Elegir neumáticos va a ser un poco más fácil. La entrada en vigor de una normativa europea propiciará que todos estos componentes esenciales de un automóvil fabricados a partir del 1 de julio incluyan una etiqueta con sus características. Este documento, semejante al de los electrodomésticos, facilitará datos precisos que describan el producto: su resistencia a la rodadura, su capacidad de frenada en mojado y el ruido que genera.
Probablemente, en la decisión final del cliente por una u otra marca o modelo seguirá pesando el precio. Pero cabe la posibilidad de que, manejando esa información, más personas descubran que los productos aparentemente baratos no siempre salen a cuenta. Especialmente si duran la mitad, si provocan hasta medio litro más de consumo cada cien kilómetros y si necesitan hasta 18 metros más para detener el vehículo un día de lluvia.
La norma se aplicará con carácter obligatorio el 1 de noviembre en los veintisiete estados miembros de la Unión Europea. A partir de entonces deberán lucir el adhesivo informativo todos los neumáticos que se monten en turismos, vehículos comerciales, todoterrenos, camiones, autocares y autobuses. Quedan exentas las piezas recauchutadas y las de clavos, así como las específicas para vehículos históricos, de competición y off road. Aunque los fabricantes seguirán siendo quienes evalúen sus propios productos, a partir de ahora esas calificaciones deberán ser verificadas por la administración de cada país. Los concesionarios y distribuidores de neumáticos también están obligados a mostrar los valores en sus exposiciones y a incluirlos en las facturas.
Hugo Ureta, portavoz de Michelin, considera que la medida propicia que la clientela adquiera un mayor conocimiento, lo que "tiene muchos beneficios, sobre todo para el ahorro directo de los conductores y para el medio ambiente. Además, tendrá influencia en la balanza de pagos de los países, pues será un ahorro en la partida de gasto en combustibles fósiles".
Los legisladores que han redactado la directiva reguladora del etiquetado consensuaron con las compañías productoras que esta contenga datos sobre tres parámetros considerados esenciales para el usuario: eficiencia energética, seguridad y sonoridad. La información irá pormenorizada en cada modelo y medida de neumático. El objetivo es proporcionar al consumidor todas las claves para que pueda decidir cuál es el más idóneo y rentable (para su bolsillo y para el medio ambiente).
¿gasto o inversión? El cambio de calzado es, en el mejor de los casos (de no mediar averías o percances), el mayor desembolso que afronta el propietario de un automóvil. La reposición de neumáticos es una intervención relativamente costosa que no suele preverse entre los consumos fijos del coche, por lo que se tiende a considerarla un gasto extraordinario. No obstante, dada la influencia decisiva que ejercen sobre el comportamiento del automóvil -son su único punto contacto con el suelo y de ellos depende que avance y se detenga con más o menos precisión-, tendría que ser contemplada como una inversión. Y no solo en seguridad; también económica.
Es obvio que unas gomas degradas o con presiones inadecuadas alteran peligrosamente las facultades del vehículo para moverse. Pero lo cierto es que también afectan al bolsillo al repercutir en el consumo.
Escatimar dinero a la hora de renovar estos componentes trascendentales puede comportar también costes ocultos. Muchas personas se decantan por atractivas ofertas económicas de ciertos instaladores especializados y de algunas grandes superficies, que a menudo proponen marcas y productos desconocidos, cuando no de dudosa fiabilidad. Esta es una opción legítima que al menos permite pasar la ITV con la sensación de haberse ahorrado unos cuantos euros. Otra cuestión diferente es la seguridad. En último caso, corresponde a cada conductor decidir qué grado confianza le inspiran esos neumáticos que va a instalar en el coche que utiliza su familia.
Además del grado de eficacia habría que valorar la durabilidad de cada producto. Uno de primera calidad puede duplicar la vida útil de otro con precio aparentemente inferior, pero con origen y antigüedad sin determinar. Por tanto, los costes tienden a igualarse.
Esa tendencia muy extendida a anteponer el precio al resto de criterios que rigen la elección de neumáticos contrasta con las expectativas que los usuarios dicen tener. Los estudios de mercado revelan que los automovilistas piden a las ruedas versatilidad, seguridad y buen comportamiento. Quieren cubiertas que permitan rodar en todo tipo de carreteras ofreciendo buen agarre en seco y en mojado al acelerar, frenar y girar. Esperan que duren muchos kilómetros y que mantengan sus cualidades (al 34% les molesta que se desgasten tan rápido). Y prefieren sigilo a diseño.
La asignatura pendiente de estos usuarios exigentes y poco proclives a gastar es el mantenimiento. Muy pocos conductores prestan la debida atención a los neumáticos. Los cambian más o menos cuando corresponde o cuando ya no queda otro remedio (la recesión económica provoca que se estiren los plazos de renovación), pero olvidan vigilar periódicamente el desgaste y comprobar que las presiones sean las apropiadas. La tercera parte de los vehículos examinados en la última campaña de revisión gratuita puesta en marcha por Michelin llevaba carga insuficiente.
Una presión de aire inadecuada incrementa el consumo de combustible y, por consiguiente, las emisiones de dióxido de carbono. También acorta la vida útil, prolonga la distancia de frenado y acentúa el riesgo de sufrir aquaplaning (pérdida de control del vehículo por la incapacidad del neumático de drenar el agua acumulada sobre la calzada). Un bar menos de presión obliga al coche a recorrer cinco metros más para detenerse cuando se circula entre 70 y 90 km/h; ese deficiente inflado supone, además, un sobrecoste en consumo del 6%.