madrid - A Jesús Cintora le va la marcha de la política, aunque su nuevo programa, La línea roja, tiene una mayor implicación en temas sociales que concentran horas de debate entre los ciudadanos. Pero no cabe duda de que el momento político que se vive en Catalunya es un tema que no puede obviarse en una entrevista con él. Se declara perezoso en los debates sobre las banderas y lo que más le interesa de un pueblo, según dice, es su día a día; su bienestar social, sus infraestructuras, las carreteras, la sanidad o la educación. En su programa, los invitados entrarán en un mundo que les puede resultar hostil porque es contrario a sus ideas sobre un tema determinado que puede ir desde el pensamiento antitaurino a la homofobia.
¿No echa de menos el periodismo político en unos momentos en el que se están cruzando muchas líneas rojas?
-Llevo mucho tiempo ya en el mundo del periodismo y he tenido la suerte de hacer de todo: política, deportes, música, cine? Ahora estamos haciendo La línea roja. No es un programa que se pueda entender como político puro y duro. Pero la vida es política en todos los aspectos: la economía, la educación, la sanidad o la cultura.
Tal y como tenemos la actualidad, no nos queda más remedio que viajar a Catalunya. ¿Cómo ve usted la situación?
-Hay bastante gente que nos está proponiendo que hagamos un programa sobre el tema catalán. Hay dos claves fundamentales: el gobierno español, que quiere que se cumpla la ley, y la cantidad de gente que hay en Catalunya, que quiere decidir, que quiere votar.
Lo que parece que hay es un choque de trenes con gran potencia por ambas partes. ¿Cómo va a terminar esta colisión?
-Veremos cómo se resuelve. La partida final no se juega el 1 de octubre, el proceso quedará abierto. Para resolver el tema catalán habrá que hacer política, y política seria, para dialogar, negociar y para entrar una vía de acuerdo.
¿No hay un exceso de exposición pública sobre este tema?
-Estamos hablando en Euskadi, y sabemos que el tema territorial a veces se ha utilizado por intereses electorales. El debate territorial siempre ha estado sobre la mesa en Catalunya y en Euskadi. Hay muchos temas por medio sobre lo que está ocurriendo en Catalunya ahora, pero hay uno que está en el fondo de esta cuestión: el número de gente que quiere votar.
¿Cree que con todo lo que estamos viendo el 1 de octubre se votará en Catalunya?
-Ese día va a ser simbólico. Lo que está en juego es resolver el conflicto mediante política seria.
¿No se ha hecho política seria?
-No creo. Hay que sentarse en una mesa y hablar?
Este tema lleva cinco años sobre la mesa, nuevo no es.
-Pero ahora está en un momento en el que no queda más remedio que negociar y hablar.
Los tertulianos de medios de comunicación estarán contentos, sin el conflicto vasco estaban en un dique seco, el conflicto catalán les vuelve a dar alas.
-Bueno, creo que desde Euskadi se ha dado una lección, veo una sociedad muy equilibrada. Es interesante analizar cómo lo que se ha impuesto es la gestión.
¿En qué sentido la gestión?
-La gestión del estado de bienestar, de las infraestructuras, de la sanidad, la educación? Lo que se gestiona es el día a día. Soy muy perezoso con todo esto de las banderas, lo que me interesa es el bienestar que tenga un pueblo, el llegar a fin de mes, el poder comer.
No puede negar que el tema de las banderas, el tema vasco antes y ahora el catalán, llenan las tertulias políticas de los medios audiovisuales, pero se hacen en Madrid. ¿Cree que toda esa gente sabe realmente de lo que está hablando? ¿Es hablar por hablar?
-Supongo que hay de todo. Pero tanto en estos temas de los que estamos hablando como en otros con más componente social. En La línea roja vamos a llevar a los protagonistas al lugar de los hechos. Si están en contra de los toros, los llevamos a hablar con un torero, a ver a los toros en el campo, a una plaza de toros? Muchas veces es que se habla sin conocer el lugar donde están sucediendo las cosas, se habla a distancia.
¿No resulta una osadía hablar de un territorio desde un plató y solo ateniéndose a textos legales?
-En el tema de Catalunya, creo que habría que ir allí y conocer bien la realidad para poder discutir luego. Yo conozco bien Euskadi, soy de un pueblo de Zaragoza que está pegado a Navarra. He estudiado en Navarra y sé cómo es la cultura vasca, su forma de ser o su forma de pensar. Sean cuales sean las diferencias entre territorios, los valores de paz y de convivencia deben tener vigencia, porque son generales para todos.
Imagínese llevar a ‘La línea roja’ a Rajoy y a Puigdemont.
-Me encantaría. Más que un debate, tendría que ser una gran conversación. Está claro que es un imposible pero me parecería interesante preguntarles a ambos unas cuantas cosas.
¿Por ejemplo?
-La financiación de los partidos y, sobre todo, qué caminos se van construir para resolver esta encrucijada.
¿Tiene algún otro proyecto entre manos?
-Ya están grabados los tres programas de La línea roja para Cuatro, espero que gusten y que resulten amenos y atractivos, que pueda haber alguno más. En libros, Espasa me ha pedido otro. Me han propuesto escribir sobre Catalunya, pero hay que ver el tema un poco más en perspectiva. Sigo colaborando con la prensa digital y también tengo proyectos de televisión en la cabeza. Siempre tengo ideas, soy un culo de mal asiento y continuamente doy vueltas a proyectos nuevos. Creo que soy una persona muy trabajadora.