Hay datos de encuestas que hablan de que los protagonistas preferidos en las series de televisión que vemos son los masculinos. No merece la pena ponerse a analizar este fenómeno ya que lo primero que hay que concluir es que los personajes protagonistas masculinos son mayoría sobre las excepciones que suponen que las series sean protagonizadas por mujeres. Incluso en los más corales hay como una tendencia a que sean los actores quienes más protagonismo tengan sobre los personajes femeninos. El mundo de la producción audiovisual está mayoritariamente copado por hombres en cualquiera de los diversos puestos de los que hablemos: productores, realizadores, guionistas... La consecuencia más inmediata se traduce en que los personajes de mayor tirón consecuentemente -o inconscientemente, nunca se sabe- son los interpretados por actores por que previamente han sido pensados y escritos para ellos. Y esto no es algo puntual. Viene de una tradición machista de la producción televisiva que además de mantenerse en el tiempo marca también las tendencias del futuro. La semana pasada, Ángeles González-Sinde estuvo en el programa Late motiv allí bromeó diciendo que eran los guionistas los que tenían todo el mérito ya que hasta conseguían hacer de Buenafuetne un tipo gracioso. Sinde que era una de las guionistas minoritarias en una profesión de mayoría masculina, pasó a ser ministra de Cultura. Toda una premonición: eligieron para el cargo a una mujer. El hecho de que fuera una guionista fue todo un hallazgo como se pudo ver por su atrevimiento. También fue una de los miembros más criticados de aquel Gobierno sobre todo a la hora de sacar adelante la que se recuerda como ley Sinde que regula la protección de la propiedad intelectual en internet con la creación de una Comisión que vigilara el tema. Algo que probablemente ningún hombre se hubiera atrevido a defender en aquel tiempo.