Vitoria. A Pedro Erquicia se le identifica de inmediato con Documentos TV (DTV) y con Informe Semanal, pero sus 43 años de trabajo en TVE han dado para mucho más. Desde la perspectiva que le da la experiencia, tiene muy claras las ideas que deben sobrevivir en el periodismo actual.

¿Ya ha votado en la web sus cuatro reportajes favoritos?

No. Creo que sería un voto mediatizado. La decisión debe estar en manos del espectador habitual del programa a lo largo de estos años.

¿Siente especial orgullo por alguno, aunque no sea de este grupo?

Es muy difícil, casi imposible, tener alguno predilecto pero sí me sentí muy orgulloso cuando el programa cumplió 20 años y se realizaron cuatro largometrajes documentales de producción propia. Una apuesta difícil y complicada que funcionó muy bien tanto en emisión como en los distintos festivales. Fueron cuatro piezas excepcionales: Bienvenido Míster Kaita, En el umbral, Feliz vida loca y Muerte de una puta. Por cierto el pack sigue a la venta.

La emisión en 1995 en 'Documentos TV' del reportaje 'Las habitaciones de la muerte' conmocionó a todo el país...

Este documental narraba la situación en los orfanatos de la República Popular de China a raíz de la implantación, en 1979, de un decreto por el que cada familia no puede tener más de un hijo. Esta política ha llevado al abandono de un gran número de bebés en los orfanatos. Uno de los asuntos graves es que, de esos niños, los de sexo femenino son los que tienen un destino aún peor. Era el escalofriante relato de cómo millones de niñas recién nacidas son abandonadas en orfanatos en condiciones realmente espantosas.

Usted fue creador y director de 'Informe Semanal'. Sus programas tienen el don de la longevidad...

Tuve el inmenso privilegio de poner en marcha este espacio, convertido en todo un clásico de la programación con 38 años ininterrumpidos en antena. Hoy me siento satisfecho porque se creó una escuela de hacer y concebir el periodismo en televisión, se introdujeron formas de trabajo que aún siguen vigentes y se consolidó un formato que permanece inalterable. Informe Semanal se ha convertido en la mejor escuela de reporteros de la televisión y ha recibido todos los premios y galardones que se otorgan en el campo de la comunicación. El mejor de todos es para mí que aquella idea continúe viva. En cuanto a la longevidad, creo que el secreto sí existe. Se asienta en cuatro patas: pasión, trabajo, entrega y tesón en todo aquello que acometo. Y como me gusta la cocina, lo aderezo todo con un poco de amor.

¿Su momento más difícil en 43 años en TVE fue la grabación del mensaje del rey el 23-F?

Que el 23 de febrero de 1981 fue un día más que difícil, muy complicado, lo sabe todo el mundo. Cuatro párrafos, 21 líneas, 175 palabras. Mensaje breve, conciso, directo y sereno. Un minuto veintiséis segundos fue la duración del mensaje de S.M. el rey. Un tiempo de televisión precedido de 17 horas de tensión, incertidumbre, miedo. Aquel lunes fue un día profesionalmente complicado. ¿Hubo otros? Recuerdo la toma de la Embajada de España en Guatemala, el asalto de la de El Salvador y algún otro que se queda en el tintero. Pero difíciles han sido otros muchos días en los que aparentemente no pasa nada y los cuchillos y lanzas silban a tu alrededor, producto del ardor cainita de nuestra profesión.

¿Los informativos de ahora no duran demasiado?

Algunos me parecen eternos, sobre todo los de una cadena de ámbito estatal. Una vieja frase de la profesión dice algo así como que el contenido de un telediario debe ocupar la primera página de un periódico. Pienso que los informativos diarios actuales deben pasar por una profunda remodelación ante la evolución de la oferta existente. Por ejemplo, ahora no es necesario estar a las 3 del mediodía o las 9 de la noche frente al televisor para ver las noticias. Desde que existen los canales 24 horas noticias puedes estar informado en cualquier momento. Si además estás suscrito al canal de pago accedes a ocho canales más de estas características que ofrecen perspectivas diferentes. Y sin olvidar el inmenso desarrollo de la información on line.

¿Los periodistas más jóvenes creen que Google es la mejor fuente?

Mi percepción es algo peor. Es la fuente, punto. También creo que esa fuente como único elemento será el principio del fin para muchos. Pienso que hay que saber armonizar las nuevas tecnologías con las raíces del periodismo. Me gustaría que esos jóvenes periodistas recordaran la figura de Nicholas Cage (ninguna relación con el actor), un gran investigador de los 70 en The New York Times, que empleaba el 70% de su vida social con sus fuentes de información. Solía decir que "las fuentes no te creen si no estás cerca". O que leyeran lo que escribió en 2002 el escritor y periodista de culto polaco Ryszard Kapuscinski: "La principal fuente son los otros, la gente. La segunda son los documentos, los libros, los artículos sobre el tema. La tercera fuente es el mundo que nos rodea, en el que estamos inmersos."

En cuanto a los reportajes y 'DTV', ¿hay diferencias entre los reportajes estadounidenses y europeos?

Sí. Pero permítame un matiz importante. El existente entre los países anglosajones y el resto. Son dos estilos diferentes. Incluso dentro de los anglosajones -EEUU y Gran Bretaña- hay diferencias. Los europeos, y sobre todo los franceses, tienden más al llamado documental de autor.

¿Qué prefería para 'DTV'?

Creo que uno de sus éxitos es que ha sabido mezclar un conjunto de tendencias, estilos narrativos y contenidos, todo en el contexto de eso que se define como actualidad permanente. Para ello es fundamental poner en práctica un lema del que he hecho bandera como método de trabajo: "No podemos planificar lo imprevisible pero si podemos adelantarnos a lo evidente".

¿Compraba más reportajes de televisiones públicas o privadas?

Siempre intentamos seleccionar los que a nuestro juicio eran los mejores. Lo que buscaba es que la historia fuera potente, interesante, que planteara un asunto que pudiera apasionar al espectador de La 2, cadena en la que siempre se ha emitido. En gran medida se consiguió.

¿Hay que tener muy en cuenta el precio para hacer la selección?

El mercado marca los precios de una manera bastante estable para cada territorio. Nunca se produce un precio disuasorio. Quien vende, quiere que su producto se adquiera. Para España, en emisión en abierto y con derechos de dos pases en dos años en todo el territorio, existe una horquilla entre 4.000 y 10.000 euros por pieza de 55 minutos. A partir de ahí todo es negociar. A eso hay que sumar los costes de traducción y doblaje. En el caso de producción propia la horquilla es mucho mas amplia, como lo son los derechos de emisión.

Uno de los grandes hitos del programa fue lanzarse a producir reportajes propios en 1999. ¿Hubo resistencia en los despachos?

Cuando me hice cargo del programa en 1990 me marqué dos metas: su contextualización en la actualidad y la producción propia, en los parámetros seguidos por otras televisiones de relevancia mundial. Lo primero se logró con cierta celeridad. Lo segundo es una realidad que se proyecta en los más de 120 documentales producidos hasta que dejé TVE. Convencí a los directivos de la época de la necesidad de contribuir a potenciar el desarrollo del audiovisual español, de abrirnos a un enorme potencial de jóvenes directores y realizadores del género que sabían contar historias de otra manera. Todo ello con un reto en el horizonte: ofrecer a los espectadores una televisión de calidad, que abordase desde cerca la realidad social y una apuesta por la inteligencia frente a la trivialidad.