En Teledeporte andan jugando al gato y al ratón con las imágenes del Giro del Italia. Algo que está enfadando a los aficionados al ciclismo. Resulta que se cargan las etapas que coincidan con el tenis del torneo de Madrid o con el fútbol. De nuevo, los programadores aguardarán a que en el Giro haya alguna posibilidad de victoria de uno de los de aquí antes de decidir si apuestan por programarlo. Yo no soy un gran seguidor del ciclismo pero sé que es uno de los deportes que más atención concita. Que lo echen dependiendo de sí Valverde puede ganar o no, es una tomadura de pelo. Supongo que con ese criterio no se pondría ningún partido de fútbol, balonmano o baloncesto en el que no tuviera posibilidades de ganar una final un equipo español. La posibilidad de victoria puede ser que atraiga más espectadores, pero está claro que con esta teoría no habría posibilidad de ver nada hasta que se jugaran las finales. Algo parecido habrán sentido esta semana los 3.000 chinos que han llegado invitados por su jefe de vacaciones. Primero los recibieron con cante flamenco y luego los llevaron a una corrida de toros sin muerte en la plaza madrileña de Morazarzal. Llegan; los meten en un autobús y luego los pasean por aquí y por allí. Eso sí, dicen que no consumen nada. Se deben guardar las ganas para cuando vuelvan a China. Más o menos como Imanol Arias que después de hacer los anuncios de la tele para Hacienda en los que, no sé si lo recuerdan, se atrevía a decir: “convierte tu declaración de la renta en una declaración de amor a las personas en riesgo de exclusión social”. Es posible que sacar esta frase ahora sea un gesto malvado. Pero uno está harto de estos ciudadanos privilegiados que exprimen su credibilidad hecha de mentiras y amiguismos, y ver que les hace ricos, prepotentes y cínicos. Mientras estos chorizos viven sus privilegios, el resto, como esos chinos que han traído de vacaciones, volvemos a casa para comernos un bocata de mortadela.
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