En su libro Las cicatrices no duelen (Ed. Planeta) quiere mostrar que se pueden romper los nudos emocionales que nos atan al pasado, curar las heridas que nos impiden decidir con libertad, al tiempo que sentirnos orgullosos de las viejas cicatrices que forman parte de las personas que somos. En concreto, subraya, la razón de mirar hacia atrás es "realmente cambiar el presente y disfrutar de verdad de lo que somos tras superar el pasado traumático. La mejor noticia es que el cambio está abierto para todos, y además son muchas las rutas que se pueden seguir para hacerlo", sentencia. Porque "nunca es tarde para superar el pasado y disfrutar de la vida".

En su publicación, la psiquiatra nos muestra una reveladora ruta hacia la curación emocional. En su opinión, el lastre del pasado cambia de forma radical nuestras vivencias presentes y nos permite realmente estar. En opinión de esta especialista, todos los procesos de curación emocional tienen un curso natural que hay que respetar. "Cuando estamos tristes tenemos que derramar lágrimas; de este modo dejamos salir la presión. Como la tristeza la produce, en numerosas ocasiones, una pérdida querida, lo que nos alivia es conectar con otra persona que está pasando por la misma situación o el abrazo de un ser querido; y también ayuda el abrazo de alguien que nos entienda", explica.

Seguir adelante

Si seguimos estas recomendaciones, la lógica tristeza se irá apagando poco a poco. "Quedará una cicatriz emocional, que nos dirá que lo que pasó fue importante y muy doloroso. Será entonces cuando podremos salir adelante y hacer una vida normal", recalca.

Anabel González reconoce que cualquier recuerdo que todavía esté unido a emociones, sobre todo si son negativas, puede seguir lastrando nuestra vida, llevándonos a reaccionar en el aquí y ahora con patrones antiguos que ya no se corresponden con nuestra realidad actual. "Si nuestras heridas no han curado, nos parece que la única opción que tenemos es proteger la zona para que nada la roce. Sin embargo, cuando han cicatrizado, ya no es preciso tomar tantas precauciones; la vida nos ha enseñado que, aunque nos hagamos más heridas, esas siempre acaban curando y dejando de doler".

La experta es consciente de que las personas somos complejas y en muchas ocasiones nos aferramos a nuestros problemas o nuestras creencias negativas. "Nos asusta más tomar la iniciativa de cambiar que seguir encontrándonos mal. No nos vemos capaces de hacer las cosas que nos podrían ayudar. Aunque lo que suele ocurrir es que estamos bloqueados por situaciones de las que no somos ni siquiera conscientes", asevera.

Porque resolver nuestros problemas, explica la psiquiatra, no tiene que ver con caer a un abismo de dolor, sino con deshacer y aliviar ese dolor que nos abruma, cuando por fin la vida nos lleva a un momento en el que esto es posible. "Hacer esto es lo que nos ayudará a poder avanzar", sentencia.

En cuanto a las terapias que nos ayudan a que nuestras cicatrices emocionales dejen de dolernos, reconoce que hay muchas que tratan de mejorar nuestro funcionamiento en la vida, aunque la mayoría "se centran en el aquí y ahora". Para ella, la terapia EMDR (Eye Movement Desensibilization and Reprocessing) comienza sacando peso de la mochila de nuestra historia pasada y continúa dedicando atención a la situación en el presente. "Una vez resuelto lo de atrás, toca aprender a vivir el ahora sin aquellos lastres del ayer y trabajar en lo que aún puede bloquearnos en el día a día. Con la EMDR no vamos a escarbar en el pasado, sino que el objetivo es desmontar todas aquellas influencias negativas de ese pasado. Su fin real es poder vivir el presente de otro modo, más satisfactorio, sintiéndonos más conectados con nosotros mismos y, por supuesto, con los demás".

González hace especial hincapié al señalar la importancia de no dejar de cuidarnos nunca, porque si intentamos desbloquear una experiencia difícil y dolorosa mientras nos machacamos internamente por haber dejado que pasase, nos dolerá todavía más. "Es como intentar limpiar una herida a la que estamos echando sal a puñados. Por ello, si la persona ha aprendido antes a tratarse mejor, a entenderse y a cuidarse, y a hacerlo aún más cuando se siente mal, el trabajo con recuerdos se hace más eficaz", reconoce.

