Muro de Roda fue en otro tiempo cabecera política, religiosa y militar del valle de La Fueva, siendo testigo privilegiado de buena parte de la historia aragonesa.

Al tratarse de un punto importante en la defensa de sus territorios y en sus campañas de conquista de los condados de Sobrarbe y Ribargorza, Sancho III de Pamplona estableció una fortaleza hacia 1017. Conocido en sus inicios como Muro Mayor debido a esa importancia, en el siglo XII dejó de ser una posesión real y fue cedido al obispado de Roda de Isábena (Huesca), por lo que el topónimo que ha llegado hasta nuestros días es el de Muro de Roda.

El lugar permite la comunicación visual con otros castillos de la zona como los de Aínsa, Samitier, Morillo de Moclús o Troncedo.

La primera construcción de Muro probablemente no fue más que una bastida menor, esto es, un tipo particular de desarrollo concertado urbano en medio rural durante la Edad Media. De esa primera etapa data la ermita de San Bartolomé, que era la capilla que servía a la fortificación. En una segunda tanda de construcciones se levantó la iglesia de Santa María de la Asunción,​ posiblemente coincidiendo con la desbastida de la torre de base cilíndrica que hubo casi al mismo tiempo y de la cual solo ha quedado una parte de los cimientos, debajo de los ábsides del templo.

El espectacular conjunto de Muro de Roda, declarado Bien de Interés Cultural. Pixabay

En la actualidad, se llega al desolado por una pista sin asfaltar. El acceso suele estar en buenas condiciones y muchos coches acceden, aunque dependerá mucho del tipo del vehículo y del conductor. Otra opción es realizar alguno de los paseos propuestos por los senderos que surcan la zona. Como siempre, si se opta por esta alternativa, es obligatorio llevar agua, protector solar en verano y un buen calzado.

Estructura

El lugar estuvo habitado hasta mediados del siglo XX y comprende dos barriadas y un número importante de ruinas que permiten situar las casas y otro tipo de construcciones necesarias para el desarrollo de la vida diaria. El barrio superior, de construcción más antigua, se encuentra amurallado perimetralmente, a excepción de la zona que mira hacia el pantano de Mediano y donde el cortado de la sierra hace innecesaria una gran protección.

La otra barriada es más baja en altura y la forman algunas casas y construcciones alrededor de la casa de la villa, la escuela y la ermita de San Bartolomé, y no tiene las defensas del anterior.

Comienza la visita con la ermita de San Bartolomé, que es un pequeño conjunto, fuera del recinto, formado por el templo y un claustro del siglo XVI adosado al sur. Esta ermita es una de las más antiguas de toda la comarca y aquí celebraban los vecinos de Muro de Roda la fiesta mayor, el 24 de agosto, día de San Bartolomé.

Para entrar al recinto propiamente dicho, hay que hacerlo pasando bajo un arco de medio punto que está protegido por la elevada torre almenada que se levanta sobre el ábside sur de la iglesia de Santa María, en el extremo norte de la fortificación. Una vez dentro, aparecerá grandiosa la parroquia, que es originalmente del siglo XII, aunque registra construcciones posteriores correspondientes a los siglos XVI, XVII y XVIII. El campanario, completado en el siglo XVIII, tenía funciones religiosas y defensivas. A los pies del templo, se halla la abadía y al sur el cementerio. La carta de consagración de la iglesia, de 1107, apareció en 1997, y en la actualidad se conserva en el museo diocesano de Barbastro (Huesca).

En el extremo sur, cerrando el recinto, se encuentra la ermita de Santa Bárbara, que sufrió una importante reconstrucción en la reciente restauración porque se encontraba casi en ruina.

La cabecera se encuentra alojada en un torreón quedando integrada en el sistema defensivo: al exterior, al estar situada sobre un lugar especialmente abrupto, sobresale de la línea del muro para constituirse en el bastión de más importancia, mientras que, al interior, el camino de ronda continúa rodeando la cabecera de la iglesia mediante un estrecho paso cubierto sobre los ábsides. Se trata de un pasadizo de carácter defensivo al que se asciende desde el lado este de la muralla.

Detalle de la fortificación y su muralla. Pixabay

Recinto amurallado

La muralla tiene un grosor de metro y medio y cuatro de altitud, con una disposición que se cree que puede ser parecida a la que debía de tener el arruinado poblado de Morillo de Tou, situado en la cuenca del río Cinca. Tiene un paso de ronda muy bien marcado y se cree que la parte que actualmente sirve de paseo en su momento fuese la primera muralla. Son destacables los cubos, desarrollados en el siglo XVI.

El perímetro fortificado, la iglesia de la Asunción y las ermitas de San Bartolomé y Santa Bárbara fueron restauradas por el Gobierno de Aragón entre 1999 y 2010, salvando al conjunto de su total desaparición. Además, este mismo gobierno declaró Bien de Interés Cultural todo el conjunto.

Roda de Isábena. Pixabay

Qué visitar en los alrededores

A 55 kilómetros de Muro de Roda, y sobre un promontorio que domina el acceso al valle del río Isábena, se encuentra Roda de Isábena (Huesca). A mediados del siglo X, esta localidad se convirtió en obispado y capital política del condado de Ribagorza, uno de los originarios en la formación del reino de Aragón. La primera catedral que tuvo fue consagrada en 956. En 1006, Abd El Malik, hijo del caudillo andalusí, Almanzor, saqueó la villa y la destruyó. En 1010, recuperada Roda por los cristianos, comenzó la construcción del segundo templo, que fue consagrado en 1030.

En la seo, se ha conservado durante siglos la versión más antigua de la llamada Crónica de Alfonso III conocida también como Crónica Rotense.

Otro lugar de interés para ver es el castillo de la Llecina, del que tan solo quedan las ruinas de un torreón de planta rectangular. También quedan vestigios de un recinto que rodeaba la torre. Son visitables el palacio fortificado del Prior, la torre Grossa, varias ermitas, los pilarets (torres macizas que albergan a un santo) de San Antonio y de San Juan Bautista, la plaza Mayor, la antigua entrada a Roda, el portal de Santa Ana, la cruz de Santa Catalina, el puente de San Jaime y la muralla.