Bilbao. Xabier Madariaga también ha tenido tiempo de regresar a Haití en el aniversario del terremoto, entrevistar a una candidata a las presidenciales y de cubrir la matanza de julio en Noruega.

El tema francés del que más se ha hablado este año es la detención de Dominique Strauss-Kahn (DSK). ¿Cuántos directos le ha tocado hacer sobre el exdirector gerente del FMI?

No llevo la cuenta, pero si a los directos y vídeos que hemos hecho desde París le sumamos los que han hecho los compañeros de Nueva York, serán un montón. Y luego está la onda expansiva que ha generado: desde la ristra de los otros escándalos sexuales que han salpicado a la clase política francesa hasta el caso de malversación por el que van a investigar ahora a la nueva directora del FMI. Llevamos medio año hablando de las consecuencias que ha traído el escándalo DSK.

En sus casi dos años como corresponsal en París, ¿ha habido otro tema al que los medios franceses le dedicaran tanto tiempo?

Puede que no. El Especial DSK estaba en todas partes: en los quioscos, en los programas de televisión... Los canales 24 horas se pasaron días hablando solo de él. Yo desayuné con la imagen de Strauss-Kahn esposado y casi se me cae el café del susto, así que imagina lo que fue para los franceses, que no están acostumbrados a ver a un acusado con las esposas hasta que no hay sentencia. El país entero se despertó con la imagen de quien estaban dispuestos a elegir como jefe de Estado, cabizbajo, con la chaqueta mal puesta y las esposas. Francia quedó hipnotizada, en estado de shock.

Parece que han sacado el chauvinismo y piensan que ha habido una conspiración...

Muchos creyeron en la teoría de la conspiración desde el principio. El 60% de los franceses veía en él a la víctima de un complot. En las encuestas callejeras que hicimos prácticamente todos decían que le habían tendido una trampa. Y si en medio de ese clima favorable al exdirector del FMI, de la noche a la mañana la acusación se desmonta y dejan en libertad condicional al acusado... pues ahora tienen más motivos para creer en esa teoría.

¿Se consideran desagraviados con la elección de Christine Lagarde?

Los franceses no sé, pero el que puede estar contento es Sarkozy. Ha demostrado que es capaz de salvar un cargo que estaba en manos de un francés, a pesar del gran escándalo provocado por DSK. Es más, el cambio le ha brindado la oportunidad de hacer una última remodelación de Gobierno y ha podido vender que se hacía en positivo y no por una derrota electoral.

El segundo asunto francés del que más se ha hablado aquí es el embarazo de Carla Bruni. ¿Esto desconcierta a un corresponsal serio?

Tampoco tan serio ¿eh? Ja, ja, ja. Nosotros hablamos de todo lo que pueda interesar a la audiencia (y muchas veces hasta de lo que no interesa). Con una crónica sobre el embarazo de la Bruni puedes pasártelo muy bien, y más si la embarazada juega a esconder su tripita y a mostrarla de pronto por sorpresa.

¿Le ha tocado enviar alguna crónica sobre este asunto?

No hemos hecho vídeos para hablar solo del embarazo, pero sí lo hemos mencionado para resaltar que mientras los escándalos sexuales tumbaban a DSK, Sarkozy hacía gala de su familia ideal, anunciando el embarazo de la primera dama.

¿Los medios franceses también han hecho un tratamiento desmedido?

Lo que pasa es que ella ha jugado al gato y al ratón. Y eso ha dado mucho que hablar. En lugar de sacar un comunicado desde el Elíseo, todo eran rumores. Al final, en medio de la tormenta DSK, los más cercanos a la pareja confirmaron la noticia y poco más tarde, en una cumbre del G8, nos dejó entrever su tripa. Si es que han dado muchas vueltas con el tema... ¡normal que los medios hablen de ello!

¿Entienden en Francia la fascinación que producen en el exterior Sarkozy y su esposa?

Creo que los franceses le hacían menos caso a la vida privada de los personajes públicos antes del escándalo de Strauss-Kahn. Esto ha marcado un antes y un después. Cada vez se sorprenden menos del interés de los medios extranjeros por la vida privada de sus políticos.

