madrid - HBO deja en esta ocasión la ficción para adentrase en un espacio muy diferente a los habituales en la cadena, Rock and a hard place, una radiografía de cómo poner en marcha un programa de reinserción para jóvenes convictos. El programa está inspirado por la experiencia personal de Dwayne Johnson con la justicia en su juventud. El documental se estrena mañana.
Precisamente, Johnson es el eje central de toda esta producción y el encargado de explicar al espectador los métodos y los resultados que se obtienen a través de este programa de recuperación social. Durante el programa, el protagonista trata de explicar cómo es posible tener una segunda oportunidad en la vida después de haber delinquido.
Son personas que llegan al programa de reinserción Miami-Dade County Corrections & Rehabilitation Boot Camp buscando empezar de cero y cambiar una sentencia de varios años de cárcel por una segunda oportunidad.
A lo largo de 16 semanas, instructores de entrenamiento llevan a los reclusos al límite, pero los que consiguen llegar al final tienen muchas posibilidades de integrarse en la sociedad y cuentan con un riesgo menor de volver a prisión. El programa registra una tasa de reincidencia por debajo del 15%, mientras que la tasa nacional de reincidentes que vuelven a prisión es, aproximadamente, del 70%.
última oportunidad El documental arranca con la visita de Johnson al campamento, donde es testigo del ingreso de 38 jóvenes delincuentes, condenados por crímenes que van de la agresión al robo a mano armada, y que están al borde de condenas de larga duración. Una vez superado el caos inicial, explica a los participantes por qué cree que es importante que el mundo vea en qué consiste este programa y hace especial hincapié en por qué cree que esta podría ser la última oportunidad para ellos.
Este programa muestra una gran dureza en el entrenamiento de los jóvenes delincuentes que se acogen al método de reinserción. El espacio HBO sigue a los reclusos a través de cada una de las fases del campamento, desde las brutales primeras semanas, que están dominadas por la constante confrontación verbal, el entrenamiento físico y la disciplina militar estricta.
Algunos de los cadetes no pueden o no quieren cumplir con las normas, y el grupo se reduce a 35 después de un mes. Aquellos que siguen adelante, deciden obedecer las exigencias extremas de sus instructores, aunque en ocasiones los conflictos lleguen a las lágrimas o a momentos de rebelión.