Desde 2011 El secreto de Puente Viejo ha sido el entretenimiento vespertino para miles y miles de espectadores que casi han convertido a sus personajes en miembros de la familia. Pero Atresmedia ha decidido poner punto y final a su historia de malos y buenos en una aldea rural con muchos secretos oscuros en las vidas de sus habitantes. Y si alguien ha guardado secretos esa es Francisca Montenegro, la protagonista y personaje recurrente desde el principio, papel interpretado por María Bouzas. Comenzó en la serie siendo una malvada en el sentido más literal de la palabra, pero a lo largo de las temporadas los matices se han impuesto y al final ha resultado no ser tan mala como parecía. Y ha recuperado a Raimundo, el amor de su vida, a quien ha dado vida el actor vasco Ramón Ibarra. Bouzas cuenta a esta revista como es ahora su vida, sin esa Montenegro que durante tantos años le ha acompañado cada día.

¿Qué hace María Bouzas sin Francisca Montenegro a su vera?

Echarla de menos. Ha sido un personaje que me ha permitido explorar muchas facetas, y por eso a Francisca siempre la voy a llevar en mi corazón. Es un personaje que he interpretado durante nueve años y se ha convertido en una amiga.

¿Con lo mala que era?

Una mala con muchas caras. Es un personaje con tantos matices que nunca me lo voy a sacar de encima. Todos los que hacemos quedan dentro, pero esta mujer aún más, porque la he tenido conmigo durante nueve años.

¡Quién lo iba a decir!

Cuando empezamos nadie pensamos en una duración como la que ha tenido El secreto de Puente Viejo, pero hay que decir también que fue toda una sorpresa desde el impacto del primer capítulo en la audiencia.

Parecía una serie creada para una franja reservada a la gente mayor.

Pues ya ves lo equivocados que estuvieron los que pensaron así al principio. No fue de ese modo y gustaba a los adolescentes, a los niños... ¡Quién lo iba a decir!

Francisca es un personaje que tiene muchas caras, pero varias de ellas han tardado en mostrarse. ¿Se queda usted con alguna?

De ella he aprendido muchas cosas. Una, y muy importante, es que de vez en cuando tienes que ponerte una pequeña máscara. Viene bien, es necesario. Yo soy de las que lo dicen todo, de las que enseguida abren la boca y largan.

Entonces, más que una máscara lo que tiene que ponerse es una mordaza.

Bueno, Francisca Montenegro también siempre ha dicho lo que le ha dado la gana, pero lo hacía bajo una personalidad determinada, y esa personalidad se la colocaba para representar un papel, porque ella siempre estaba interpretando. Muy pocos vieron cómo era de verdad, quizá solo Raimundo [Ramón Ibarra] supo siempre qué había detrás de ese rostro pétreo y de esa expresión dura.

No era muy querida, ni en el pueblo ni entre la audiencia...

Nadie la quería, o eso parece. Ella se metía en su papel y se convertía en la Montenegro, la terrateniente, pero tenía un corazón que solo supo ver Raimundo.

Pero porque estaba enamorado, y ya sabe lo que dicen del amor..

¿Qué es ciego y tonto? Tal vez, pero él sí conocía de verdad a esa mujer dura y estirada, que también tenía un corazón de oro.

Más bien parecía de piedra.

Eso ocurría muy al principio de la serie, cuando Francisca no se dejaba ni tocar, pero todo estaba motivado por los veinte años de maltrato que sufrió con su marido. Cuando ese hombre murió ella se encerró en sí misma mostrando esa imagen dura, distante, de mala. Fíjate lo mala que ha sido, y ha gustado a todo el mundo... Su marido le hizo tanto daño que no se quería mostrar, andaba refugiada en su interior y no quería salir de ese mundo que se había creado.

"Me encanta ser la mala, es muy divertido"

¿Qué tal lleva una actriz el ser la mala absoluta de una historia? Además, una historia de muy larga duración.

Es una maravilla, y además yo nunca había sido la mala. Había hecho mucha comedia, muchos personajes encaminados a hacer reír, pero me encanta ser la mala, es muy divertido.

¿Le costó mucho esfuerzo armar un personaje de estas características?

