Crece el temor a una posible agresión rusa en Moldavia después de que las autoridades prorrusas de Transnistria hayan denunciado varios ataques en su territorio, que muchos expertos ven como operaciones de falsa bandera para justificar actos de desestabilización.

"Es evidente que se trata de una provocación por parte de los servicios secretos de Transnistria, que están subordinados al FSB ruso", dice a Efe en referencia a la inteligencia rusa (ex KGB) el analista político moldavo Victor Ciobanu, que justifica su afirmación con varios elementos.

Por una parte, explica Ciobanu, ninguno de los ataques -contra la sede del servicio secreto, en un aeródromo, contra antenas obsoletas de telecomunicaciones y cerca de un depósito de armas- causó víctimas o tuvo consecuencias importantes.

Además, las autoridades separatistas han responsabilizado a Ucrania de estos ataques, pese a que no existen indicios y Kiev ha negado cualquier implicación en los hechos.

Tensión diplomática

Estos incidentes se producen después de que Moldavia protestara la semana pasada por unas declaraciones del general ruso Rustám Minnekáev en las que aseguraba que Rusia aspira a ocupar todo el sur de Ucrania hasta llegar a Transnistria.

El general también repitió sobre Transnistria uno de los argumentos del Kremlin para justificar la invasión de Ucrania: la supuesta "opresión" de la población rusófona, mayoritaria en este territorio rebelde que es formalmente parte de Moldavia pese a ser un Estado de facto desde 1991.

Tropas rusas

Se calcula que Rusia tiene estacionado de forma permanente en Transnistria un contingente de unos 1.500 efectivos.

Según analistas consultados por Efe, Rusia podría haber activado a estas tropas para que participaran desde el oeste en la toma del puerto ucraniano de Odesa, a menos de cien kilómetros de Transnistria.

La opción del cambio de régimen

Tras convocar el martes al Consejo Supremo de Seguridad, la presidenta de Moldavia, la europeísta Maia Sandu, atribuyó los ataques a "tensiones entre fuerzas del interior de la región" de Transnistria, y anunció un aumento de las medidas de vigilancia.

La principal preocupación entre las élites moldavas es que el Kremlin intente establecer un gobierno leal a Moscú liderado por la oposición prorrusa.

Según el ex primer ministro moldavo Ion Sturza, Rusia ha renunciado por ahora a la idea de conectar los territorios que ocupa en Ucrania con Transnistria, pero sigue aspirando a recuperar el control sobre Moldavia a través de un cambio de régimen que no implique el uso de la fuerza.

Protestas y elecciones anticipadas

Los actos de desestabilización necesarios para el éxito de la operación consistirían en protestas en la capital "bajo el pretexto de la subida de precios, de la caída del nivel de vida y de la incapacidad del Gobierno de garantizar la seguridad de los moldavos", indica Sturza.

Según la hoja de ruta a la que alude, las manifestaciones llevarían a la convocatoria de unas elecciones anticipadas en las que se impondría la oposición prorrusa para devolver a Moldavia a la esfera de influencia de Moscú.

Sturza tiene dudas sobre el entusiasmo de la ciudadanía por este tipo de protestas.

"El plazo que se ha marcado es de un máximo de tres meses", explica el ex primer ministro, que cita a diplomáticos y a altos cargos de la administración moldava como fuentes de estas informaciones.

El 9 de mayo

Un momento propicio para la movilización de los prorrusos podría ser el 9 de mayo, Día de la Victoria en el que Rusia y sus simpatizantes en países como Moldavia celebran el triunfo de la Unión Soviética sobre el nazismo con un desfile militar.

La edición de este año tendrá lugar justo después de la prohibición por parte del Parlamento moldavo de la Cinta de San Jorge y otros símbolos nacionalistas rusos como la V de Victoria o la Z que simboliza la guerra contra Ucrania, una medida que también ha provocado protestas de Moscú.

El líder de la oposición, el expresidente prorruso Igor Dodón, ya ha anunciado que desafiará el 9 de mayo la prohibición, portando la Cinta de San Jorge en la solapa junto con otras "decenas de miles" de personas.