Si el afán de superación fuese un virus, el de Renault sería un caso perdido. Desde que a finales del año pasado presentó en Bilbao el actual Twingo, la marca del rombo pisa a fondo el acelerador con el objetivo de modernizar su repertorio. El estreno de nuevas creaciones y las actualizaciones de productos conocidos casi se solapan. Así, el lanzamiento del revolucionario Twizy viene precedido por la incorporación de las últimas remesas de Mégane y Scenic. El compacto de clase media y su derivado monovolumen reclaman atención y cobran valor añadido gracias a tenues retoques formales. Esos ajustes de imagen no vienen solos y en vuelven aportaciones técnicas entre las que figuran motores dCi y gasolina más eficientes.
El Mégane 2012 cambia de expresión, más que de semblante. Lo consigue al acuñar unos paragolpes diferentes y adoptar grupos ópticos con iluminación diurna por diodos. Completa su figura aderezando llantas y tapicerías, además de agregar detalles cromados y adhesivos para decorar la carrocería. Estas leves modificaciones engalanan tres de los envases disponibles: la berlina de cinco puertas, el coupé de tres y el familiar; la excepción es el convertible.
Esas variantes del modelo, considerado uno de los referentes de la categoría en materia de seguridad, se enriquecen con recursos como el Visio System. Este dispositivo, de serie en los acabados superiores y opcional en los modestos, combina la alerta por cambio involuntario de carril y la alternancia automática de luces largas y cortas. Se sirve de la cámara instalada junto al retrovisor interior, cuyas imágenes permiten que el sistema controle la trayectoria del vehículo (reconoce las líneas en el asfalto) y la luminosidad del entorno (detecta luces de frente e iluminación ambiental) para adaptar la intensidad y el alcance de los proyectores. Otro complemento incorporado a los Mégane es la ayuda para el arranque en pendiente.
El elenco motriz al servicio de este automóvil contempla una decena de supuestos. Sugiere mecánicas diésel y gasolina entre 90 y 265 CV, cada una con pretensiones y credenciales bien distintas. Destacan en este catálogo tres incorporaciones pertenecientes a la serie Energy, unidades provistas de sistemas Start&Stop (detiene automáticamente el motor en las paradas para ahorrar) y de recuperación de energía en la frenada.
La más discreta de ellas es la TCe 1.2 de gasolina, propuesta de cuatro cilindros dotada de inyección directa y de sobrealimentación que suministra 115 caballos. Es una mecánica de respuesta sigilosa y suave que declara un promedio ideal de consumo de 5,3 litros y unas emisiones mínimas de CO2 de 119 g/km.
Renault dirige las otras dos alternativas a esa mayoría de clientela partidaria del gasoil. Propone un dCi 1.6 en sustitución del 1.9 de 130 CV; dicho motor brinda la misma potencia pero mitiga la voracidad y la huella contaminante al conformarse con 4 litros a los cien y emitir 104 g/km. Un peldaño por debajo se ubica un Energy 1.5 dCi de 110 CV todavía más sosegado y austero. Plantea una interesante opción de compra, en especial para las personas más sosegadas y/o austeras, puesto que solo reclama oficialmente 3,5 litros a los cien y emite 90 g/km de dióxido de carbono.
Scenic y Grand Scenic De este último propulsor diésel, que procura un 8% más de par y atenúa tanto el gasto como la contaminación (-16% y -18%), también se beneficia la gama Scenic. Implantado en el monoespacio, se conforma con 4,1 litros a los cien y expele 104 g/km de CO2, emisiones que permiten eludir el Impuesto de Matriculación. Este modelo de corte familiar también contará a partir de mayo con la aportación del motor de gasolina TCe 1.2, para el que vaticina un gasto medio ideal de 5,8 litros. Ambas mecánicas se suman a la lista integrada por variantes gasolina 1.6 16V y 2.0 CTV (automática de variación continua) con 110 y 140 CV, y por unidades diésel dCi de 90, 130 y 150 CV.
La evolución formal del modelo pionero en aplicar los cánones del diseño monovolumen a la talla media discurre paralela a la del Mégane. En la entrega actual Renault distingue claramente entre un Scenic corto de aire deportivo y un Grand Scenic con talante más señorial. Este envase largo sigue aprovechando su mayor eslora para instalar la opción de una tercera línea de asientos plegables que ocupa casi todo el maletero. El aforo aumenta así hasta siete plazas; las butacas suplementarias, que cuestan unos 500 euros, no solo son aptas para niños.
Los Scenic han incrementado sus dotaciones con los mismos recursos técnicos del Mégane: el Visio System (245 euros si es opcional) y el arranque en cuesta ya comentados. La gama delimita su tarifa entre 17.300 y 28.600, dependiendo del motor empleado y de la terminación elegida entre las cuatro disponibles. Decantarse por la variante formal más espaciosa supone desembolsar 900 euros más.