NUEVA YORK. Petraeus, un general de cuatro estrellas considerado un "general de generales", anunció el viernes pasado su renuncia al frente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) tras admitir que tuvo una relación ilícita con Broadwell después de abandonar el Ejército.

Su anuncio ha causado una conmoción dentro y fuera del Pentágono pero también ha puesto de relieve una gran verdad del siglo XXI: la autopista de la información facilita los amoríos pero también se ha convertido en su tumba.

"No debe sorprender que alguien como Petraeus se haya enredado en un triángulo amoroso. Las necesidades afectivas son distintas a las profesionales, y la inteligencia emocional no tiene que ver con la intelectual... la gente puede tener muchas tentaciones y muchos vacíos que llenar con éstas", dijo a Efe la terapeuta familiar Claudia Campos.

"Los hombres buscan compañía, alguien que los valore, que los admire, y posiblemente ése fue el caso del general Petraeus. Broadwell seguramente sintió admiración por él y empezó a sentirse atraída por su rango, por su historia intelectual y si hubo química y atracción mutua, ¿por qué sorprenderse de que cayeran en esto?", señaló la experta.

Según Campos, la mayoría de las infidelidades ocurre en los lugares de trabajo, donde se pasan más horas que en casa y entre colegas se encuentra un "paño de lágrimas". Los viajes, las largas ausencias y, sobre todo, internet, también facilitan los amores clandestinos, agregó.

El romance del máximo jefe de los servicios secretos de Estados Unidos fue descubierto por la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) después de que siguiera la pista de una queja de acoso presentada por una segunda mujer, Jill Kelley, contra Broadwell, quien consideraba a ésta su rival por los afectos del general.

Los agentes del FBI descubrieron el intercambio de correos íntimos entre Petraeus y su antigua amante en una cuenta de Gmail que ambos compartían.

Quienes deciden llevar vidas paralelas han encontrado en internet un cómplice perfecto en sitios como Facebookcheating.com, o AshleyMadison.com, cuyo lema es "la vida es corta. Ten un affaire".

Pero a Petraeus y a otros en su situación se les olvida que, según los gurus de la tecnología, aun cuando uno borra un mensaje electrónico, éste deja una huella indeleble en el disco duro de la computadora.

Asimismo, los mensajes instantáneos, fotos o textos compartidos en Facebook o Twitter también tienen una especie de marcador electrónico que puede ser rastreado con mucha facilidad en cuestión de minutos.

Toda transacción realizada en internet o con cualquier medio electrónico deja una pista del usuario, sin importar a qué extremo llegue para proteger su identidad, según los expertos.

Es algo que saben muy bien quienes contratan a investigadores al tramitar un divorcio.

Según una encuesta realizada en 2010 por la Academia Estadounidense de Abogados Matrimoniales, el 81 % de los abogados especializados en divorcio dijo que se apoyó en "pruebas" descubiertas en Facebook y otras redes sociales para tramitar sus casos.

Algunos se preguntan si, a raíz del caso Petraeus, sería mejor regresar a los adulterios a la vieja usanza, libres de celulares y demás artefactos de alta tecnología.

Un consejo del congresista demócrata Barney Frank repetido más de un centenar de veces en Twitter parece pensado para las relaciones prohibidas: "nunca escribas cuando puedes hablar, nunca hables cuando puedas asentir, nunca asientas cuando puedes hacer un guiño".

"Los seres humanos no sabemos estar en soledad, pero la gente tiene que recordar que la vida privada a nivel de internet no existe. No hay dónde esconderse", sentenció Campos.