- Decenas de miles de personas marcharon ayer en el centro de Roma para protestar contra el fascismo y pedir la ilegalización de movimientos surgidos de esa ideología, en una demostración de la fuerza de los sindicatos italianos, que se alzaron como “la nueva resistencia”, una semana después de que la sede del mayor de ellos, la CGIL, sufriese un violento asalto a manos de militantes neofascistas.
“Hoy gracias a la unidad de los sindicatos, el país puede caminar unido para defender la Constitución y la democracia”, dijo el secretario general de la CGIL, Maurizio Landini, ante los manifestantes, que superaron los 100.000, según los sindicatos, aunque fuentes policiales rebajaron esa cifra hasta los 50.000.
Tras un breve recorrido por el centro de Roma, la marcha, bajo el lema “Nunca más fascismos”, llegó a la Plaza de San Giovanni, escenario de reivindicaciones emblemáticas, donde ondeaban cientos de banderas y globos de colores para dejar claro su carácter pacífico, en contraste con los violentos que asaltaron la sede de la CGIL.
“Lo primero que pedimos al Gobierno, con el apoyo de todo el Parlamento, es que las fuerzas que invocan el fascismo y utilizan actos violentos deben ser disueltas. De la solidaridad hay que pasar a la acción concreta”, dijo Landini acompañado en el escenario por los secretarios de la UIL, Pierpaolo Bombardieri, y la CISL, Luigi Sbarra.
Los principales líderes políticos del centroizquierda estuvieron presentes, como el secretario general del Partido Democrático (PD), Enrico Letta, y el del M5S, Giuseppe Conte, aunque con un perfil bajo y sin hacer declaraciones.
Por contra no se presentaron, como ya habían anunciado, los dirigentes de la ultraderecha, como Matteo Salvini (Lega) y Giorgia Meloni (Hermanos de Italia), ni tampoco del conservador Forza Italia, de Silvio Berlusconi.