empresarios del automóvil de Bizkaia el efecto del Plan PIVE?

La sensación es positiva, ha permitido amortiguar la caída de ventas que teníamos desde verano. Debe continuar, no es una solución pero viene bien; cortarlo supondría que solo hemos anticipado compras. El Plan PIVE nos obliga a un esfuerzo económico y administrativo importante porque adelantamos el dinero descontado al cliente, pero la administración está pagando bastante puntualmente. Si no lo prorrogan podemos tener un año difícil. Los finales de ejercicio están siendo muy duros en los últimos tiempos y marcan la tendencia del siguiente. Los seis primeros meses de 2013 van a ser como hasta ahora, seguirán las caídas de matriculaciones.

¿Se agudizará, por tanto, la crisis del sector?

No está en crisis el automóvil, está en crisis el cliente. Dependemos mucho de los bancos, ya que más del 80% de las ventas son financiadas. En este momento se está financiando mucho, pero curiosamente a gente que no lo necesita. Los bancos necesitan mover dinero. Nos falta el cliente que antes financiaba, el cliente de la nómina. Esos consumidores ya ni entran.