on la marcha de la canciller germana, Angela Merkel, Alemania y Europa perderán el próximo otoño a una experimentada y talentosa estadista, algo en lo que coinciden muchos analistas, que ven difícil que alguien a corto plazo pueda llenar su vacío.
Ha sido un “bastión” de la UE y dejará “un legado histórico”, “indiscutible, que será difícil de cubrir”, afirma el secretario general del Partido Popular Europeo (PPE), Antonio López-Istúriz, convencido de que su “vacío será notable”. Una ausencia que ni siquiera podrá suplir el muy europeísta presidente francés Emmanuel Macron, quien inevitablemente tendrá su mirada puesta cada vez más en lograr su reelección en las Presidenciales de la primavera de 2022.
Aunque la elección del primer ministro del Land de Renania del Norte-Westfalia Armin Laschet, antiguo eurodiputado, al frente de la CDU supone el continuismo en el partido que Merkel presidió durante casi dos décadas, de 2000 a 2018, habrá que esperar a marzo para conocer al candidato conservador a las elecciones de septiembre. Además del propio Laschet, los nombres que se barajan son el ministro de Sanidad, Jens Spahn, sin experiencia europea, y el líder de Baviera, el euroescéptico Markus Söder, los dos políticos más populares tras Merkel en Alemania.
Uno de esos tres hombres será con bastante probabilidad quien sustituya a Merkel en la Cancillería, por lo que la UE se juega en parte su futuro en las elecciones germanas de septiembre. Y es que “cuando Alemania ejerce el papel de locomotora a Europa le va bien”, destaca a el presidente de la delegación socialista en el Parlamento Europeo, Javier Moreno.
El ejemplo más reciente es que “hemos tenido la suerte de que en el peor momento que ha vivido la UE hemos tenido la presidencia con más fuerza”, recuerda Moreno en referencia a la alemana durante el segundo semestre de 2020. Grandes logros alcanzados en la recta final de 2020 son el acuerdo de inversiones con China, el brexit amistoso y sobre todo la puesta en marcha del fondo de recuperación europeo, ratificado en diciembre con la controvertida cláusula que lo liga al respeto al Estado de Derecho.
El eurodiputado de Renovar Europa Luis Garicano confesó que si le hubieran preguntado “en enero o febrero si iba a haber deuda europea en los próximos 30 años”, habría dicho que eso no sucedería al menos mientras él “estuviese vivo”. En ese sentido, Garicano alabó las decisiones “valientes” que Merkel ha adoptado en la crisis de la covid-19.
Y es que a pesar de su coste humano y económico, la covid-19 impulsó la suerte y el capital político de Merkel, al abonar el terreno para que, junto a Macron, impulsaran a la Unión Europea a tomar la decisión histórica del fondo de recuperación de 750.000 millones de euros, algo que supuso el uso de la pandemia como oportunidad política para fortalecer la UE y el multilateralismo.
Es la lectura que hace el centro de estudios Eurasia Group, que sitúa el fin de la era Merkel en el noveno de los diez principales riesgos a los que se enfrenta el mundo en 2021, encabezados por la división política en EEUU, el impacto de la pandemia y la descoordinación en la transición energética. La marcha de la canciller después de tres lustros es el mayor riesgo para el continente europeo, según Eurasia Group.
Para Garicano, el jefe de la delegación de Ciudadanos (Cs) en el Parlamento Europeo, esta “gobernante con capacidad de liderazgo, muy moderada” ha dado “un impulso enorme” a la UE. “Con responsabilidad, firmeza y sensatez ha estado siempre a la altura de las circunstancias, especialmente en momentos clave y decisivos” añade López-Istúriz.
Dejará, por tanto, el listón muy alto y cualquier nuevo líder alemán también tendrá mucha menos experiencia en el Consejo Europeo, la cumbre regular de Bruselas de los líderes de la UE, donde Merkel es ahora la veterana absoluta.
Cuando ella se vaya, el pilar de estabilidad que su presencia en el Consejo Europeo representa se disipará y el primer ministro de Hungría, el ultranacionalista Viktor Orban, se convertirá en el miembro más antiguo en esos foros intergubernamentales.
A Orban le sigue en veteranía el liberal Mark Rutte de Países Bajos, cuyo gobierno dimitió en bloque recientemente por un escándalo de discriminación en la concesión de ayudas a familias y está en funciones hasta las elecciones de marzo.
Con Alemania en elecciones este otoño y Francia en la primavera de 2022, la UE se enfrenta a un año y medio incierto y con muchos desafíos, especialmente económicos ligados a la pandemia que va por la tercera ola en Europa.
Con lo cual, “la pareja francoalemana, que es la que manda, la tienes desestabilizada por los dos lados”, constata Garicano. Aunque, para López-Istúriz, es una pareja muy dispar: “Merkel es la estabilidad y criterio regular en sus decisiones europeas, algo difícil de encontrar en Macron”, analizó. “No veo como puede ejercer un liderazgo europeo más allá de las grandes declaraciones”.
La tradición alemana siempre ha tenido una tendencia inclinada por construir ejes, recuerda Moreno, quien aventura uno integrado por Francia, como siempre, pero también por España o tal vez Italia.
Huérfanos de Merkel otros líderes europeos empezarán a ocupar, según él, parte de su espacio, y entre ellos cita al español Pedro Sánchez y al portugués Antònio Costa, ambos socialistas. Otros que eventualmente también empujarán el proyecto europeo son los países del Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo), pequeños pero profundamente europeístas, considera.
No obstante, medio en broma medio en serio, Garicano apunta que “si Europa tuviese voto le pediría (a Merkel) que se quede otros 4 o 5 años”. “¿Echaremos de menos a la canciller? Sí, por supuesto. Es una líder incontestable, pero la UE seguirá” adelante, asegura López-Istúriz.