En marzo de 2000 pocos habían oído hablar de Gran hermano (Big brother, en el original en inglés). El cambio de milenio atacó a la televisión con este reality que sorprendió, indignó y arrasó en audiencias. El próximo viernes, 23 de abril, se cumplen diez años de la primera emisión.
Una década después: ¿Se acuerdan de los trece primeros concursantes? ¿Qué fue de ellos? ¿Qué supuso este concurso para los televidentes? ¿Cómo influyó sociológicamente en la televisión? ¿Qué atrae al espectador? Alejandro Navas, sociólogo de la Universidad de Navarra, reflexiona sobre Gran hermano y explica los pilares en los que se asienta un éxito que ya ha superado once ediciones en tiempos de cambios continuos en las programaciones.
"Cuando empezaron el programa lo vendían, era el discurso reiterado de Mercedes Milá, como un experimento sociológico. Eso es una excusa barata , una mentira podrida. ¿Dónde está el interés de Gran hermano? Ahí se presentan los dos grandes temas: el sexo y la violencia. ¿Qué se busca en el programa? Quién se pelea con quién y quién se acuesta con quién". Alejandro Navas cree que estos dos argumentos, usados con maestría por los responsables del espacio, es lo que valoran los espectadores que lo siguen con mucha pasión.
Roberto Ontiveros fue director de Gran hermano durante las siete primera ediciones. Él sí piensa que es un experimento sociológico: "Todo el mundo hablaba del programa, todos conocían a los personajes, hasta hubo debates, se apagó el fútbol en los bares y se empezó a ver el programa. Si eso no es un experimento sociológico, que venga Dios y lo vea".
Alicientes Según el sociólogo Navas, la competición es otro de los alicientes que se puede sumar a los enfrentamientos y el sexo: "Además, hay que tener en cuenta que el mecanismo de eliminación da poder al público, es como el circo de la Roma clásica. Era el emperador el que tenía la última palabra, pero el público con sus ovaciones o abucheos sentía que tenían cierto poder. Aquí lo mismo, el espectador puede sentirse poderoso. Para el ganador hay un premio en metálico y, sobre todo, fama y notoriedad. Son ingredientes que explican ese éxito. Hay un dato, cuando el autobús del programa sale de casting, hay miles de personas que quieren pasar esas semanas en el barracón y ser carnaza para alimentar el morbo de la audiencia". Añade que hay un juego típico de la sociedad actual y que se sitúa entre el exhibicionismo y el voyeurismo.
El ex director de este programa, señalaba en una entrevista reciente que no entendía qué tenía de malo que la gente busque fama y dinero: "Hay toreros que también buscan fama y dinero, estos exponen su vida al toro. Pero los concursantes son muy generosos compartiendo la intimidad y sentimientos con nosotros".
Los primeros La repercusión de la primera edición fue tan desmesurada que sorprendió a todos los expertos en televisión. Han pasado diez años y más de cien personas han buscado otra forma de vida diferente al entrar en el programa. Los primeros concursante fueron los conejillos de indias de una televisión que quería romper los moldes tradicionales y que acabó imponiéndose.
Fueron, sin ninguna duda, los que tuvieron mayores momentos de gloria, mayores cachés, pero también pagaron la novatada. La fama se les subió a muchos rápidamente a la cabeza, otros pasaron página con discreción. Dos concursantes vieron cómo el pasado volvía a ser presente cuando una revista publicó sendos reportajes en los que se decía que habían ejercido la prostitución.
Edición tras edición han ido saltando nombres de concursantes que se olvidan de forma rápida para dejar hueco en la memoria a los de la siguiente hornada. Algunos se resisten a dejar esa fama efímera y se convierten en tertulianos de programas del corazón. "Es curioso, algunos cuentan en el programa cosas que no se la dirían nunca a gente de su confíanza y hay gente que está dispuesta a escuchar lo que dicen. A mí me parece alarmante. Crea los antivalores. De siempre, la fama se ha basado en algún tipo de logro artístico, científico, deportivo... En cambio ahora no, lo importante es montar broncas, hacer el numerito porque eso asegura una notoriedad. Dura un tiempo, porque se agota y caen en el olvido", señala Navas.
El olvido para unos es la oportunidad para los siguientes. Gran hermano estrenará este año su edición número doce. Seguirán saliendo famosos exprés con fecha de caducidad. La mayoría verán cómo esa notoriedad pasa de creciente a menguante y acaban convirtiéndose en juguetes rotos y olvidados.