vitoria. José María Carrascal (Madrid, 1930) reconoce que vive una jubilación de lujo. Acaba de publicar un libro, Jubilación para dummies. Un manual de consejos prácticos para poner en marcha desde el primer día en el que se abandona una empresa. Tiene ochenta años y no es necesario utilizar con él la frase tópica de "lo bien que está para su edad", difícilmente admite las frases hechas. Crítico con el manejo de la información, con la agenda llena de citas, disfrutando del tiempo sin ataduras… "Me gusta dar un paseo con mi mujer, leer, ir a la ópera…". En 1958, mandó su primera crónica desde Berlín, vio levantar el muro en el 61 y ha sido corresponsal en Nueva York durante treinta dos años.

No me imagino a José María Carrascal con un manual sobre la jubilación entre las manos.

Cuando salí de Antena 3 había escrito ya dos libros sobre jubilación. Planeta me pidió mis memorias; yo dije que no. No las voy a escribir, no tengo ganas y no creo que valga la pena.

¿No ha vuelto a Antena 3?

He vuelto como visitante para participar en un programa. Pero yo ir allí, ver mi despacho, no, no he vuelto.

¿Durante cuánto tiempo ha ejercido su labor como periodistas?

Desde el 58 que mandé mi primera crónica desde Berlín hasta ahora que sigo escribiendo, yo no soy un periodista de televisión…

¡Quién lo diría!

Lo digo yo, soy un periodista de pluma.

Es uno de los periodistas más conocidos, pero estudió náutica.

Me embarqué por primera vez aquí, en Bilbao. Cuando gané el premio Nadal el Corte Inglés me llevó por varias ciudades y estando aquí se acercó Teodoro Zubizarrata, había sido capitán del Vizcaya, y estaba ya jubilado. No vino a felicitarme, vino a echarme una bronca porque había dejado de navegar: Todos sus compañeros son ya capitanes y usted periodista.

¿Por qué periodismo?

Eso fue una cosa un poco rara. A mí siempre me había gustado escribir. En el 58 me encontré en Berlín como profesor de español. Todos los corresponsales españoles estaban en Bonn, que era donde estaba la embajada. Berlín era una isla en la Alemania Oriental. Se me ocurrió enviar al Diario de Barcelona y a ABC un escrito de los distintos sectores en Berlín y cuando me di cuenta era corresponsal. Mandaba las crónicas por correo aéreo.

En 1961 se empieza a levantar el muro y usted estaba allí.

Fui el único periodista español que estaba en Berlín el 13 de agosto de 1961. Entonces los directores de Pueblo y Diario Barcelona me pusieron un telex que era lo máximo entonces.

¿Compaginaba enseñanza con la corresponsalía?

No, la enseñanza no daba dinero. Trabajaba de traductor para Volkswagen. Seguí con la corresponsalía, Kennedy fue a Berlín y me tocó cubrirlo. Fue entonces cuando decidí hacer por libre la carrera de periodismo. Pablo Romero me ofreció irme a Moscú, me hubieran aceptados los rusos.

¿Cómo ve los informativos ahora?

La televisión no es un medio de información, es un medio de entretenimiento, incluidos los informativos. El señor que se sienta a ver un informativo quiere que le entretengan. El periodista es un profesional de la información. ¿Qué es lo que hace un profesional? Da opiniones autorizadas.

¿Vivimos en una época de excesos informativos como señalan algunos críticos del periodismo?

Hay mucha información y lo que se hace es hacerlo todo mucho más espectacular: Catorce muertos por esto, quince por lo de más allá… En fin, catorce muertos son muchos muertos; hoy, un muerto es mucho muerto.

Nos quedamos en la superficie, ¿no?

No quiero quitar valor a los muertos. Pero vayamos a lo que está ocurriendo en Alemania. Salta una alarma y culpan a los pepinos españoles. Se dan las cifras de los muertos, pero no se piensa en por qué no hay ningún afectado por ese brote en el país de origen de los pepinos. Como la señora esa de Hamburgo cuando dijo lo de los pepinos: A ver quién es el tonto que tengo a mano para echarle la culpa. Con esto quiero decir que estamos muy pendientes de la última noticia y que esta sea lo más espectacular posible.

¿Sigue usted la información al día?

Sí, por supuesto. A veces los informativos los veo sin voz. Me gusta ver las caras de Zapatero y Rajoy. A veces la voz no dice tanto como los gestos. Pruébelo y seguro que me dará la razón. Lo único que puedo decir sobre todo esto es lo siguiente: Siendo esta la época de la información, hay una explosión de información, y la gente está menos informada.

¿Le hubiera gustado vivir esta época profesionalmente?

A mí me gusta la época que me ha tocado vivir. He vivido tres eras diferentes. La España de la guerra, la Europa también de la guerra y la época actual. Yo vi levantar el muro de Berlín y creí que me iba morir sin que lo tirasen, he visto cómo ha caído. Es como si hubiera vivido tres siglos en dos. Me parece una época fascinante esta.

Vamos a frivolizar un poco, puso de moda las corbatas chillonas.

He llegado a tener trescientas cincuenta corbatas, algo así. Pero ahora regalo muchísimas, algunas para rifas y cosas benéficas.

¿Quién elegía las corbatas, usted o su mujer?

Siempre me han gustado las corbatas un poco llamativas. Era la única prenda que podía diferenciar a los hombres. A mí me gusta vestir muy conservador, pero la corbata permite esa diferenciación cuando todos los hombres llevamos un traje similar. Tengo corbatas de los años sesenta que me parecen chocantes.

¿Estaba de acuerdo ella con esas corbatas tan chocantes?

Más o menos. Coincidimos en lo fundamental. Nos gusta pasear, leer. Mi patria son los libros. Nos gusta la música… En la comida no coincidimos mucho, pero como cada vez hay que comer menos.

Mójese un poco, ¿quién es su conductor de informativos favorito?

No me haga usted elegir. Al elegir posiblemente haría injusticia a otros; Matías Prats y Pedro Piqueras son más próximos a mí. Son mucho más jóvenes, pero están muy próximos. Un presentador de informativos tiene que inspirar confianza, saber presentar la noticia de una manera seria, pero no dándole demasiada trascendencia porque no la tiene. La noticia que das hoy, mañana se puede quedara vieja. Lo que hay que hacer es hacer pensar.

Siendo corresponsal lo tenía fácil, cinco mil kilómetros de distancia, pero no siempre se da esa ventaja.

Claro, durante treinta y dos años yo tenía la redacción a cinco mil kilómetros. Pero eso se acabó cuando fui a Antena 3. Un día un personaje de allí me dijo que yo no iba nunca al piso de arriba, al de la moqueta, que nunca hablaba con los jefes. Los jefes cuanto más lejos mejor porque te comprometen menos.

¿Nunca le han dicho lo que tenía que hacer con un tema informativodeterminado?

Me han dejado, he tenido la suerte de no tener jefes que me hayan dicho lo que debo hacer o lo que no debo hacer. Hasta el punto que cuando entró Manuel Campo Vidal de ideología socialista, yo pensé que iba a dejar de dar el informativo. Pues no ocurrió nada de eso, me dejó hacer el informativo perfectamente.

Curiosamente, no ocurrió lo mismo cuando llegó Ernesto Sáenz de Buruaga.

Curiosamente y como usted dice, el señor Sáenz de Buruaga no me dejó y por eso salí de Antena 3. De forma mayoritaria, los jefes casi siempre me han respetado.