En el conjunto del Estado español se realizan entre 700 y 1.000 exploraciones radiológicas por cada mil habitantes y año, una cifra similar a la de los países de nuestro entorno. Sin embargo, responsables de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM) reconocen que un tercio de ellas no están bien indicadas y son, por lo tanto, sobrantes. Y "sabiendo que la mejor radiación segura es la radiación cero, cualquier prueba diagnóstica innecesaria irradia demasiado", sostienen desde esta sociedad científica, al tiempo que indican que "el abuso no es una característica específica de España; el problema existe igual en muchos de los sistemas sanitarios de la Unión Europea". Por ello, hay una directiva europea que insta a prestar especial atención a la justificación de las pruebas radiológicas.

"Hace unos años se abusaba más de este tipo de pruebas. Los médicos tenían una fuerte presión por parte de los pacientes que las demandaban, y si el facultativo no se la prescribía la consulta acababa como el rosario de la aurora, así que muchas veces, por no tener problemas, se incluían estas pruebas", sostiene el doctor Javier Gómez, especialista de radiología con muchos años de práctica clínica. "Afortunadamente, las cosas han cambiado y para bien, tanto por la crisis como por la mayor concienciación de la ciudadanía de los efectos adversos de radiarse en exceso", recalca.

En noviembre entró en vigor un primer Real decreto (el 601/2019) para trasponer una directiva a la legislación española. A través de ella se establece que se implante de forma obligatoria un registro de dosis ?de la radiación aplicada a cada paciente a lo largo de su vida? que garantice un mayor control y, por lo tanto, una seguridad.

De hecho, el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS) es uno de los centros que lo llevan haciendo desde 2014, aunque hay hospitales en el Estado donde aún no han empezado.

La radiación recibida por el paciente depende del tipo de prueba y de la zona del cuerpo irradiada. Por ejemplo, un TAC o escáner en el abdomen equivale a 500 radiografías de tórax, según destaca a Sociedad de Radiología Americana (RSNA).

Este tipo de pruebas, además, son más perniciosas en los niños, dado que sus órganos son aún muy sensibles, y en las personas obesas, ya que para que el haz pueda atravesar sus cuerpos requieren de dosis mayores.