Sí, porque no te permitía bajar la guardia en ningún momento. Si te descuidabas perdías a Francisca. Ella era única: andaba y hablaba de una manera determinada, miraba de una manera determinada, y todo en ella era muy especial.

Un personaje que además le ponía años encima, unos veinte o así, ¿no?

Uf, me he echado demasiados años sobre los hombros, sí. Era mayor que yo, está claro, pero, ¿cuántos años tiene Francisca Montenegro?

Eso dígalo usted, ¿cuántos?

Pues no se sabe la edad de esta mujer. Pienso que tiene un pacto con el diablo. No sabemos ni la edad de ella ni la de Raimundo. Es un secreto de los guionistas y a esta mujer nadie le preguntaba cuántos años tenía. Al principio me tuvieron que envejecer para que pudiera ser la madre de Tristán [Álex Gadea], pero después ya hubo un salto en el tiempo y ahí nos perdimos.

Haciendo cálculos a vuela pluma, deben ser ustedes personajes casi centenarios.

No hagas cálculos, no preguntes. ¿Cuántos años tienen? Los que cada espectador quiera ver en ellos.

¿Qué tal se sentía con los ropajes de los primeros capítulos? Después, los saltos temporales en la historia los suavizaron, pero al principio parecían muy pesados.

Cómodos no eran, pero me ayudaron. Esa enagua gorda y encima otra falda me embutían hasta el cuello. Tengo que reconocer que no era un vestuario cómodo, pero me ayudó en la contención del personaje, en ese ocultamiento de sentimientos y de esconderse detrás de una máscara. El ropaje era parte de esa máscara de la que hablábamos.

Imagino que se arrancaría la ropa para liberarse en cuanto acababan las sesiones de rodaje, ¿no?

Por supuesto, sobre todo tenía ganas de quitarme la peluca, que en verano era una tortura. Me la quitaba y parecía que acababa de salir de la ducha.

"Había alguna secuencia en la que pensaba: ¡Dios mío! A esto no llego"

¿Estaba usted bregada en hacer series diarias cuando llegó a esta?

No, esta era la primera que hacía, como mala y como serie diaria. En este trabajo me estrenaba en todo. Había hecho unas cuantas historias en la televisión gallega, pero eran semanales.

¿Y fue una experiencia dura?

Sí, era como una carrera de fondo. Tienes que cuidarte mucho para aguantar el ritmo. Ten en cuenta que además el personaje de Francisca era protagonista y estaba en muchísimas secuencias todos los días.

Un trabajo sin tiempo para ensayar. ¿Cómo se las organizaba para llegar a plató con los deberes hechos?

Ay, ay... Había alguna secuencia en la que pensaba: ¡Dios mío! A esto no llego. Iba con los guiones a todas partes. ¿Que me encontraba con una cola en el banco? Sacaba los guiones. ¿Cola en el puesto del mercado? Me leía los guiones€ Así he ido sacando tiempo para llegar al plató con los deberes hechos. En cuanto tenía un minuto, sacaba el guion. Además, estudiaba todo el rato en casa.

¿Le resulta fácil concentrarse en un lugar público con el ruido ambiental?

Sí, tengo una gran capacidad de concentración. Donde estudiaba mucho era en los aeropuertos.

De haber estado grabando ahora la serie, habría tenido muchas posibilidades para estudiar.

Ja, ja, ja€ Sí, con colas por todos los lugares no hubiera sido difícil.

Y una vez terminada la Montenegro, ¿está pensando en algo nuevo?

Sí, en algo muy importante: proteger a mi familia. Soy la que ha salido de casa y la que hace todas las cosas. Nada hay más importante que eso en estos momentos. A nivel profesional, ya veremos lo que sale cuando lleguemos a una situación más normal.

¿Preveían los actores el final de la serie en estos momentos, o pensaban que podía durar unas cuantas temporadas más?

Hace algunos meses que hablábamos entre nosotros de que podía estar llegando el final, así que no fue una sorpresa, porque nos lo olíamos.

¿Hubiera firmado para que durase más su relación con la Montenegro?

Medio año más no hubiera estado nada mal, pero las cosas son así, empiezan y se acaban. Otra cosa vendrá.

