Jorge Coira está fascinado por la diversidad de El Hierro, una isla pequeña pero sorprendente. Es el escenario de la serie del mismo nombre, que durante varios meses creó incertidumbre en este director gallego y en todo el equipo implicado en el rodaje, ya que tuvieron que enfrentarse al confinamiento cuando solo llevaban cuatro semanas de grabaciones. Una aventura que ha tenido un final feliz y cuya segunda y esperada temporada se verá en menos de dos semanas.
En esta serie hay mucho de trabajo de familia. Su hermano es el creador de la historia, usted es el director y su mujer la responsable del guion.
- Es que trabajamos muy a gusto juntos y nos compenetramos muy bien. Cada uno de nosotros sabe muy bien lo que quiere del otro y además es mucho más fácil discutir entre nosotros.
Pues dicen que las peores discusiones son las que se dan en familia.
- Ja, ja, ja€ Depende de hasta dónde llegues. Nosotros discutimos mucho, pero nos enfadamos poco. Siempre hay muchas opciones ante un determinado punto de vista y nosotros le damos muchas vueltas, pero las discusiones entre nosotros son siempre muy divertidas.
El rodaje de la segunda temporada quedó, como tantas otras cosas, interrumpido por la pandemia.
- Fue todo muy raro. Durante la primera temporada todo marchó sobre ruedas, fue un rodaje especialmente bonito y pensé: Este es el mejor rodaje de mi vida. Fue una explosión de creatividad y de buen rollo entre un equipo muy compenetrado. Pero las cosas cambiaron en la segunda temporada.
¿Una pesadilla?
- No me pondría yo tan dramático pero hubo momentos duros. Lass incertidumbres siempre te trastocan y te alteran. Cuando empezamos a grabar todo iba sobre ruedas, volvíamos a ser un equipo conectado, pero todo se cortó con el confinamiento. Llevábamos cuatro semanas grabando cuando se decretó el estado de alarma. Tuvimos que parar y desalojar la isla, nos marchamos casi todos y se quedaron unas poquitas personas del equipo. Esta temporada de Hierro la ha marcado las pautas de la pandemia.
¿Dudó de la continuación?
- No, porque dos meses después, cuando empezó la desescalada, volvimos a la isla. Fue a finales de mayo y hubo sus dificultades: tuvimos que hacernos todos PCRs y era muy trabajoso conseguir esas pruebas. Cuando vimos que eran negativas cogimos todos juntos un avión que fue pasando por distintos puntos de España para llevarnos a todos hasta El Hierro sin dormir en ningún sitio. Fue llegar allí, confinarnos de nuevo, esperar unos días a hacernos una nueva PCR, esperar a que diese negativo... y empezar a rodar.
¡Vaya aventura!
- Y tanto. En ese viaje llevamos todo lo que creíamos que necesitábamos. Teníamos que tener previsto el equipo suficiente porque no se podía entrar y salir de la isla así como así.
Además de una aventura, todo un ejercicio de estrés.
- Al principio te agobia, pero sabíamos que con lo que teníamos en esos momentos había que hacer la serie, no quedaba otra. Ha habido un gran esfuerzo de imaginación cuando teníamos una escena compleja. Fue un lío, pero ya está, la serie está terminada y a punto de estrenarse.
Y después de todo esto, ¿se animaría a dirigir una tercera temporada?
- Honestamente, cuando hicimos la primera no quería pensar en una segunda. Siempre dije que había que pensar en lo que teníamos. Si encontrábamos una historia que nos interesase, sí. No soy partidario de hacer temporada tras temporada por estirar un éxito. ¿Es posible una tercera? Puede que sí, pero ten en cuenta que va muy al límite.
¿Por qué tiene limitaciones?
- Porque estamos hablando de una isla en la que ya decimos que no pasa gran cosa. Si esto ocurriera en Barcelona, Madrid o Nueva York, se podría hacer temporada tras temporada, pero en El Hierro todo va más al límite.
¿A qué les obligó la situación?
- A ser más ágiles y rápidos a la hora de trabajar. No tuvimos una gran preproducción, no sabíamos cómo se iban a desarrollar las cosas con la pandemia y existía la preocupación de si íbamos a poder acabar. Pero se estrena en unos días.
Y han respirado tranquillos.
- Cuando todo terminó, sí. La incertidumbre te puede llegar a confundir. Está todo hecho y todos los equipos, el técnico y el artístico, han realizado un trabajo magnífico.
¿Y qué le parece la isla?
- A mí me fascina. No sé si podría vivir allí, creo que no, básicamente por el hecho de que soy gallego y tengo a mi familia en Galicia, pero me gustaría seguir manteniendo relación con El Hierro, una isla que tiene algo especial: allá tienes la sensación de estar en el fin del mundo.
¿Eso no pasa en Finisterre? Le pilla muy cerca.
Ja, ja, ja€ Es verdad, pero hablamos de El Hierro, que es una isla muy diversa aunque muy pequeña, y que cambia cada pocos kilómetros. Llueve y hace sol todo al mismo tiempo y a tan solo diez minutos de distancia. Es una caja de sorpresas.