Nada más aprobarse por decreto y sin voto en la Asamblea Nacional la impopular reforma de las pensiones del Gobierno de Emmanuel Macron, miles de personas se movilizaron espontáneamente en la simbólica plaza parisina de la Concordia bajo la consigna de "bloquear el país" con la meta de tumbar al actual Ejecutivo.

Dos marchas, una sindical que partía de las inmediaciones de la Asamblea y otra estudiantil desde la icónica Universidad de Sorbona, convergieron de manera espontánea en la Concordia, famosa por albergar un imponente obelisco traído del templo egipcio de Luxor.

"Usando el 49.3 dejamos de ser una democracia, nos han impuesto la reforma, una reforma que no quiere ni el pueblo ni la Asamblea. Estamos en una situación muy inquietante", denuncia a EFE Lilian, un asistente administrativo de 43 años, afectado directamente por el aumento de la edad mínima de jubilación de los 62 a los 64 años, mientras camina a orillas del Sena en dirección a la Concordia.

Como el resto de manifestantes, centra su indignación en la aplicación del artículo 49.3, un resorte legal contemplado en la Constitución francesa -y usado en numerosas ocasiones por diferentes gobiernos- que permite pasar un proyecto de ley sin un voto en la Asamblea.

RESCATAR EL ESPÍRITU DE "LOS CHALECOS AMARILLOS"

Para Lilian, el plan de Macron "es inútil" porque el déficit del sistema de pensiones "no es tan grande como el Gobierno dice y puede, además, corregirse de otra manera" sin necesidad de aumentar la edad mínima de jubilación.

Entre cánticos rescatados de la época de los "chalecos amarillos", la revuelta popular iniciada a finales de 2018 que puso en jaque a Macron, sindicalistas y estudiantes se muestran determinados a continuar con la presión en las calles el tiempo que haga falta.

Entre los manifestantes, había jubilados como Éric, de 63 años y quien protestó en París "en solidaridad" con las generaciones venideras.

"Creo que este es el momento de bloquear el país, algo que deberíamos haber hecho antes. Los sindicatos han convocado una jornada de protesta detrás de otra. Ahora está demostrado que eso ya no funciona", asevera a EFE este antiguo profesor de preescolar.

Éric aludía a las ocho jornadas de movilización celebradas en lo que va de año, que incluyeron protestas callejeras y huelgas sectoriales, algunas de ellas de carácter indefinido, como las de las basuras en París. No obstante, el país en ningún momento quedó paralizado.

Si el endurecimiento de las huelgas está por ver, la oposición a Macron en la Asamblea ya ha enseñado sus armas. Tanto la ultraderecha de Marine Le Pen como la izquierda adelantaron que presentarán en breve respectivas mociones de censura para intentar tumbar al Gobierno de la primera ministra, Élisabeth Borne.