“Nadie me va a dar órdenes. Ni ustedes ni ustedes ni ustedes...” Con esta contundente frase hemos visto como Rosa María Mateos se defendía en una comisión sobre RTVE de los ataques sobre los ceses y modificaciones que había promovido y del que hacían responsable al consejo de informativos. La guerra callada de este organismo llega hasta la noche de los tiempos de esta democracia donde, salvando parcialmente a Zapatero, el resto de sus presidentes perdieron el culo por utilizarla en toda su plenitud como elemento propagandístico de sus respectivos gobiernos. Así ha sido hasta el último de Mariano Rajoy. Hoy, los dirigentes que se han visto relegados y apartados de este edén en el que viven quienes la controlan, muestran su resquemor. Lo curioso es que lo hagan de manera pública ya que hasta ahora muchos de ellos habían utilizado las mismas artimañas. En RTVE se ha cambiado de gestores pero el problema de utilización como herramienta de uso partidista sigue todavía en la mente de casi todos. De momento, a Rosa María Mateo hay que darle la oportunidad de que demuestre que en su mandato, RTVE va a ser un organismo que mantenga la independencia junto con el rigor y la objetividad que se entiende debería ostentar todas las televisiones públicas. La realidad y la historia demuestran que este modelo de utilización del medio de manera propagandística, está tan interiorizado orgánicamente -incluida aquí la monarquía- que nadie que lo practica lo reconoce. Ocurrió con Tele Madrid donde los dirigentes del Partido Popular madrileño convirtieron al medio público en todo un ejemplo de seguidismo y manipulación. Un medio del que la audiencia huyó y que todavía cuesta tenerlo en cuenta. Hay que proteger y separar de los políticos con ansias de control a los medios públicos, ya que pueden convertirlos en fantasmas de sí mismos. La telespectadores, por muy del partido que sean, se merecen esa independencia.
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