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No vale de nada que lo sientas

No vale de nada que lo sientas

Usar redes sociales y salir indemne de ellas es un arte solo al alcance de unos pocos. Una de las labores a la que se dedican ahora muchos activistas de la cosa pública -ojo que no hablo de los periodistas-, es rastrear los mensajes que se han ido escribiendo. Twitter es donde más rastro dejamos tras escribir sin red lo que mejor expresa nuestra manera de sentir. Frases que son como bumeranes que se vuelven contra nosotros mismos. Es lo que le ha pasado a Roseanne, una de las series de televisión más exitosas en Estados Unidos y que se puede ver en Neox. Es una creación de Rosseanne Barr quien se había crecido por el espaldarazo que le había un tuit Donald Trump. Un apoyo al que ella misma quiso agradecer metiéndose con la exasesora de Obama, Valeríe Jarret: una mujer de origen iraní de tez oscura, a la que Roseanne definió como un producto salido “de los Hermanos Musulmanes y El planeta de los simios”. Una comparación que ha hecho que la cadena ABC tome medidas drásticas: “La afirmación de Roseanne en Twitter es abominable, repugnante e incompatible con nuestros valores, y hemos decidido cancelar la serie”. Toma. Por mucho que Roseanne utilizara la artimaña de Juan Carlos de Borbón pidiendo disculpas y prometiendo que en el futuro no lo volvería a hacer, el subterfugio no le sirvió. La serie que la habían sacado del baúl de los recuerdos y la habían actualizado, se les ha caído por un tuit. Los caminos de las redes sociales son insondables, como diría el otro. Hay quien se maneja en ellos divinamente y otros que dejan un rastro que no se puede aguantar. Estas nuevas redes están dejando muchas víctimas de sus atropellos y otros usuarios que se las prometían felices por haber encontrado su medio, están saliendo trasquilados. La comunicación necesita reflexión, algo que no siempre uno tiene en las conversaciones ni en los teclados de los móviles, donde una vez que lo envías, no haces nada con decir que te has equivocado.