Decía Rubalcaba "nunca desde el 77 hemos hecho una campaña donde no haya estado la sombra de ETA. En ésta no". Y lo decía moviendo las manos de esa manera que tan bien le imitara José Mota en especial de TVE en la Nochevieja. Ya ha pasado mucho desde entonces, pero si algo consiguió el cómico fue que la gran mayoría de los ciudadanos descubriéramos que el candidato socialista subraya lo que dice manualmente. Vamos, que además de decir lo de ETA a la ausencia le buscara con los dedos el punto G. Está claro que Rubalcaba unas veces va a rozar el ridículo y otras muchas la esquizofrenia. Por un lado tiene la obligación dialéctica de decir lo contrario de lo que dijo hace un par de meses y, por otro, escucharse a sí mismo diciendo lo que jamás hubiera creído que diría. La locura. Eso sí: los del PP están como el niño de Sexto sentido, que "en ocasiones ven muertos y oyen voces": muy asustados. La duda les corroe con el candidato que tan bien mueve las manos y las palabras. Cuando salen por la tele se les nota que no saben muy bien cómo contraatacar. Mayormente porque es agosto y en este país los políticos no tienen por costumbre trabajar, así tengan los mercados comiéndonos desde las entrañas el corazón y las elecciones generales a la vuelta de la esquina. Vuelta al espíritu que Larra describiera como nadie: la dejación del funcionariado del siglo XIX con el "vuelva usted mañana". Esto traducido al panorama electoral es como déjeme ahora que lo mejor que nos puede pasar es que la campaña sea todo lo corta que sea posible. Puede ser que si las ranas del PP no atrapen la oruga del candidato Rubalcaba de Nochevieja, éste se transforme en hermosa crisálida y Rajoy se quede más sólo que Jack Nicholson en El resplandor. Otra de miedo.