Bruselas - El 29 de marzo de 2017, Donald Tusk, por entonces presidente del Consejo Europeo, recibía de la mano de Theresa May, primera ministra británica, la carta oficial solicitando la salida del Reino Unido de la UE. Un hito: era la primera vez en la historia de la UE que un Estado miembro invocaba el Artículo 50. “No hay nada que ganar en este proceso, solo minimizar los daños”, afirmó un afectado Tusk. “¿Qué más puedo decir? Ya os echamos de menos”, remató.
34 meses después, es su sucesor Charles Michel quien ha firmado junto a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, el Acuerdo de Salida. Un momento histórico que se ha sellado con sobriedad y silencio. Las únicas palabras que han sonado son las del belga a través de Twitter: “Inevitablemente, las cosas cambiarán, pero nuestra amistad continuará. Arranca un nuevo capítulo como socios y aliados”. La UE da este paso previo después de que el jueves la reina Isabel II estampase su firma convirtiéndolo en ley.
En el otro lado del canal de La Mancha ya no queda ningún paso para la salida de la isla. Diferente situación ocurre en la parte europea. El Parlamento Europeo debe dar todavía su consentimiento a través de una votación que tendrá lugar la próxima semana. Se prevé que sea un mero trámite, ya que a última hora del jueves, la comisión de Asuntos Constitucionales dio luz verde por 23 votos a favor y 3 en contra. Por último, el Consejo adoptará el texto a través de un procedimiento escrito, que dará lugar al pistoletazo de salida de las negociaciones futuras.
Si el dolor de cabeza de la Comisión Juncker fue la salida del submarino amarillo, que se empantanó durante años por el caos político en el Parlamento británico, el de la Comisión Von der Leyen será el periodo transitorio. Londres y Bruselas tienen diez meses para definir los términos por los que se regirá su relación: un tratado comercial, sí, pero también todos los aspectos en torno a seguridad, pesca o transporte que de no cerrarse pueden reparar consecuencias nefastas para ambos lados del canal de La Mancha.
Boris Johnson, primer ministro británico, ha blindado por ley la posibilidad de prolongar esta negociación más allá del 31 de diciembre de 2020. La extensión del periodo transitorio debe ser requerida antes del 30 de junio. Un escenario que es para la UE el más coherente. En Bruselas han repetido en varias ocasiones que diez meses son insuficientes para reestructurar una relación de décadas, pero el líder tory no piensa lo mismo. La isla ha tardado tres años en encontrar la salida de la UE y espera organizar su relación futura en menos de año, lo que vuelve a hacer resonar los fantasmas de un brexit sin acuerdo. De no rubricar un acuerdo comercial, la relación entre el Reino Unido y el bloque pasaría a estar regulada por las normas de la Organización Mundial del Comercio, con posibles aranceles de por medio.- Aquí Europa