Berlín - Conservadores y liberales alemanes se mantuvieron ayer en modo contención de daños ante el desgaste que están sufriendo por haber propiciado la ruptura del cordón sanitario a la ultraderecha en el estado federado de Turingia (este de Alemania). Tres días después del terremoto, las réplicas se sentían especialmente en Berlín, donde la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller alemana, Angela Merkel, y el Partido Liberal (FDP) trataron de cerrar filas, rechazar las críticas y trasladar parte de la presión al resto de partidos en una de las mayores crisis políticas de la legislatura.
La presidenta de la CDU, Annegret Kramp-Karrenbauer, volvió a comparecer para recalcar que su partido "no va a cooperar ni directa ni indirectamente" con la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Pero eso fue exactamente lo que sucedió el miércoles, cuando el liberal Thomas Kemmerich se hizo por sorpresa con la jefatura del Ejecutivo de Turingia con el apoyo de conservadores y ultraderechistas. No está claro si las formaciones se habían puesto de acuerdo previamente o si AfD engañó a la CDU y el FDP con una jugada táctica de última hora. El hecho es que la ultraderecha consiguió así arrebatarle la reelección a Bodo Ramelow, el candidato de La Izquierda, la fuerza más votada, que había llegado a un acuerdo con socialdemócratas y verdes para formar un gobierno en minoría.
Kramp-Karrenbauer mantuvo además en su puesto al criticado líder de su partido en Turingia, Mike Möhring, aunque éste se mostró dispuesto a dimitir. En medios alemanes se vincula esto a los problemas de la líder conservadora -y delfín de Merkel- para hacerse con las riendas del partido y a las fuertes resistencias de cierta disidencia interna a su derecha, además de reflejar que un sector de la CDU en el este no comparte el cordón sanitario a AfD. También trató Kramp-Karrenbauer de elevar la presión sobre el Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes, instándoles a presentar un candidato alternativo a jefe de Gobierno del land porque, a su juicio, el Ejecutivo debe estar en manos del "centro democrático", algo que para la CDU excluye tanto a la ultraderecha como a La Izquierda.
El SPD y Los Verdes, que tenían un acuerdo para reeditar el tripartito de izquierdas de la legislatura previa, descartaron tajantemente esta idea. El líder regional socialdemócrata, Wolfgang Tiefensee, calificó de "fallido intento" el emplazamiento conservador. Por su parte, socialdemócratas y verdes quieren nuevas elecciones, algo que los conservadores sólo contemplan como última opción -si no prospera ese supuesto acuerdo entre las fuerzas del "centro"- y que tampoco quieren en el FDP.
las encuestas Estas posiciones de unos y otros se entienden mejor tras la publicación ayer de una encuesta, que prevé que, en caso de nuevas elecciones y a raíz de esta tormenta política, la CDU perdería la mitad de sus apoyos, del 22 al 12%, y el FDP caería por debajo del 5% mínimo para tener representación parlamentaria, mientras que el SPD, Los Verdes y también AfD subirían ligeramente, en tanto que La Izquierda ganaría 6 puntos porcentuales, hasta el 37%, manteniéndose con diferencia como primera fuerza.
Los liberales, por su parte, cerraron filas tras situarse en el epicentro del terremoto desatado por AfD. Su líder nacional, Christian Lindner, subrayó como Kramp-Karrenbauer que el FDP no va a cooperar con la ultraderecha, pero en su caso el apoyo en sus filas es mayoritario. Obtuvo el respaldo casi unánime de la dirección del partido a su gestión de la crisis (33 votos a favor por uno en contra y dos abstenciones) y sólo apuntó, al ser preguntado por los errores de su partido, el de Kemmerich, el jefe de los liberales en Turingia, al aceptar la elección.
Mientras tanto, AfD volvió a meter el dedo en la herida. Su responsable en Turingia, Björn Höcke, líder del ala más radical del partido, mandó una carta a Kemmerich y Möhring llamándoles a "nuevas formas de cooperación" para evitar un tripartito de izquierdas.
Para analizar las consecuencias federales de la crisis y buscar posibles soluciones, hoy tienen previsto reunirse en Berlín los líderes de la gran coalición que gobierna Alemania, aprovechando que Merkel regresa de madrugada de una gira africana de tres días. Kemmerich, por su parte, y pese haber anunciado que dimitiría, explicó que los juristas del parlamento le han recomendado no hacerlo para evitar el vacío administrativo que supondría, ya que legalmente es el único miembro del nuevo Ejecutivo de Turingia.