Auschwitz - Supervivientes de Auschwitz y representantes de más de 50 países conmemoraron ayer, en el antiguo campo de exterminio nazi, el 75º aniversario de su liberación con una ceremonia protagonizada por los ex prisioneros, quienes pidieron a la comunidad internacional que, pese al paso del tiempo, nunca se olvide lo que pasó. El sol casi primaveral que brillaba sobre Auschwitz poco tiene que ver con el escenario de intenso frío y nieve que relataron los soldados soviéticos que llegaron hasta las alambradas de Auschwitz-Birkenau el 27 de enero de 1945 para liberar a los miles de prisioneros que, abandonados a su suerte por los alemanes, esperaban famélicos la llegada de su última hora. "Oíamos disparos cercanos al campo y sabíamos que pronto vendrían las tropas liberadoras, aunque la verdadera liberación no llegó hasta tiempo después, cuando logramos interiorizar lo sucedido y ser conscientes de que la pesadilla había terminado", dijo la israelí de origen polaco Batsewa Dagan, una de las supervivientes que relataron su experiencia cuando el Ejército soviético les liberó.
Entre quienes 75 años después quisieron acompañar a los exprisioneros en una fecha tan simbólica se encontraban los presidentes de Israel (Reuven Rivlin), Alemania (Frank-Walter Steinmeier) o Hungría (Victor Orban), así como el secretario de Estado del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin. Entre las ausencias, la del presidente ruso, Vladímir Putin, pese a que fue el Ejército Rojo el que liberó Auschwitz, aquel escenario de la llamada Solución final, eufemismo con el que los nazis se referían al genocidio judío.
Como anfitrión, el jefe del Estado polaco, Andrzej Duda, quien fue el único político que tomó la palabra con un discurso en el que quiso reiterar el compromiso de Polonia, "primera víctima de la agresión nazi", en garantizar la supervivencia de Auschwitz como "símbolo eterno del mayor crimen cometido en la historia de la Humanidad".
SUPERVIVIENTES, PROTAGONISTAS Pero fueron los supervivientes los auténticos protagonistas de esta ceremonia que se quiso mantener lo más alejada posible de cualquier uso político, según los responsables del museo-memorial de Auschwitz. A ella asistieron cerca de 200 ex prisioneros, muchos de ellos ataviados con el pañuelo con rayas azules y blancas propio del campo. Entre ellos la superviviente Elza Baker, quien pese a su parálisis parcial tomó la palabra para "exigir" a los mandatarios asistentes que la memoria de Auschwitz no se pierda. "Contra eso, contra el paso del tiempo y el olvido, tienen ustedes que luchar", dijo antes de agradecer al museo-memorial de Auschwitz la conservación de los objetos y documentos que son prueba de la barbarie allí vivida.
"Todo comienza con pasos que al principio pueden pasar desapercibidos, haciendo que una comunidad sea infravalorada, discriminada en pequeñas cosas, para ser poco a poco apartada hasta acabar desterrada en guetos, campos de concentración y morir en cámaras de gas", afirmó por su parte el superviviente lituano Marian Turski.
Turski describió el antisemitismo que se vivía en Alemania y en otros países durante los años previos a la II Guerra Mundial: "Auschwitz no fue algo que sucedió de repente, que surgió de la nada, sino que nació de un proceso largo de odio que fue extendiéndose hasta degenerar en este asesinato masivo". "Si eso pudo pasar entonces, eso quiere decir que podría volver a pasar. No lo permitamos, velemos por proteger a las minorías y no seamos indiferentes ante los abusos cometidos contra los más débiles", dijo.
En Auschwitz los soviéticos encontraron más de un millón de trajes y vestidos y cerca de ocho toneladas de cabello humano que los alemanes aprovechaban junto con otras partes de los cuerpos de sus víctimas como si de una gran factoría humana se tratase.