VITORIA. Jordi Évole no está de acuerdo con el exceso de halagos que está recibiendo. Dejó de estar bajo el ala de Buenafuente con un programa que causó cierto revuelo, El follonero; dio dos vueltas de tuerca y nació Salvados. La tónica del principio fue el humor, pero desde hace dos temporadas se ha decantado por las entrevistas y los reportajes de actualidad. Euskadi ha sido una de sus fuentes. Sus entrevistas con políticos vascos o los reportajes sobre ETA y la tregua definitiva le han dado grandes éxitos de audiencia.

Se ha convertido en un referente en la televisión, ¿cómo lo ve?

Una exageración. No soy referente de nada y tampoco quiero serlo. En todo caso, me siento contento del trabajo que estamos haciendo.

Parece que se ha descubierto ahora que existía ‘Salvados’.

Pues ya llevamos un ratito, hemos cumplido cinco años.

Empezó como programa de humor, ¿qué es ahora?

Es un programa donde te puedes enterar de cosas, por eso sería un programa informativo; tiene también un barniz de ironía y hace que temas áridos sean más suaves.

Parece que todo el mundo se pone a sus pies?

Qué más quisiera yo.

¿Hay entrevistas que no consigue?

Muchísimas. No todo el mundo viene a un programa donde le van a preguntar cosas que no le gustan. Supongo que me tengo que aguantar cuando me dicen que no porque cada uno puede ir donde quiera.

¿Rajoy? ¿Le ha dicho que no?

Le tuvimos en campaña electoral?

Pero no es lo mismo.

No creas, no era fácil de conseguir, también tuvimos en el mismo programa a Rubalcaba. Pero, tienes razón, los políticos en campaña están en promoción y fue muy bueno para el programa.

¿Y cree que va a acudir a su programa ahora que no vende lavadoras y no hace promesas bonitas que nunca se ha propuesto cumplir?

Sería fantástico, pero está difícil? Tiene una agenda complicada. Ja, ja, ja. Sí que está difícil que acceda, pero no desistimos a la hora de seguir insistiendo.

¿Qué le sorprende?

Sobre todo, los que no son gente conocida y no vienen con tantos reparos al programa y que cuentan cosas y tienen discursos alternativos que llaman la atención, que te gustan. Disfrutas con los discursos políticamente incorrectos.

Pero no son los políticos los que son políticamente incorrectos, ¿no?

A veces sí. Pero no es habitual que se salgan del argumentario de los partidos políticos?

Argumentario, ¡qué término!

Es un término político. El argumentario es la línea que deben seguir todos los políticos de un partido y cuando uno se sale, les molesta muchísimo.

Ese fue el caso de Eguiguren?

Exacto. Les molesta, a los partidos digo, que se produzcan estas cosas, que uno de los suyos se salga del argumentario, ¡qué palabra!

Mucho de este cambio en la visión que tienen los espectadores de su programa se debe a entrevistas y reportajes realizados en Euskadi.

Los trabajos en el País Vasco han marcado mucho la trayectoria de Salvados. Empezando por una entrevista que no estaba pactada y, prácticamente, fue improvisada con Arnaldo Otegi; la entrevista que hicimos con Eguiguren, y los programas que hicimos con el antes y después de la tregua definitiva de ETA.

¿Han funcionado bien en el Estado español o solo en Euskadi?

Han interesado mucho. La entrevista a Eguiguren, borrando a ETA y reiniciando Euskadi, fueron temas que hizo pensar que aquel programa que empezó siendo una cosa de humor, de gamberros, que iba a los sitios a llamar la atención y a que les hiciesen un poquito de caso, había dado un paso más allá y había gente que se sentaba con aquellos chicos gamberretes y conversaba con tranquilidad, naturalidad y, además, dando una información que en otros sitios no se había dado.

Se ha convertido en un comunicador lleno de elogios y premios.

Una vez me dijo José María García que el elogio debilita y a mí el elogio me da bastante miedo. Pero es mejor que te elogien a que te insulten.

Se dice que ‘Salvados’ es el único sitio donde se hace periodismo?

Por ejemplo. No me gusta porque no es verdad, son exageraciones que no se corresponden con la realidad. Hay mucha gente trabajando de forma anónima en muchísimas redacciones, picando piedra para levantar temas y poderlos publicar. Ni muchísimo menos somos los únicos que hacemos periodismo.

¿El entrevistador debe incomodar siempre al entrevistado?

No es cuestión de incomodar, puedes ser incisivo en las preguntas y puede haber un clima sin tensión. Se puede ser amable e incisivo a la vez. Creo que el periodismo tiene que ser incómodo. Hay una frase que leí hace poco en un artículo que hablaba del género de la entrevista y decía así: “O me entrevistas o me quieres”. Es un poco verdad, cuando tú quieres a alguien, es muy difícil entrevistarle.

¿Usted cree?

Sí, porque vas a intentar preguntarle aquellas cosas que le incomodan o que le saben mal que preguntes. Cuando estás entrevistando, estás obligado a preguntar aquellas cosas que pueden ayudar a dar información aunque sean preguntas incómodas. Orwell decía que el periodismo es sacar información que otros no quieren que saques, y lo demás son relaciones públicas.

Supongo que hay muchos tipos de entrevistas y todas no tienen que ser incómodas.

Las que hacemos nosotros pinchan un poquito.

¿Le han pedido las preguntas previas a una entrevista?

No. Me imagino que nadie se plantea pedirnos una cosa semejante. Algún jefe de prensa te puede orientar y te dice eso de: “Mejor que esto no lo saques”. Es precisamente lo que hay que sacar.

Extraña función la de los jefes de prensa, ¿no?

Bueno. Creo que a veces son más papistas que el Papa. Protegen más a sus jefes de lo que ellos mismos querrían. Si dejaran a los políticos actuar con más libertad, los ciudadanos se los creerían más.

¿Los nuevos censores?

Sería mejor llamarlo autocensura porque entre ellos mismos se cortan las alas. Los argumentarios de los partidos han hecho mucho daño a los políticos. Cuando todos los días ves a los políticos de un mismo grupo decir exactamente lo mismo, piensas que hay truco. Hay un papelito que reciben por las mañanas con lo que tienen que decir y eso quita autenticidad a la persona que se dedica a la política.