Vitoria. No tema si al encender el televisor en estas fechas tiene un deja-vú o sensación de haber vivido ya esa escena en su vida. Como cada año, no faltan a su cita en la parrilla televisiva el inmortal Charlton Heston en la piel de Ben-Hur, Kirk Douglas encarnando al revolucionario Espartaco y el bueno de Pablito Calvo en Marcelino, pan y vino, entre otros muchos filmes incondicionales de la Semana Santa. Al igual que asistir a los pasos y procesiones o degustar torrijas, los mandamases de la pequeña pantalla tienen por fervorosa costumbre programar en bucle los citados títulos y otros filmes como Sansón y Dalila (1949), Quo vadis? (1951), Los diez mandamientos (1956), Barrabás (1961), El evangelio según San Mateo (1964) o La reposición más grande -perdón-, La historia más grande jamás contada (1965).
Dirigido por William Wyler y protagonizado por Charlton Heston, Ben-Hur (1959) narra -durante cuatro horas, toda una tarde- la vida del judío Juda Benhur en los años de la predicación de Jesús. El filme batió récords y obtuvo nada más y nada menos que 11 estatuillas en los Oscar, además de otros prestigiosos galardones, entre los que se encuentra el Globo de Oro al mejor drama, así como el BAFTA a la mejor película.
Otro clásico inmortal es Espartaco (1960). Bajo las órdenes de Stanley Kubrick, un gran elenco de actores encabezado por Kirk Douglas, Tony Curtis, Laurence de Olivier y Peter Ustinov representaron la historia de Espartaco, un esclavo tracio que fue vendido como gladiador en Italia y que lideró la rebelión de los esclavos (73-71 a. C.) contra la República romana.
religión y rock n' roll Anteriores a estas películas es Marcelino, pan y vino (1954), cuyo protagonista Pablito Calvo se antoja una suerte de Dorian Gray televisivo. Este drama religioso gira en torno a la vida de Marcelino, abandonado a su suerte siendo un bebé en la puerta de un convento de frailes franciscanos. La cinta fue dirigida por Ladislao Vajda y la banda sonora vino de la mano del compositor donostiarra Pablo Sorozabal.
La producción televisiva Jesús de Nazaret (1977), del director Franco Zefirelli, también contó con un reparto estelar, con actores como Anthony Quinn, Claudia Cardinale, Laurence Olivier y Robert Powell, en la piel -nunca mejor dicho-, de Jesús.
Por otro lado y en clave de rock, el musical Jesucristo Superstar (de Norman Jewison, 1973) se basa en la homónima y exitosa obra de Broadway que relata la historia de Jesús de Nazaret, a través de canciones y con ciertas licencias: actores de estética hippie, una historia contada desde el punto de vista de Judas, un Jesús más mundano que sobrenatural… Sin embargo, según destaca el portal web Film Affinity, se vendieron millones de discos de su banda sonora en todo el mundo.
Polémicas Pese a que la mayoría de estos títulos cuentan con versiones anteriores y remakes más actuales -¿sabían que el oscarizado Christian Bale encarnó en 1999 a Jesús de Nazaret en María, madre de Jesús?-, parece que estos clásicos prevalecen en la pequeña pantalla.
Igual de inolvidable y siempre irrisoria es La vida de Brian (1979), tercer largometraje de los Monty Python (Terry Gilliam, Eric Idle, John Cleese, Michael Palin, Graham Chapman y Terry Jones, siendo éste último el director de la cinta). Narra la parodia de un niño que nace el mismo día que Jesucristo, con los consecuentes malentendidos que esto acarrea. La comedia británica contiene escenas -y canciones- tan inolvidables y paradójicas como aquella en que los crucificados entonan el tema Always Look On The Bright Side Of Life (Mira siempre el lado positivo de la vida, en inglés). La vida de Brian fue un indudable éxito en taquilla, y si bien algunos colectivos protestaron y censuraron el trabajo de los Monty Phyton, toda crítica no hizo sino crear más expectativa y acrecentar su éxito.
Algo parecido debió ocurrirle al actor Mel Gibson cuando dirigió La pasión de Cristo en 2004. El largometraje protagonizado por Jim Caviezel (Jesús de Nazaret) y Monica Belluci (María Magdalena), no estuvo exento de polémica, pues recibió críticas que lo acusaron de antisemita y de mostrar una extrema violencia (el largometraje recrea con crudeza las últimas doce horas en la vida de Jesús de Nazaret). Pese a esto, cerca de cuatro millones de espectadores asistieron al estreno, y un total de 121 millones de personas avalaron la película de Gibson, lo que llevó a incluir el filme entre los 25 más vistos en 2004.
Como en todo, hay espectadores que asisten religiosamente a la enésima reposición de estos títulos, quién sabe si por inercia, aburrimiento o santa devoción. De otro lado, hay quien reniega de ver la televisión por estas fechas, tal vez porque las historias interminables de romanos y las proezas bíblicas les resultan tan indigestas como las comedias norteamericanas navideñas en pleno agosto. Suerte que el espectador dispone de la TDT... donde quizá puede disfrutar de Jesucristo Superstar en HD. Que no decaiga.