Este año usted ha entrevistado a una candidata a las presidenciales. ¿Fue muy difícil conseguir la entrevista con Marine Le Pen?

La pedimos para las elecciones cantonales de marzo, pero hasta junio no nos la concedió. Al final nos recibió en su despacho. Te vas a reír, pero sus formas me recordaron mucho a Belén Esteban. Coges a la Esteban y la conviertes en política francesa y creo que el resultado sería ese: Marine Le Pen.

A menos de un año de las elecciones, ¿de aquí a mayo su trabajo se centrará en la política?

Estando como está la economía... ¡no creo! Además el caso DSK seguirá coleando, la presidencia francesa del G8 y el G20 también nos mantendrá ocupados. Hablaremos de política y de muchas otras cosas, seguro. Lo que está claro es que Sarkozy medirá más cada movimiento y lo hará siempre mirando a su cita con las urnas. Eso sí que va a marcar nuestro trabajo.

¿La principal incógnita es quién será el candidato socialista?

Aubry contra Hollande. Las primarias ya están en marcha y ellos son los favoritos. En octubre, poco antes de que la primera dama dé a luz por cierto, sabremos quién se enfrenta a Sarkozy.

Sarkozy ha jugado un papel clave en la crisis. ¿Ha tenido que aprender usted mucho de economía?

Mi prima, la del riesgo, me tiene... Han sido muchas horas dándome cabezazos con ruedas de prensa y comunicados incomprensibles. He pedido muchas explicaciones a colegas que entienden bastante más sobre el tema. Y lo peor no es llegar a entenderlo uno mismo, después hay que hacerlo comprensible y atractivo para el espectador. Vamos, que explicar esta crisis es casi misión imposible.

¿Los temas económicos quedan muy atrás en sus preferencias?

En muchas ocasiones, con la economía me da la sensación de estar aprendiendo algo nuevo. Eso está muy bien. A veces, después de un directo sobre el tema al poco me llama una compañera y me dice que ha entendido lo que he dicho. ¡Eso es una satisfacción enorme!

¿Cómo ha evolucionado la situación en Francia estos dos años?

Aunque hace meses creíamos que a los franceses les iba mejor, de pronto todo son malas noticias: crecimiento cero, el CAC 40 (el Ibex francés) que baja a los infiernos, los rumores de que puede perder la triple A... En la gestión de esta crisis, Sarkozy se juega el puesto.

En julio fue a Noruega para cubrir el atentado de Oslo y la matanza de Utoya. ¿A qué hora le avisaron?

La misma tarde del atentado, y a la mañana siguiente estaba volando para Oslo. Llegué a Noruega tres cuartos de hora antes de conectar en directo con la tele. En casos así tienes que forzar la máquina y sacar las castañas del fuego como sea. Informándote al máximo mientras estás en el aeropuerto, en el taxi… Y después tienes que defenderlo frente al espectador, lo que no es fácil. Hacer periodismo de paracaidismo es un subidón de adrenalina que me pone mucho.

¿Le resultó raro cubrir un suceso como ese en un país europeo?

Sí, porque a priori historias como ésta suenan a suceso en instituto americano. Y si pasa en Europa, lo último que esperas es que sea en Noruega, donde da la impresión de que todo es tan perfecto y funciona tan bien. No hay más que ver la reacción que tuvieron ante la masacre: en vez de dividirse y repartir culpas, cerraron filas.

También estuvo en Haití por el aniversario del terremoto...

Fue muy interesante volver y reconciliarme de alguna manera con todo lo que dejé atrás en 2010 porque el trabajo que hice justo después del terremoto me dejó muy mal recuerdo. Ir ahora y ver que sigue habiendo vida a pesar de lo ocurrido, me ha quitado un peso de encima aunque prácticamente todos los escombros siguen tal y como los recordaba. Todo sigue sin recoger, sí, pero la gente ha cambiado. El año pasado parecían muertos vivientes. Haber visto cómo se puede pasar página incluso de algo tan horrible me ha aliviado bastante.