Quien tuvo, retuvo. Y en el caso de Brad Pitt, como las ricas añadas, mejora con los años. Basta con verle a sus 56 en su último gran film, Érase una vez en... Hollywood, para cerciorarse de que los abdominales los mantiene, apetitosamente, en su sitio. Por ello, como antaño, sigue arrasando. Allí por donde pasa. Entre hombres y mujeres. Y entre cualquier ser vivo, como afirma Whoopi Goldberg, que sepa apreciar "la belleza de una sonrisa y el poderío de un buen bíceps". Porque una vez finiquitados los enésimos rumores de reconciliación con Jennifer Aniston (ya aburren), el corazón del soltero de oro vuelve a estar ocupado. O, al menos, así lo afirma la cotilla revista australiana New Idea: "La estrella del cine mantiene una relación secreta con la periodista Renee Bargh desde el pasado mes de enero". Y parece estar en lo cierto.

¿El motivo? Un coqueteo descarado entre ambos en la entrega de los premios SAG Awards, justo antes de que el mundo quedara confinado. Al parecer, los dos se siguen viendo, pero ya en imberbes citas secretas. Al fin y al cabo, como recoge la publicación, la australiana "es justo el tipo de mujer que enamora a Brad: inteligente, bella, ingeniosa y fuerte". Lo que no está tan claro es si Renne quiere dar un paso más y marcarse un Aniston o un Jolie con el hombre más ligón de Hollywood. Porque, tirando solo de hemeroteca, ya puede anticiparse al trágico final.

Pillado 'in fraganti' con la novia de Tyson

Como aquella vez, en 1988, que Brad Pitt temió por su vida. Antes incluso de ser famoso. Una jugosidad que acaba de ver la luz, 32 años después, y que narra el momento en el que el arisco de Mike Tyson le pilló en la cama con su todavía mujer, la actriz Robin Givens. En pleno divorcio, eso sí, pero sin cortarse un pelo. "Tenía que ir a la oficina de mi abogado, pero quise pasar por casa de Robin antes. Qué puedo decir... yo era joven y la extrañaba", recordaba la pasada semana el famoso boxeador en el programa The Real.

Así que hasta allí se desplazó para toparse, de bruces, con el momento "más abrumador" de su vida: Givens y Pitt, juntos y revueltos, jugando al gato y al ratón. "Brad debía de estar borracho o algo así, me imploraba que no le pegara y me decía que solo estaban repasando el guion. Pero yo me hallaba en coma emocional. Mi corazón estaba aplastado. No tenía energías ni para pelear", ha rememorado Tyson con sorna, asintiendo que le dejó marchar sin más, pero pensando que "se trataba de un tipo de lo más soso". Tres años después, en 1991, se haría mundialmente conocido gracias a Thelma y Louise.