- El 22 de noviembre de 2005 Angela Merkel hizo historia como primera mujer y ciudadana del este que alcanzaba la Cancillería alemana. Quince años después es la política mejor valorada por sus compatriotas. La última página del liderazgo de Merkel está por escribir, y ya ha dejado claro que dejará el poder cuando termine esta legislatura, es decir, en un año. Su gestión en la crisis del coronavirus la ha revalidado y se disipó el término de la Merkeldämmerung(crepúsculo de Merkel) que planeaba sobre su fase final en el poder. Tres testigos de su asunción al cargo, el presidente del Bundestag, su vicepresidente y un icono del feminismo alemán, analizan el ayer y el hoy de la líder de referencia.
Para Norbert Lammert, de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y presidente del Bundestag entre 2005 y 2017, con la elección de Merkel se abrió un “proceso innovador para la historia alemana”. Merkel llevaba cinco años en la presidencia de la CDU, a la que llegó tras llamar al partido a “emanciparse” de Kohl, hundido en un escándalo de cuentas secretas del partido bajo su liderazgo. La nueva líder, tachada incluso de socialdemócrata, asumió la tarea de renovar el partido desde una posición más centrista que sus grandes patriarcas, Konrad Adenauer y Kohl.
Frente a la bajada de casi nueve puntos en su última elección, los sondeos colocan ahora a Merkel en la cumbre de la valoración de sus compatriotas. Un 86 % considera que “hace un buen trabajo”, según la infografía de la Oficina Federal de Estadística Destatis en ocasión de sus 15 años en el poder.
“Si Helmut Kohl, como hizo Angela Merkel, hubiera dicho un año antes de la elecciones de 1998 bueno, esto se acabó, se habría ganado muchas simpatías”, opina Lammert. A Kohl le apartó del poder su derrota frente al socialdemócrata Gerhard Schröder; Merkel, en cambio, se retirará imbatida.
“Perdone, pero el primer alemán del este al frente de un órgano constitucional de alto rango fui yo”, protesta el socialdemócrata Wolfgang Thierse, presidente del Bundestag entre 1998 y 2005. Hace quince años era vicepresidente de la cámara, mientras Merkel se colocaba en el poder frente de su primera gran coalición, con el Partido Socialdemócrata (SPD) como socio.
Merkel, crecida en una pequeña parroquia del este del país, no entró en política hasta 1990, año en que se selló la extinción de la República Democrática Alemana (RDA). Ascendió en la CDU, afirma Thierse, a base de “ignorar” su identidad como ciudadana del este y “presentarse como una política tan poco germano-oriental como fuera posible”, en un partido volcado al mundo occidental.
Si a Merkel se le reconocen ahora sus méritos no es por un factor identificador que nunca funcionó, explica Thierse. Se le reconoce “como una política pragmática, sólida y de fiar”, las bases de su credibilidad como líder, admite este socialdemócrata.
“Ese día estaba en el Reichstag, fue realmente emocionante. 86 años después de que las mujeres alemanas alcanzaran el derecho de voto, por fin teníamos una mujer en la cúpula”, afirma Alice Schwarzer, directora de la revista Emma e histórica del feminismo, cuyo último libro Lebenswerk dedica un capítulo a Merkel.
La activista critica, no obstante, la permisividad con la sumisión de la mujer en los sectores reaccionarios del mundo musulmán al no prohibir elementos como el burka. No es el único reproche que, desde el feminismo, se le ha hecho a Merkel. La misma infografía de Destatis destaca cómo sus 15 años en el poder no han revertido la brecha salarial del 20%.
32,9%
Las cifras de Destatis (Oficina Federal de Estadística) muestran la muy delgada línea entre el éxito y el fracaso electoral. Del 35,2% con que Merkel llegó al poder en 2005 bajó al 33,8% en 2009, se disparó al 41,5% en 2013 y cayó al 32,9% en 2017.