"Para mí el teatro es la madre de este oficio"

¿Le apetece hacer televisión o prefiere cambiar de medio?

Me apetece mucho hacer comedia, el medio me da más igual. Con tal de que lo que me ofrezcan sean buenos textos y haya alrededor un buen equipo, lo demás no me importa tanto. Además, hace mucho que no hago teatro.

El medio en el que empezó.

Hace tanto tiempo ya... Y eso que para mí el teatro es la madre de este oficio. Hacer una serie diaria ha hecho que me sea imposible estar en una función, pero hay actores que lo han compaginado todo. Yo no he podido, tenía tanto texto por estudiar...

Puede resucitar su compañía, la de Las Marías.

Estaría muy bien, pero lo tenemos un poco más complicado, María Pujalte vive en Madrid y yo en Galicia, pero la compañía está ahí. Lo hemos pasado tan bien María y yo haciendo cabaret, y hemos aprendido tanto, que quizá algún día volvamos. Ya veremos. ¿Estoy muy gallega contestando?

Aún no ha dicho depende.

Ja, ja, ja... Amancio, un jugador del Deportivo, decía que decir "depende si bajo o si subo las escaleras" no era una expresión de palurdo, sino una posición filosófica.

Muy profundo.

No te rías, porque lo explicó, y lo explicó muy bien. Tiene toda la razón: el depende es una actitud filosófica. La ironía es síntoma de inteligencia.

¿Es usted fatalista respecto al futuro de su profesión?

Ahora está fatal y no se puede decir algo diferente, pero lleva fatal mucho tiempo, sobre todo desde que empezó la crisis en 2008. Si antes el paro en el sector llegaba al 92%, ahora no lo quiero ni pensar. No sé quién estará trabajando.

"Pedí a los guionistas un beso entre Raimundo y Francisca"

¿Ha tenido tiempo para relajarse desde que dejó a Francisca para siempre?

No. Tengo una familia muy dinámica y que me requiere continuamente, y tengo también un perro, un bóxer, que me pide su tiempo. La verdad es que descansar no he descansado mucho. He empleado el tiempo en pasear, en estar con amigos y amigas, en hablar con mis seres queridos... Puente Viejo te absorbía mucho.

¿Va a echar algo de menos?

A los compañeros, compañeros de todos los niveles de producción de la serie. Ya sé que todo el mundo dice eso de que el equipo es una familia, pero es que en este caso era verdad. Nos hemos llevado muy bien, y por eso hemos aguantado nueve años.

¿Alguna vez les ha indicado a los guionistas algo sobre Francisca? ¿Les ha pedido algún cambio de guion?

Les pedí solo una cosa: un beso entre Raimundo y Francisca.

¿Y le concedieron el deseo?

Sí, claro. Es que ya era hora de que esos dos dejaran de lado el pasado y se miraran de frente. Un beso lo ponía todo claro. Ya era hora.

No cortar las alas al amor.

Exacto. Raimundo siempre había querido a Francisca y viceversa, ¿cómo no se iban a besar?

Durante estos nueve años su vida ha sido un viaje de ida y vuelta a Galicia.

Mi casa está en Galicia, soy hija de emigrantes y he vivido en muchos sitios, quizá por eso siempre he buscado que mis raíces estén en un lugar, y ese lugar es y será Galicia.

¿No le gusta Madrid?

Me gusta el verde, me gusta el mar. Madrid es un buen lugar para trabajar, pero hay mucho asfalto. A esa ciudad le faltan árboles. Quien viva en el Cantábrico me entenderá.

PERSONALEdad

: 58 años (24 de marzo de 1962).

Lugar de nacimiento: A Coruña.

Trayectoria: Es una actriz muy conocida en su tierra, sobre todo por las series que ha protagonizado en la televisión gallega: A familia Pita, Pratos combinados, Un mundo de historias y Terra de Mirandas, aunque también ha hecho mucho cine y teatro. Desde 2011 ha sido Francisca Montenegro en El secreto de Puente Viejo, serie que Antena 3 ha decidido cancelar después de nueve años en emisión diaria. Es una mujer de teatro y junto a la actriz también gallega, María Pujalte creó la Compañía de las Marías, que ninguna de las dos da por definitivamente desaparecida.