LA ceremonia de los Goya es la gran ocasión del cine para acercarse de manera mayoritaria a su público potencial. Los amantes de la tele también somos, probablemente, espectadores de cine y de teatro a pesar de los nuevos impuestos. Algo que tiene muy claro gente como Santiago Segura, uno de los gurús de esta industria, que no ha salido de un plató y ya ha entrado en otro. La noche de los Goya ha tomado casi todo de la de los Óscar. Y ha hecho bien. A falta de mayor producción cinematográfica TVE demostró ser la gran anfitriona de esta fiesta del cine y la hizo suya. La vinculación entre cine y tele es absoluta. Casi todos los actores que el domingo desfilaban por la alfombra roja tienen un currículo vinculado a una o varias series televisivas. Y por eso no choca que sean personajes televisivos -como en su momento lo fue Buenafuente (probablemente la actuación más brillante y al que habrá que recurrir algún día después de caer fulminado por un tiro en la gala de 2011) y estas dos últimas con Eva Hache-, quienes se encarguen de ponerlos en marcha. Las voces críticas contra el Gobierno del PP que sonaron dentro de la gala no fueron tantas si las comparamos con las fechoría que han cometido. El gobierno de Rajoy ha protagonizado la subida de impuesto más feroz al mundo de la cultura. Un ataque que no debería pasar desapercibido en una fiesta como la de los Goya aunque estuvo bien que las reivindicaciones no fueran las estrellas principales de la noche. Y estando el PP por medio claro, la gala tuvo su peor momento con uno de los "sobres" que proponía como ganadores del Goya a unos cantantes cuando finalmente se lo dieron a la canción, cómo no, de Blancanieves. Un borrón en toda regla. Como esos que suele cometer Juanito y compañía en El conquis. Por cierto, con tanto Goya, ¿no se marcharía Korta el domingo y nos lo perdimos?
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