El autocuidado sano es un equilibrio entre protegernos de las cosas malas y dejar entrar las cosas buenas. Por ello, si somos marcadamente autosuficientes, explica la especialista, hemos de aprender a contar con frecuencia lo que nos afecta, "aunque pensemos que no hace falta; los que van de un extremo a otro han de practicar el término medio: contar algo menos cuando conocen a alguien hasta ver cómo responde y no borrarlo de forma fulminante de la lista de amistades cuando hace algo que no nos gusta", sostiene González.

Escuchar al cuerpo

La psiquiatra apunta la importancia de escuchar a nuestro cuerpo (sin castigarnos). Porque muchas personas padecen problemas físicos derivados de factores emocionales. "El estado emocional influye en nuestro sistema inmunitario, y la tendencia a la inflamación del organismo puede contribuir a generar un estado depresivo; las emociones suprimidas o mal reguladas desencadenan o empeoran numerosas patologías físicas".

Se ha demostrado que cuando la parte emocional de una persona lo está pasando mal, muchas veces el problema físico lo hace también. "Un sueño que se repite es como un nudo donde enlazan muchas cosas que la persona no ha podido asimilar; es como si el cerebro por la noche tratase continuamente de deshacer esos nudos emocionales, pero están tan enredados que no lo consigue", reconoce. "Las emociones que generan son complicadas para la persona. De ahí que con frecuencia se despierte en medio del proceso".

Reconoce que dedicar mucha atención a lo que los demás debieran cambiar es una pérdida de tiempo que solo lleva a nuestra insatisfacción. "Algunos recuerdos pudieron generar emociones intensas en el pasado, pero al evocarlos ahora están completamente desprovistos de emoción. Ya no notamos nada al pensar en ellos, aunque nos paremos con detenimiento a observar nuestras sensaciones, en particular las del interior del cuerpo. Otras memorias, sin embargo, al margen de cuánta emoción nos generaron en su momento, siguen produciéndonos sensaciones perturbadoras", apostilla la psiquiatra.

En lo que respecta al autocuidado, ¿qué es estar bien? "La regla es cuanto peor, mejor. Cuanto más complicada se ponga la vida, más tengo yo que cuidarme a todos los niveles, en las relaciones, en mi forma de estar en el mundo. No seremos libres si no somos flexibles, si no nos permitimos evolucionar", sentencia.

¿Qué es la terapia EMDR?

* Avalada por la OMS y recomendada desde 2013 como mejor tratamiento para Trastornos de Estrés Postraumático.

* En el Estado español algunos hospitales la han incorporado a su Unidad de Personalidad y Comportamiento.

* De base científica, la emplean médicos, psiquiatras y psicólogos.

* ¿Qué la diferencia de ir al psicólogo? La terapia de conversación ayuda a organizar lo que tenemos, pero no llega a las áreas de cerebro donde se almacenan los recuerdos dolorosos.

* Roger Salomon (psicólogo y psicoterapeuta especializado en las áreas de trauma y dolor) utiliza esta terapia con el FBI y la NASA.

* El doctor Martin Teicher (experto mundial sobre los efectos del maltrato en el cerebro y catedrático de Harvard) sostiene que "tiene base científica, y eso es un avance tremendo".

Quién es

Anabel González epsiquiatra y psicoterapeuta, doctora en Medicina y especialista en criminología. Pertenece a la Directiva de la Sociedad Española de Trauma Disociación (ESTD) y es vicepresidenta de la Asociación EDR España. Trabaja en el Hospital Universitario de A Coruña, desde hace unos años imparte formación a otros especialistas y es entrenadora acreditada de terapia EMDR. Colabora como profesora invitada en el Master de Psicoterapia con EMDR de la Universidad de Educación a Distancia y es autora de Las cicatrices no duelen. Su anterior libro, Lo bueno de tener un mal día, ha sido traducido a varias lenguas.