Estambul - ¿Miles, decenas de miles o más de cien mil? El número de refugiados y migrantes que se hallan en la frontera de Turquía esperando cruzar a Grecia y de quienes ya lo han conseguido es una incógnita, pero se ha convertido en una arma política entre Ankara y Atenas.

Las primeras cifras las dio el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, al declarar el sábado pasado que había 18.000 personas cruzando a territorio griego y que ese mismo día la cifra llegaría a 25.000 o 30.000. "Hay 18.000 que están cruzando, forzando el paso fronterizo", lo formuló el presidente, pero la propia prensa turca interpretó sus palabras como una confirmación de que habían alcanzado suelo griego. El domingo, el ministro del Interior turco, Süleyman Soylu, elevó el número primero a 76.000 y luego a 100.000, para pasar a 130.000 el martes y a 139.000 ayer.

Estas cifras han contribuido a alimentar el bulo de "fronteras abiertas" que desde última hora del jueves 27 de febrero corre por las redes sociales en árabe en las que se comunican miles de refugiados sirios e iraquíes. Era una versión manipulada del anuncio del Gobierno turco de que iba a abrir sus propias fronteras para permitir la salida de los refugiados, en protesta por la falta de apoyo de la Unión Europea a la presencia militar de los turcos en Siria.

El rumor empujó a miles de sirios, iraquíes, afganos y paquistaníes, a menudo establecidos en Turquía desde hace años, a abandonarlo todo y viajar a la frontera, en la creencia de que podrían pasar legalmente a territorio de la Unión Europea. Grecia, sin embargo, insiste en que ninguno lo ha conseguido.

IMPRECISIÓN GRIEGA El Gobierno griego respondía a las cifras de Ankara con un parte diario de "intentos rechazados": de 4.000 el sábado a 25.000 el martes y a 34.700 ayer, a lo que se añade un total de 244 personas detenidas. Tampoco es posible contrastar estas cifras y no está claro qué se contabiliza como un "intento de entrada": podrían ser los casos de migrantes que han penetrado en territorio griego y han sido obligados a regresar a suelo turco, algo muy habitual estos días.

Muchos migrantes han relatado que tras cruzar con ayuda de traficantes el río Evros, que hace frontera entre Turquía y Grecia, fueron apresados por soldados griegos que les han despojado de todas sus pertenencias, a veces incluso de sus zapatos, y los han obligado a regresar a Turquía en otro punto fronterizo.

Aún contando con que la cifra contabiliza los intentos repetidos de las mismas personas, parece excesivamente alta, dado que solo una minoría de los miles de personas que acampan desde el viernes a lo largo de la frontera ha relatado un contacto directo con soldados griegos.

Es posible que los "intentos" incluyan también a los grupos relativamente grandes que en repetidas ocasiones se han acercado en tromba a la valla del paso fronterizo de Pazarkule en Edirne con intención de traspasarla y han sido repelidos desde el lado griego con botes de gas lacrimógeno y balas de goma.

GAS Y DISPAROS Según las autoridades turcas, durante uno de estos intentos, realizado el miércoles, falleció un hombre y otros cinco quedaron heridos por disparos con munición real desde Grecia. Atenas ha negado categóricamente que sus soldados hayan causado una muerte.

Turquía impide a la prensa el acceso a la zona fronteriza de Pazarkule, donde se hacinan varios miles de migrantes, por lo que es difícil conocer exactamente qué ocurrió, si bien durante más de una hora se pudieron observar desde la distancia espesas nubes de gas lacrimógeno y se oían continuas ráfagas de disparos.

"Entre los refugiados se hallan policías turcos que llevan la cara tapada; nos entregan alicates y nos animan a cortar la valla, nos dicen que somos mil y que los griegos no podrán frenarnos, pero entonces ellos (los griegos) disparan y hay heridos", explicó un joven oriundo de Raqa.

Refugiados

Del buque de guerra al cuartel

Destino. El medio millar de refugiados que llegaron a la isla de Lesbos desde el estallido de la nueva crisis migratoria con Turquía el pasado fin de semana ya tienen un destino definitivo: serán internados en un cuartel en el norte de Grecia a la espera de ser deportados. Mientras esperan pacientemente bajo la lluvia a su registro policial, sus rostros muestran cansancio. A pesar de la tan reciente experiencia traumática que han sufrido, los muchos niños presentes corretean entre los autocares policiales que les están sirviendo de cobijo provisional hasta poder embarcar.