En SEAT están orgullosos del Ibiza y no es para menos. La actualización del proyecto esbozado en los años ochenta sigue siendo un imán para la clientela y, por tanto, motivo de satisfacción para la compañía (ha vendido más de 4,6 millones de unidades). Este automóvil líder de la clase popular parece haber descubierto la fuente de la eterna juventud y, como Peter Pan, siempre se resiste a crecer y a envejecer. Madura manteniendo la frescura gracias a intervenciones revitalizadoras como la que ahora acicala su rostro. Esos arreglos estéticos acentúan su expresión pero preservan las señas de identidad comunes a los tres formatos del modelo (SC, cinco puertas y ST familiar), que repite repertorio motriz y afina aún más su relación calidad-precio. Hay un Ibiza desde 11.950 euros.

La partida actual evoluciona sin renunciar a sus valores esenciales. Eso sí, SEAT se ha plegado un poco a los dictados de la moda; al menos eso sugieren las composturas aplicadas a su envoltorio. Los estilistas de la firma ponen al corriente el utilitario alterando algo sus facciones. Incorpora un capó fruncido (exhibe un pronunciado nervio central y flancos más prominentes), parrilla frontal en forma de trapecio con trama de nido de abeja y, bajo ella, una entrada de aire más ancha.

El Ibiza adquiere expresividad estrenando unos grupos ópticos perfilados siguiendo las mismas pautas geométricas que esculpen su carrocería. El catálogo actual oferta dos tipos de iluminación: halógena y Bi-xenón, que incluye luces LED diurnas delanteras (las traseras son opcionales). Nuevos son, asimismo, los paragolpes, que asumen un protagonismo más intenso en la interpretación deportiva FR. Esta ejecución superior comparte con la intermedia Style unos generosos proyectores antiniebla provistos de función cornering (se encienden alternativamente en respuesta a los movimientos del volante para iluminar el interior de las curvas). Vista de perfil, la última edición del popular modelo luce algo más de músculo debido al diseño de los pasos de rueda y a la línea ascendente de su cintura.

Al acceder a su interior transmite la sensación de estar a bordo de un coche de mayor empaque. Ha prosperado la ambientación y también la calidad de los materiales, especialmente los plásticos (los ajustes ya eran irreprochables). Mejora, asimismo, la capacidad de sujeción de los asientos. Lo único que se echa de menos es un poco de colorido que anime un cuadro de mandos por lo demás completo, intuitivo y legible.

Repite gama motriz

La oferta mecánica del Ibiza no experimenta cambios trascendentales. Componen su repertorio modernas unidades diésel y gasolina de tres y de cuatro cilindros. Por ahora, a la espera de que se incorpore la habitual variante deportiva Cupra, el elenco cubre un abanico de potencia desde 60 a 150 caballos.

Establecen esos límites las variantes gasolina TSI 1.2 de 12 válvulas y TSI 1.4. De momento, la alternativa más alegre es esta última, provista de doble sobrealimentación y asociada a la transmisión automática secuencial DSG de siete marchas. Consigue una velocidad punta de 212 km/h y es capaz de brincar de 0 a 100 km/h en 7,6 segundos. La variante más modesta equipa el propulsor de tres cilindros multiválvulas. La más eficiente, en cambio, recurre a otro 1.2 de cuatro cilindros que rinde 105 CV: se contenta con 5,1 litros de promedio y consigue contener las emisiones de CO2 en 119 g/km (evita así el Impuesto de Matriculación). La oferta gasolina se completa con otras dos propuestas de 70 y de 85 CV.

El muestrario gasóleo contiene cuatro variantes perfectamente afinadas, escalonadas desde 75 a 143 caballos. La menor de todas es la 1.2 TDI CR E-Ecomotive, que sobresale por su compromiso medioambiental. Disfruta de sistemas Start/Stop (desconecta el motor si el coche está parado, la palanca de cambios en punto muerto y el conductor suelta el pedal de embrague) y de recuperación de energía. Esta versión, que incluye algunos ajustes aerodinámicos, reduce tanto su avidez (homologa 3,4 litros a los cien) como sus secuelas contaminantes (exhala 89 g/km de dióxido del carbono).

En el extremo opuesto, por lo que a potencia se refiere, aparece el motor dos litros TDI Common Rail, cuyos 143 CV lo convierten en el más solvente instalado en un vehículo de esta categoría compacta. Logra rodar a 210 km/h de punta pero, moderando la conducción, llega a conformarse con 4,6 litros a los cien y expele únicamente 119 g/km.

El Ibiza, que casi siempre ha destacado por sus impecables cualidades dinámicas, vuelve a revalidar estos méritos. La generación actual brilla debido al aplomo y la agilidad que confiere su excelente chasis, perfectamente apto para desempeñar misiones deportivas. Las creaciones superiores del modelo (con motor de 105 CV en adelante) añaden al control de estabilidad de serie el diferencial autoblocante electrónico XDS. Este dispositivo garantiza la motricidad óptima: cuando la electrónica detecta que la rueda delantera situada en el interior de la curva pierde adherencia aplica un breve impulso de frenos sobre ella para compensar la tendencia del coche a subvirar.