WhatsApp establece en sus términos de uso que para poder utilizar la aplicación hay que tener 16 años o más. Esa edad está establecida por algo y deberíamos respetarla. Muchos menores han convertido esa app en la más utilizada para realizar acciones de acoso digital contra otros menores. Aunque las familias no sean conscientes del uso que hacen sus hijos de la tecnología, tienen que saber que son responsables subsidiarias de los delitos que cometan, y si un menor comete uno, aparte de las consecuencias que le imponga la Justicia va a tener un historial delictivo que le acompañará para siempre.

No podemos compartir imágenes o vídeos donde aparecen otras personas sin su permiso, lo que quiere decir que si sacamos fotos en un concierto, antes de publicarlas debemos difuminar las caras del resto de personas. Puede que haya alguien que no quiere ser encontrado. Si aparecemos en una foto con alguien, antes de mandar o publicar esa foto tenemos que pedir permiso a la persona que aparece. A muchos les parece una bobada, pero no lo es y tiene su razón de ser.

Numerosos adolescentes piensan que es buena idea grabar a compañeros y compañeras en los vestuarios y compartirlo a través de grupos de WhatsApp u otras redes sociales. Tampoco es buena idea grabar a profesores y subirlo a Instagram, o compartir información privada de ellos. En Wikipedia tampoco podemos crear páginas de profesores dejándoles en ridículo ni compartir información personal suya, como el numero de teléfono o la dirección de su casa. Además de no ser buenas ideas, esas acciones son delito.

Repito, no podemos compartir imágenes o vídeos donde aparecen otras personas sin su permiso. Eso quiere decir que no podemos grabar a alguien que se está peleando y compartirlo, ni podemos enviar imágenes sexuales de otros menores, porque eso es un delito aún más grave: distribución de pornografía infantil. El mero hecho de tener imágenes sexuales de menores supone ya ese delito.

No compartir el porno, borrarlo

Muchos adolescentes me preguntan qué hacer cuando reciben ese tipo de fotos, porque muchos no las van buscando, sino que les llegan a través de los grupos de WhatsApp sin pedirlo. Cuando alguien del grupo encuentra algo pornográfico es muy habitual compartirlo. En esos casos debemos borrar lo que nos han enviado, y además es nuestro deber como amigos avisar a la persona que lo ha hecho y decirle que como siga mandando cosas así puede tener problemas legales, lo que es cierto.

En Primero de la ESO me suelen preguntar cosas de este estilo: "Imagina que alguien, no yo, va a una página porno y descarga un vídeo de una persona que lo ha subido, ¿es delito mandarlo al grupo de WhatsApp?". Sí, es delito. Y ya que hemos tocado el tema del porno, ¿a partir de qué edad debemos de hablarles del porno, que es ficción, que no es un material educativo, que es irrespetuoso€? A partir de que tengan smartphone, porque les va a llegar.

No hay ningún tipo de control parental que pueda manejar las cosas que se mandan a través de redes sociales como WhatsApp. Debemos pensar detenidamente a qué edad permitimos que niños y adolescentes tengan un smartphone.

También es delito, en este caso de extorsión, amenazar a los protagonistas de las fotos y los vídeos sexuales con publicarlos si no cumplen ciertas exigencias. En varios institutos, después de explicar esto en Primero de la ESO, han bajado estudiantes a dirección a denunciar que un compañero les estaba chantajeando de esta manera.

Amenazar a alguien a través de un mensaje directo o en un grupo de WhatsApp también es delito. "Te vamos a dar una paliza", "te vamos a matar" y cosas parecidas están penadas por la ley, así como desear la muerte de alguien, o que se suicide. Los insultos continuados son delito de acoso, y compartir información o conversaciones privadas de alguien sin su permiso también. Lo es igual difundir rumores y mentiras sobre alguien o añadirle a un grupo de WhatsApp sin su permiso. Y por supuesto, añadir a alguien a un grupo sin permiso, insultarle y amenazarle hasta que sale del grupo, volverle a meter, insultarle y amenazarle hasta que sale del grupo, volverle a meter€

Si sumamos niños inmaduros (porque son niños, luego no pueden ser maduros) más herramientas tan potentes, más el desconocimiento de los delitos que se pueden cometer, llegamos a situaciones como las que se viven en muchos institutos: menores haciendo barbaridades porque entre otras cosas ignoran que sus actos a través de Internet tienen consecuencias.