- El quinto paquete de sanciones contra Rusia adoptado por la Unión Europea tendrá un impacto de al menos 20.000 millones de euros en el comercio bilateral debido al embargo al carbón ruso, el veto a las importaciones de productos como el vodka o el caviar y la prohibición de exportar alta tecnología hacia Moscú. La nueva ronda de represalias contra el Kremlin fue aprobada formalmente ayer por los Veintisiete y entraron en vigor.
En primer lugar, el paquete incluye el primer golpe al sector energético ruso a través de la prohibición de las importaciones de carbón y otros combustibles fósiles rusos a partir de agosto, una medida que tendrá un impacto de 8.000 millones de euros y supone un cuarto de las exportaciones globales de carbón por parte de Rusia, según cálculos de la Comisión Europea.
El bloque comunitario ha comprado durante los últimos diez años una media anual de 4.400 millones de euros en carbón ruso, aunque en 2021 la cifra aumentó hasta los 5.420 millones, según los datos de la oficina europea de estadística, Eurostat.
No obstante, aunque se están estudiando futuras sanciones al petróleo y al gas procedentes de Rusia, el quinto paquete excluye estos dos combustibles fósiles, que son los que aglutinan la mayor parte de los ingresos de Moscú por sus exportaciones energéticas a los Estados miembros, que ascendieron a 99.000 millones de euros el año pasado.
La UE prohibirá importaciones por un valor total de 5.500 millones de euros de productos rusos, incluidos el cemento, productos de goma, madera, licores, bebidas espirituosas como el vodka, comida de alta gama, incluyendo el caviar.
Al mismo tiempo, los Veintisiete amplían el veto a sus exportaciones hacia Moscú en áreas “dónde Rusia es vulnerable debido a su gran dependencia de los suministros de la UE”, sobre todo alta tecnología, con el fin de “seguir degradando la base tecnológica y la capacidad industrial rusas”. Esto privará de 10.000 millones en ingresos a los socios comunitarios, que no podrán venderle semiconductroes avanzados, computadoras cuánticas, maquinaria “sensible” o químicos, así como catalizadores especiales que se utilizan en las refinerías.
También queda prohibida la exportación de combustible para aviones y los aditivos para el mismo, que Rusia podría utilizar para su ejército. El impacto total podría alcanzar los 23.500 millones de euros, según los cálculos de Bruselas, sobre un comercio bilateral que el año pasado movió 257.500 millones.
A las medidas comerciales se unen además otra tanda de sanciones financieras y restricciones al transporte, así como contra otros 217 políticos, responsables de propaganda, empresarios y oligarcas rusos, entre ellos los 179 miembros de los autodenominados “gobiernos” y “parlamentos” de las regiones de Donetsk y Lugansk.
Agresión internacional. Las sanciones “ilegales” contra Rusia pueden ser interpretadas como un acto de agresión internacional, advirtió ayer Dmitri Medvédev, jefe adjunto del Consejo de Seguridad de Rusia, quien advirtió de que Moscú tiene derecho a una “defensa individual y colectiva”. “En circunstancias determinadas, las sanciones ilegales pueden ser calificadas como un acto de agresión internacional por parte de algunos países o sus alianzas”, escribió Medvédev en su canal de Telegram. Ese sería el caso si las sanciones buscan, antes que nada, destruir la independencia económica y la soberanía estatal, y amenazan “la misma existencia del Estado”, añadió el político.