DECÍA Francisco Umbral, probablemente el mejor columnista en castellano de la prensa en la década de los noventa, que la columna era el arte de escribir sin mucho tiempo. Por una vez casi estoy de acuerdo con él. Sobre todo para quienes tienen que lograr la mayor precisión posible ofreciendo unos datos y buscando que, además, la columna sea interesante e informe. Umbral añadía, "esto lo hace bien el que sabe escribir con prisa".

El oficio de la televisión, unas veces es cosa de improvisación donde más que la prisa el factor predominante es la inmediatez. Pero en general se trabaja con más tiempo que el resto de los medios. Las series por ejemplo, da tiempo a presentarlas en el festival de Vitoria varios meses antes de que se estrenen. Y eso que vivimos en un mundo cada vez más inmediato. Dice Vicente Vallés, el flamante fichaje de Antena 3 para los informativos que antes bordaban Mónica Carrillo y Roberto Arce, que "la adrenalina" de la noticia en directo es "lo más bonito". Lo cierto es que en televisión apenas se producen noticias en directo. Viven de las imágenes de los aviones que chocaron contra las Torres Gemelas de Nueva York, pero desde entonces apenas hemos sido testigos de sucesos que se produzcan en las conexiones en directo (el más reciente el reportaje de España Directo durante el terremoto de Murcia). Una cosa es la prisa para ir cerrando los contenidos del noticiario, palabra que por cierto ha caído en el olvido, y, otra, atreverse a dar las noticias con el riesgo impredecible del directo. Aunque parezca mentira hay más inmediatez en muchas columnas que se escriben sobre la TV que en la mayor parte de los contenidos televisivos. Estas líneas que bajan en silencio como si fueran un anuncio de Fujitsu, se suelen escribir a vuelapluma y sin red. Pero no pasan desapercibidas. ¿Verdad?